Rocco Siffredi, ícono del cine porno, se confiesa en un documental

El que la prensa ha bautizado como “semental italiano” se viste para su último film en el que cuenta su vida y su experiencia en la profesión

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Con treinta años de carrera, 1700 películas, 6000 partenaires, y habiendo encarnado todas las fantasías que la mente humana puede concebir en torno al sexo, Siffredi ha decidido retirarse y lo hace con este documental (ver trailer al pie de la nota) en el cual habla de su vida partida entre la familia y la particular profesión a la que se ha dedicado.

En el sitio oficial de la película, puede leerse: "Rocco Siffredi es a la pornografía lo que Mike Tyson al boxeo: una leyenda viviente. (…) Pero el momento ha llegado, para el monstruo sagrado del sexo, de colgar los guantes".

En este documental de Thierry Demaizière y Algan Teurlai el actor cuenta su vida y los cambios de los que fue testigo en la industria del porno en estas tres décadas de trayectoria.

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Hijo de un obrero ferroviario de Ortona, localidad italiano de los Abruzos, sobre el Adriático, Siffredi es una de las pocas estrellas masculinas del porno. Su madre lo destinaba sin embargo a la Iglesia: lo quería sacerdote. Pero él abrazó con todo el destino que le fijaban su adicción al sexo y los atributos físicos -unos legendarios 26 cm- con que la naturaleza lo dotó para el rol. Pero a lo físico, se suma evidentemente una personalidad adecuada: nada de pudor para poder practicar el sexo en cámara sin artificios, disimulos, maquillajes ni flous.

Según la crítica del diario Le Monde, la pornografía es, para Rocco Siffredi, una forma de reinterpretar, negativamente, las obsesiones de un catolicismo barroco, a veces con humor y conciencia de sí. Una historia de Italia, 'de esta adorable Italia en la cual, según Balzac, la religión es un exceso y los excesos religión".

Y es justamente una metáfora religiosa la que suele usar Siffredi para hablar de su profesión: "La pornografía, a veces, es una cruz pesada de llevar".

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"Si la tuviese más corta, probablemente no sería Rocco Siffredi", admite sincera y crudamente el actor.  "Con frecuencia me llaman maestro o profe. Por un lado, me da risa. Pero cuando trabajo efectivamente soy un maestro".

Siffredi, que tiene dos hijos, de 17 y 20 años, vive en Budapest, Hungría, quizás por eso que dijo alguna vez de que "hacer porno en Italia es un acto de coraje". En su país de residencia, fundó la Siffredi Hard Academy, desde la cual produce películas del género.

"Estamos abiertos a todo, de la violencia al cinismo. Pero no a aquello que todos buscamos: el sexo. Fingimos que no nos concierne, cuando en cambio tenemos derecho a comprender y conocer. Empezando desde la escuela, donde todavía falta educación sexual", dice Siffredi, que una vez se ofreció voluntario para dar clases en colegios secundarios sobre su especialidad…

Como no fue aceptada su propuesta, canalizará su vocación docente abriendo un departamento dedicado a la educación sexual en su Academia. Será tanto para solteros como para parejas.

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El documental "describe la pronografía como un teatro, un simulacro con reglas precisas de sumisión y de dominación, de mentira'". En el film, justamente, se destaca una charla con Kelly Stafford, actriz del porno hard británico, explicando, muy en clave Historia de O, que en la dialéctica amo esclavo es en realidad el sometido el que impone su deseo al dominante.

Pero no hay sexo explícito en el film, ni se muestra "aquello" que hizo de Siffredi el mas famoso actor porno del género. Seguramente para evitar la censura.

De gira por varias ciudades presentando el documental sobre su vida, hizo un alto en Tornio para asistir a la Feria Erótica de la cual es invitado de honor. En Francia, en el estreno de Rocco lo recibieron como a una verdadera star, con alfombra roja y a sala llena, entrevistas en televisión y en los principales diarios. Pero nadie es profeta en su tierra y por eso en Roma, sólo unos pocos amigos fueron a la premiere. "Pero apuesto a que cuando llegue a la televisión todos los que se avergüenzan de verlo en el cine, porque quién sabe qué dirán los vecinos, lo mirarán", desafía Siffredi.

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En Italia, agrega, el porno es un camino de ida, sobre todo para las mujeres. Es por eso que "las muchachas italianas no quieren hacer porno: han entendido de qué pasta están hechos nuestros hombres y prefieren no arriesgarse".

"Me entristece cuando veo hombres que hacen de todo para intentar alargárselo (sic). No han entendido nada de las mujeres. Tampoco de la sexualidad, que está toda en el cerebro: el resto sólo son accesorios", declara.