Mauricio Macri, cada vez más presionado para mostrar resultados de gestión

Luego de una serie de controversias que provocaron un descenso de la imagen positiva del Presidente, el oficialismo está obligado a marcar una bisagra. Inyección anímica para un Gabinete con inquietudes y malestar

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Mauricio Macri durante una reunión con familiares de la tripulación del ARA San Juan esta semana (Nicolás Aboaf)
Mauricio Macri durante una reunión con familiares de la tripulación del ARA San Juan esta semana (Nicolás Aboaf)

Apenas poco más de un mes después de las elecciones de octubre, en las que se impuso con holgura, Mauricio Macri no paró de caer.

Según las mediciones que habitualmente consume Marcos Peña, y que suele mantener en reserva, la expectativa en el Gobierno perforó por primera vez el 50% desde que Macri es presidente. Cayó 20 puntos: del 60 al 40% en los últimos tiempos.

Solo el 40% de los argentinos consultados cree que su situación va a ser en el futuro mejor que lo que es ahora.

Hasta ahora, el Gobierno había gozado de buenos niveles de popularidad -todavía los mantiene, a pesar de la baja-, a grandes rasgos, por dos variables. La expectativa que generó, y que aún mantiene aunque haya alcanzado su piso histórico desde que el líder de Cambiemos desembarcó en la Casa Rosada. Y la comparación con el pasado. Es decir, con Cristina Kirchner.

La tensión con Moyano, clave en estos días para la Casa Rosada (NA)
La tensión con Moyano, clave en estos días para la Casa Rosada (NA)

La evaluación de esas dos variables sitúan al Presidente ante un dilema. Frente a una gestión, en especial en el rubro económico, que todavía no consigue mostrar resultados concretos, el descenso en las expectativas de la sociedad y la derrota de la ex presidenta en las legislativas del año pasado, que la corren de la confrontación permanente, colocan al jefe de Estado en una posición incómoda.

Según un asiduo asesor de la Casa Rosada, el problema de Macri ahora se llama Macri. Con un alivio: el de contar enfrente con un peronismo que, si bien empieza a abroquelarse, está todavía lejos de la unidad y del reciclado.

El Gobierno se para frente a un momento bisagra, en vísperas de la campaña de reelección del próximo año que comenzará a debatirse más temprano que tarde. Con Cristina Kirchner derrotada y las expectativas al límite, el oficialismo está obligado a mostrar resultados de gestión. Solo la obra pública y los créditos hipotecarios arrojan señales positivas.

Veranos fatales

El primero, el del 2016, estuvo atravesado por la polémica en torno a los anuncios de aumentos en las tarifas y el nombramiento de los jueces Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz como miembros de la Corte Suprema en comisión, a través de un decreto, sin pasar por el filtro del Congreso.

El segundo, el año pasado, por el escándalo en torno a la condonación de la deuda que el Estado aún mantiene con el Grupo Macri por el Correo Argentino, una de las peores crisis del Gobierno que incluso puso en jaque el sistema de comunicación de la Casa Rosada.

Este verano, Macri no pudo remontar la caída en su imagen -descendió unos ocho puntos- desde la violenta discusión parlamentaria en torno a la Reforma Previsional, que le acarreó un enorme costo político.

Terminó de desgastarse con el traspié sufrido por el ministro Jorge Triaca después de la filtración del audio telefónico dirigido a Sandra Heredia, ex empleada de la familia. Y con la catarata de aumentos, desde alimentos, peajes y transporte hasta los combustibles y el dólar. Lo que en las encuestas se refleja como crecimiento de la percepción inflacionaria.

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La decisión de mantener al funcionario en su puesto y correr el eje de la discusión con el anuncio de congelamiento de sueldos para los puestos más altos del Estado nacional y la prohibición de contratar familiares directos de los ministros tuvo un doble efecto adverso. El de sostener a Triaca, y el malhumor interno generado a partir del anuncio, que todavía está lejos de disiparse.

Es cierto, como explican los encuestadores, que Cristina Kirchner gobernó durante años con las expectativas y casi todos sus números por el suelo. Pero incluso ahora, con más de una docena de ex funcionarios, empresarios y sindicalistas de peso tras las rejas, buena parte de los consultados aún ponderan la gestión de la ex Presidenta por sobre la de Macri.

Según confiaron a este medio, tanto en la Casa Rosada como en los principales despachos del Parlamento ubican a abril como el mes clave para empezar a torcer la balanza. "Ahí creemos que la economía debería empezar a mostrar resultados", esbozó un importantísimo dirigente del oficialismo de trato frecuente con el Presidente.

Será parte del temario que Macri compartirá con sus ministros en el retiro de fines de la semana entrante, en Chapadmalal. Una especie de inyección anímica en momentos de zozobra del gabinete por las esquirlas del caso Triaca. Hay fuertes versiones de que el ministro, que estuvo sumido en una fuerte bajón anímico, deberá abandonar el gobierno antes de mitad de año.

Es que hasta fines de marzo, abril, la principal inquietud pasará en gran medida por la tensión con un sector del sindicalismo, representado por Hugo Moyano, y la resolución de las paritarias. La figura de Moyano debe estar sobrevolando el almuerzo que el jueves compartió el jefe de Gabinete en su despacho con Jaime Durán Barba en su vuelta a la Casa Rosada. Al menos para el postre, Peña y el consultor también deben haber intercambiado visiones sobre las finanzas del ecuatoriano.

El Conurbano convoca todas las miradas

Maria Eugenia Vidal
Maria Eugenia Vidal

El verano volvió a asomar tan duro para Cambiemos que María Eugenia Vidal, la dirigente más popular del país, también perdió terreno en las mediciones. En su entorno preocupa "la calle", es decir, el contacto con la sociedad, en medio de la discusión docente.

La gobernadora tendrá su propio retiro en Chapadmalal semanas después del de Macri. La provincia de Buenos Aires es esencial para el proyecto de reelección de la Casa Rosada. El Conurbano bonaerense vuelve a cotizar en alza, aún cuando falta un año y medio para las elecciones.

El macrismo ya empezó a trabajar en distritos tentadores que hoy son gobernados por el PJ, como San Martín, Hurlingham, Esteban Echeverría, Avellaneda o Escobar. Varios de los candidatos que representarán a Cambiemos en esos municipios tuvieron su debut en Los Abrojos, la quinta de la familia Macri, a fin del año pasado. El anfitrión no fue el jefe de Estado, si no su sobrino Rodrigo Valladares, que teje en territorio bonaerense.

En algunos de esos municipios, como Escobar o incluso La Matanza, y hasta en Mar del Plata -el intendente oficialista Carlos Arroyo no tendrá segundo mandato-, ya se instalaron los equipos de Guillermo Garat, uno de los principales discípulos de Durán Barba. Cortesía de Horacio Rodríguez Larreta.