Norma Aleandro: "Hay que pensar sobre los 70 pero no hablar tanto, se ha lastimado mucho hablando de esa época"

La multipremiada actriz dirige a Ricardo Darín y Erica Rivas en “Escenas de la vida conyugal”. En diálogo con Infobae cuenta por qué elige seguir trabajando, habla de la importancia de la amistad en la pareja y recuerda cómo fue la filmación de “La historia oficial”: “Acabábamos de venir de España de un exilio largo y me daba mucho temor”

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— ¿Cómo conviven la actriz y la directora?

— Hasta ahora no se han peleado (risas). A mí me sirve ser actriz, entender la mentalidad de un actor o las situaciones que puede vivir tratando de armar un personaje. Me ayuda mucho poder ponerme en el lugar del otro con bastante sinceridad, porque lo vivo todo el tiempo.

— En este caso, además, es dirigir una obra que la tuvo como protagonista.

— Nunca pensé en esta obra tomando el ejemplo de lo que hicimos con (Alfredo) Alcón cuando la hicimos. Lo que importaba era ver qué hacían los actores con estos personajes, qué cosas se les van ocurriendo, qué cosas el autor nos ha dado como partitura para seguir fielmente, pero también esa fidelidad el autor sabe que uno va a transgredirla haciendo creaciones que se le ocurren. Esto es lo que pasó con ellos, a mí me divierte mucho ver por dónde van cada vez; es hermoso porque, como son muy buenos actores, me divierto muchísimo.

— ¿Se dejan dirigir?

— Totalmente. Mucha gente piensa que dirigir es marcar cosas, no se marca. Si marcás cosas, es porque todo está mal, el director y los actores. Los actores tienen que proponer cosas, uno ver cómo las lleva para adelante, ayudarlos a salir a flote de semejante camino difícil que es hacer otra persona; un personaje es eso, es otra persona.

Si el actor no puede discernir lo que es la realidad y lo que es la ficción, está enfermo

— ¿Qué pasa con esos personajes cuando termina un proyecto? ¿Dónde quedan?

— No existen. Es como cuando cerrás un libro. Te pueden quedar ciertas influencias de lo que escribió el autor. El que se lleva el personaje puesto está enfermo. Si el actor no puede discernir lo que es la realidad y lo que es la ficción, está enfermo.

— ¿No se los extraña?

—No me ha pasado. He tenido la suerte de estar trabajando siempre y en general con obras que me gustan, que he elegido los personajes o las obras.

— ¿Gana terreno la directora frente a la actriz o se mantiene firme?

— Nunca pensé dejar una cosa ni la otra, sino justamente hacer cada tanto dirección, cada tanto actuación, ir coordinando eso, porque me gustan las dos cosas en la medida en que me interesa la obra. Me han ofrecido cosas para dirigir que he dicho que no, y otras que han sido riesgosas, diferentes a lo que yo he hecho, como Franciscus. Ese bellísimo espectáculo con gente que cantaba, bailaba, actuaba, hacía trapecio, y yo me quedaba enamorada de todos ellos.

— Fue una sorpresa ver a Norma Aleandro dirigiendo ese espectáculo.

—Sí, me ayudó mi hijo, porque es muy difícil un espectáculo así. Flavio [Mendoza] es un talento.

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— Pero viene de otro ámbito.

— ¿Del circo? Yo también, por suerte. La familia de mi padre, sus hermanos, o sea, mis tíos. Mi padrino era el payaso del circo. El circo es algo que me da muchísimo respeto. Los conozco profundamente, sobre todo el circo como lo hace Mendoza, es muy difícil de hacer bien, y es un riesgo permanente. Así que amé estar ahí.

— Con su trayectoria y prestigio elige seguir trabajando, ¿por qué?

— Porque, por suerte, mi trabajo es un trabajo muy bello, que da mucha satisfacción, y en la medida en que puedo seguir haciéndolo, lo hago. Así como pinto, porque me gusta pintar.

— ¿Qué es lo mejor que le dio la carrera?

— Nunca la seguí como una carrera, lo hice tratando de ir haciendo un poco mejor cada vez este trabajo. Me dio muchísimas cosas, por ejemplo el conocimiento que te pueden dar los autores contándote historias. Ayuda mucho a entender al ser humano y por lo tanto a vos mismo. Te tenés que poner en lugar de otra gente que tiene costumbres muy diferentes, que tiene amores y odios muy distintos a los tuyos, eso te ayuda a la empatía con el otro ser humano que tenés al lado.

—¿Es verdad que en su momento [Luis] Puenzo la convenció de hacer La historia oficial diciendo que era un trabajo que había que hacer como ciudadana y no como actriz?

—Él, pobre, no me dijo eso, él me trataba de convencer todo el tiempo. Me traía el libreto, me hablaba, y yo lloraba por lo que me contaba. Acabábamos de venir de España de un exilio largo y me daba mucho temor ese tema, porque todavía estaba el gobierno militar. Lo hice después de charlar con mi marido y con mi hijo, que también habían sufrido por mí ese exilio, y llegamos a la conclusión de que sí, lo hacía como ciudadana, no lo hice como actriz.

— Filmaron escondidos en algún momento.

—Escondidos en la casa de Puenzo. La dimos por terminada antes de terminarla porque estaban persiguiendo a la nena y a su mamá.

— ¿Qué se siente habiendo estado exiliada con su familia, habiendo protagonizado La historia oficial, cuando se vuelve a discutir lo que pasó en los 70 en Argentina?

— Hay cosas de nuestro país que son tristes. Es una época muy desdichada, muy oscura de la Argentina que tendríamos que tratarla siempre con cuidado de no lastimar al otro. Se ha lastimado mucho hablando de esa época y de ese suceso. Todos tenemos que tener conciencia de que fue un genocidio muy particular, una lucha muy rara y toda muy desastrosa, que nos tiene que llevar a pensar sobre ella, pero no tanto a hablar.

En general, mis parejas todas primero fueron amigos. Es una manera mía de terminar la amistad en el amor

—¿Cómo vive la admiración constante del público y la industria por su trabajo?

—Me da mucha alegría ir por la calle y que alguien diga: "Te vi", con una felicidad como de un familiar. Eso es lo que más alegrías me ha dado mi trabajo, además del hecho de hacerlo. Esa respuesta tan profunda y tan íntima como si nos conociéramos. Es que ellos me conocen, claro. En el momento en que me saludan, me hablan y me cuentan, me da una sensación de familiaridad, me hace muy feliz estar en mi tierra y con mi gente. Es el premio más lindo que tengo.

— ¿Sigue importando el aplauso? ¿Sigue generando adrenalina pisar un escenario?

— Sí. Sin lugar a dudas. Es como correr una carrera, es como la maratón. Uno sale de una manera y no sabe cómo va a llegar al final. Te da mucho placer, te ayuda a crecer de otra forma esta profesión nuestra.

— Llevan cincuenta años de pareja con su marido. ¿Cómo se hace?

— Porque nos queremos, si no, ya no estaríamos juntos. No se hace nada, si hay que hacer algo, mejor separate. Si hay que hacer mucho esfuerzo, es porque la cosa no va. Nos queremos mucho y nos divertimos juntos, nos hemos divertido siempre. Fuimos amigos antes que pareja, fuimos muchos años amigos. En general, mis parejas todas primero fueron amigos. Es una manera mía de terminar la amistad en el amor. Y en este caso es la alegría.

—¿Le falta algo por hacer? ¿Quedan sueños pendientes?

—Sí. De algunos me daré cuenta y de otros, no, pero sí, a mí me falta, me falta hacer con sencillez el trabajo y que salga bien.