Un hombre con síndrome de Down quedó huérfano y su maestra lo adoptó

Sucedió en la localidad rionegrina de Sierra Grande

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(www.rionegro.com.ar)
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Pablo Liberini tiene 40 años, padece síndrome de Down y, si bien tiene autonomía e independencia, necesita de alguien que lo cuide. Rosita Guizzardi es maestra, tiene 52 años y, como Pablo, vive en la localidad rionegrina de Sierra Grande.

Rosita y Pablo se conocieron cuando ella fue su maestra durante su adolescencia. Desde entonces, forjaron una relación que se intensificó cuando Sara, la madre de Pablo, murió: en ese momento, al padre de Pablo, Pío Liberini, comenzó a preocuparle qué le depararía a su hijo en el futuro, cuando él ya no estuviera.

En vida de Sara, ante la muerte de un vecino, y atendiendo a su edad avanzada, los padres de Pablo comenzaron a hablar con él sobre la muerte. En esas conversaciones, Pablo manifestó que cuando quedara solo, su deseo era ir a vivir con su maestra Rosita.

"Al otro día que falleció Sara, me empezó a llamar 'mamá' y a todo el mundo le dice que yo era su nueva mamá. De todas formas nuestra idea es que tenga siempre presentes a sus papás y a su familia. El vínculo está y va a seguir", dijo Rosita al diario Río Negro.

Pío y Sara le contaron a Rosita la decisión de Pablo. Ella y su familia lo tomaron naturalmente. Tras la muerte de Sara, Pío se ocupó de resolver las cuestiones legales, porque le preocupaba que su hijo pudiera terminar en una institución, al cuidado de desconocidos. Con el consentimiento de una jueza de familia, Pío firmó los papeles para otorgar la curatela del joven a Rosita y su marido.

Hoy en día, Rosita y su familia se mudaron a la casa de Pablo, para no sacarlo de su entorno, donde un portarretrato mantiene viva la memoria de Pío y Sara. A principios de este año, cumplió su sueño de hacer una gran fiesta para celebrar sus 40 años, de la que participó incluso su hermano Atilio, quien vive en Italia.