Con la zarpada del aviso ARA Puerto Argentino, comenzó la campaña antártica 2016-17

Una misión que parecía imposible, consolida un rotundo éxito de la gestión del ministro Julio Martínez

Compartir
Compartir articulo
infobae

Más de un siglo de presencia argentina en el "continente blanco" no dejan dudas acerca de la vocación antártica del país: año tras año, científicos y técnicos civiles y militares se trasladan al mismísimo confín del mundo para integrar las dotaciones de las 13 bases que Argentina tiene desplegadas en la Antártida. Las bases se dividen en transitorias o permanentes y su funcionamiento general se efectúa de acuerdo con lo establecido en el Tratado Antártico, del cual el país es signatario y que finaliza en 2048.

Carlini, Orcadas, Esperanza, Marambio, San Martín y Belgrano II son las bases en las que el personal realiza las tradicionales "invernadas", es decir que pasan todo un año polar, en muchos casos con sus conyugues e hijos, que reciben educación en el lugar. Decepción, Cámara, Primavera, Petrel, Melchior, Brown y Matienzo son las bases temporales, en las que se realizan actividades de verano permaneciendo cerradas durante el resto del año.

La programación, planeamiento, coordinación y dirección de la actividad antártica argentina es responsabilidad directa de la Dirección Nacional del Antártico, dependiente de la Cancillería Argentina,  mientras que la ejecución operativa inherente al traslado de efectivos civiles y militares, el aprovisionamiento de las bases y el retiro de todos los residuos producidos durante las actividades desarrolladas en cada base corresponden al Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y a su Comando Operacional.

Una campaña complicada

Como es de conocimiento público, el siniestro sufrido en 2007 por el rompehielos Almirante Irizar privó al país de la herramienta por excelencia para la realización de la mayor parte de las tareas logísticas para asegurar la continuidad del trabajo antártico. No solo el país se quedó sin el estratégico buque sino que además se perdieron los helicópteros que complementaban la operación.

Desde ese momento y hasta el presente, la falta de un rompehielos se suplió con contrataciones de naves y helicópteros en el exterior. Los costos -siempre millonarios y en dólares- llegaron incluso a terminar en escándalo cuando por ejemplo se contrató al buque Timca, que resultó no ser apto para la tarea encomendada poniendo en riesgo toda una campaña. Por ese motivo, el ex ministro Arturo Puricelli y su sobrino (también funcionario de Defensa) fueron procesados.

Este año, la gestión que encabeza Mauricio Macri realizó una licitación internacional que terminó fracasada, pues tres de las ofertas recibidas no pasaron las exigencias del pliego técnico mientras que la cuarta se excedió (y en mucho) de las previsiones presupuestarias para la contratación.

Las luces amarillas mutaron a rojas cuando una gestión de última hora realizada en el exterior para contratar un rompehielos en forma directa mediante el sistema "Estado a Estado" también fracasó.

Así las cosas, el ministro de Defensa Julio Martínez convocó al staff militar comprometido en la tarea para que le informaran si el país estaba en condiciones de realizar una campaña antártica sin rompehielos y con medios propios. La respuesta afirmativa que recibió implica que los militares asumen una responsabilidad y compromiso que rompe con lo acontecido en los últimos años, cuando eran mayormente pasajeros embarcados en medios extranjeros.

Recurrir sólo a medios propios obligó a los altos mandos militares a una cuidadosa planificación y evaluación de capacidades y medios de la Fuerza Aérea Argentina, que tendrá que realizar aproximadamente 120 cruces entre Ushuaia y la Antártida para poder cumplir no sólo con las tareas habituales sino además con tareas de reabastecimiento que no serán atendidas por vía marítima. Fuentes de la FAA indicaron a Infobae que casi se triplicarán los vuelos respecto a una campaña normal.

De acuerdo con los cálculos de los aviadores, no sólo se emplearan los confiables Hércules C130 sino además los helicópteros MI 17 y Bell 212 y una avión Twin Otter de gran versatilidad. Para el caso de la lejana base Belgrano II, la Dirección del Antártico sí recurrirá a naves rentadas en el exterior.

La Armada destinará al esfuerzo conjunto tres de los cuatro avisos de origen ruso incorporados el año pasado. Estas naves tienen clasificación polar (es decir, casco reforzado) y si bien no son rompehielos pueden soportar diversas contingencias propias de las aguas antárticas. También afectará para tareas de abastecimiento al buque ARA Canal de Beagle, una veterana nave del Comando de Transportes Navales que abastecerá de combustible y pertrechos a algunos de los destinos polares. También el ARA Bahía San Blas brindará apoyo, aunque más limitado.

Mucha fue la controversia que originó la adquisición de los avisos rusos: las cuatro naves tuvieron un costo aproximado de 11 millones de dólares, y diversos sectores de la industria naval local cuestionaron sus prestaciones. Pero hasta el presente han demostrado (al decir de los hombres de la Armada) un comportamiento satisfactorio. De hecho vienen a suplantar a unidades con 70 años de uso.

"Hemos tomado la decisión de realizar esta campaña con medios propios, confiamos plenamente en el valor, profesionalismo y entrega de nuestras Fuerzas Armadas", dijo el ministro Martínez al despedir al primer contingente que zarpó en el mediodía del 6 de diciembre desde la Dársena B del puerto metropolitano con destino a la base Orcadas (la más antigua de las bases antárticas argentinas) perteneciente a la Armada Argentina. Esta primera incursión del aviso Puerto Argentino demandará 30 días de operaciones hasta su regreso.

Días pasados, en diálogo con Infobae el jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea, el brigadier general Enrique Amreín, veterano de Malvinas, se mostró totalmente confiado en la capacidad técnica y operativa de hombres y medios de la fuerza para cumplir con la tarea asignada. Será precisamente la aviación militar la que deba suplir con creces la carencia del rompehielos. La Armada en tanto tiene la difícil tarea de maniobrar en aguas peligrosas con buques que no son los ideales. Pero en Defensa apuestan fuertemente a la solidez profesional de marinos y pilotos. Infobae pudo saber que el próximo 22 de diciembre en FAdeA (Fabrica argentina de Aviones) se efectuará la prueba de vuelo del primer Hércules c130 modernizado íntegramente en el país

Cabe destacar, que el esfuerzo logístico va mucho más allá de la tarea militar, empresas como YPF y hasta el propio Mercado Central de Buenos Aires, pasando por numerosos proveedores privados, cotizan y licitan cada uno de los insumos necesarios para la campaña. En la anterior- y de acuerdo a lo que investiga la justicia-, se habrían cometido serias irregularidades en estas contrataciones.

LA CAMPAÑA EN NUMEROS

120 vuelos de la FAA previstos para la campaña antártica de verano (puente aéreo)

40 vuelos previstos a la base Marambio para el resto del año

$ 180.000 cuesta la hora de vuelo de un Hércules C130

US$ 17.456.866 se calcula que cuestan los medios navales y aéreos "campaña larga)

$ 41.111.897 cuestan los alimentos

1793 personas movilizadas, entre tripulaciones y dotaciones de relevo

4 meses será el tiempo total para realizar todas las operaciones. Las principales tareas a llevar a cabo son la reconversión energética a sistema renovable, cálculo de huella de carbono, análisis de eficiencia energética, selección de proyectos de infraestructura antártica, certificación ISO 14.000 a todas las bases e instalación de radioayudas en la base Marambio.

32 años es lo que falta para que expire el tratado antártico que sustenta la presencia argentina en la Antártida. Luego de ello nadie sabe a ciencia cierta si el país continuará en el continente blanco de la misma forma en que lo viene haciendo desde 1904.