Julio De Vido: los desvaríos de un hombre arrinconado

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La democracia es ese sistema maravilloso donde cada cual tiene -y debe ser así- el derecho a decir cualquier cosa. El diputado nacional Julio De Vido, en la mañana de hoy, lo ejerció en toda su amplitud cuando dijo que su juzgamiento por la tragedia de Once forma parte de una persecución del gobierno de Mauricio Macri. Por suerte, por la misma libertad que le concede a él, el mismo sistema permite que se aclaren ese tipo de afirmaciones con datos concretos.

La tragedia de Once se produjo el 22 de febrero de 2012, hace exactamente cinco años y medio. El proceso judicial se realizó íntegramente durante el gobierno anterior. Es difícil sostener que los sucesivos fiscales y jueces actuaron presionados por el nuevo gobierno, ya que ni siquiera sabían cuál sería su signo político. La sentencia del tribunal oral fue emitida en diciembre de 2015, horas después de la asunción de Mauricio Macri.

El primer funcionario que investigó los hechos fue el fiscal Federico Delgado, tal vez el más irreprochable de los integrantes de la justicia federal. Seguramente De Vido no lo sepa, pero Delgado fue el fiscal que imputó a Mauricio Macri por la aparición de su nombre en las empresas familiares reveladas en los Panamá Papers.

En esa etapa temprana de la causa, Delgado concluyó que la tragedia no hubiera ocurrido sin la actuación venal de funcionarios de primer nivel y poderosos empresarios de transporte. Por eso, ya en el mismo año 2012, cuando todavía Cristina era fuerte en el poder, Delgado pidió el procesamiento de De Vido: faltaban más de tres años para la asunción de Macri. Ayer De Vido afirmó que nunca fue mencionado en el proceso de instrucción: oculta aquel pronunciamiento de Delgado.

La causa, como se sabe, le tocó al juez Claudio Bonadío, quien siempre tuvo una relación conflictiva con Delgado. Bonadío realizó un documentado trabajo de investigación sobre las razones que llevaron al desastre. Al referirse a la responsabilidad del maquinista, Bonadío incluyó un párrafo memorable: "Nunca se sabrá con certeza absoluta por qué el chapa número 16 corrió más de trescientos metros a casi 27 kilómetros por hora casi sin frenar y terminó chocando contra el paragolpe de la estación Once de Septiembre. Lo que sí se sabe es que Córdoba (el maquinista) estaba al comando de un tren sobrecargado de peso. Con un sistema de freno que si bien en las anteriores oportunidades había respondido, lo hacía con dificultad, carecía de dos compresores lo que hacía que la recuperación de presión demorara más tiempo que lo aconsejable por los estándares de prudencia y el manual del fabricante. Córdoba solo tenía dos años de experiencia, conducía un tren viejo con un importante diferimiento en cuanto a su mantenimiento general. Este tribunal no puede afirmar que Marcos Córdoba no haya cometido algún error en esos críticos momentos, por inexperiencia, miedo o desconocimiento, lo que sí puede afirmar es que se le había encomendado a un joven de 26 años con dos de experiencia la vida y la seguridad de más de dos mil quinientas personas y se le había dado una herramienta vieja, corroída e insegura".

Bonadío aceptó el pedido de Delgado de procesar a empresarios y funcionarios del área, con una sola excepción: Julio De Vido. Fue una decisión extraña. Si las cosas fueron como las describió Bonadío, De Vido debía ser procesado. Bonadío argumenta que prefirió demorar la decisión porque le faltaban pruebas.

Luego le tocó revisar el proceso al fiscal de Cámara y a la propia Cámara. Todos coincidieron en el enfoque: la tragedia no se produjo por un error del maquinista sino por responsabilidad de funcionarios y empresarios. Por eso, confirmaron los procesamientos y la causa llegó a juicio oral. En esa instancia, el fiscal acusó y pidió penas altas, que los jueces del tribunal oral, en gran parte, concedieron. El esquema conceptual que llevó a las condenas fue siempre el mismo: los muertos y heridos fueron producto de un sistema plagado de desidia y corrupción, que, en su cúspide, era conducido por la secretaría de Transporte y por la empresa TBA.

Hubo, además, infinidad de avisos sobre lo que estaba por suceder: informes de la Comisión Nacional de Transporte, de la Auditoría General de la Nación, amplias coberturas televisivas sobre la manera en que viajaban los trabajadores, rebeliones de usuarios, y hasta accidentes previos con muertos. Sin embargo, el sistema siguió funcionando como si nada: se desviaban los subsidios a empresas fantasmas, se permitía que los trenes salieran sin las mínimas condiciones de seguridad. ¿Podía ignorar un ministro todo eso que ocurría bajo sus propios pies?

Los dos subordinados que tuvo De Vido en el área de transporte –Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi- están condenados en juicio oral. El único privilegiado, en este sentido, es el propio De Vido: quedó afuera del proceso original por esa decisión tan polémica de Bonadío, que fue revertida ante una orden posterior del tribunal oral, cuyos vínculos con Macri son inexistentes.

De todas maneras, nadie está aún cumpliendo condena efectiva, porque la Justicia, como se sabe, tiene sus tiempos. En apenas tres años y medio, la causa fue resuelta en tres instancias. Pero luego llegó a la Cámara de Casación, que hace veinte meses la tiene completamente dormida. Se trata de la investigación de una de las tragedias más graves de la historia argentina, pero los señores jueces no se expiden.

Esa demora provocó una impactante solicitada que se difundió esta mañana, y que firman personalidades tan diferentes como Nora Cortiñas, Mirtha Legrand, Rubén Sobrero, Ricardo Darín, Elisa Carrió, Guillermo Francella, Sergio Massa, Juan Pablo Varsky, la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Juan Campanella, Victoria Donda, entre otros cientos.

Pese a la demora, que es consecuencia del sistema que hasta ahora lo ha protegido, De Vido será sometido a juicio oral a partir del 27 de septiembre. El tribunal deberá decidir hasta dónde le cupo responsabilidad por ser el Ministro del área: solo alguien acostumbrado a la impunidad puede sostener que ese debate, cuyas conclusiones aun están abiertas, no es pertinente. Va a ser muy interesante, en el juicio oral, escuchar cómo los ex subordinados de De Vido cuentan quién tomaba las decisiones en el Ministerio de Planificación. Varios de ellos, cuando estaban sentados en el banquillo, fueron muy específicos: las decisiones las tomaba Julio De Vido.

Ayer, además de denunciar a Macri por algo que no hizo, De Vido explicó que lo sucedido le "duele más que a nadie". Es raro, teniendo en cuenta que los muertos son hijos o familiares de otras personas, a las que nunca recibió. Pero la alusión a su sensibilidad es mucho más extraña aún, si se tiene en cuenta que no produjo ninguna autocrítica, ni le impidió continuar en el cargo de Ministro, o presentarse luego en la lista sábana que lo transformaría en diputado nacional, por decisión de su Jefa, en representación de una provincia en la que no nació y a la que está relacionado solamente a través de la lujosa mansión en la que descansa algunos fines de semana.

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