Carlos Martinangeli: "No me sorprende nada de lo que está pasando en Brasil"

El ex CEO de NEC se fue de la compañía en 2014. Ahora está dedicado a energías renovables, brindando soluciones con iluminación LED

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— Usted fue CEO de NEC para la Argentina durante 15  años, también cumplió funciones desde Brasil para la región, pero luego se tuvo que ir. ¿Qué fue lo que pasó?

— Fueron casi 16 años en esta compañía. En el año 2013 me promueven como el primer extranjero a cargo de una región geográfica, después de 115 años. Después de analizar la situación de la empresa, descubrí que no todo lo que brillaba era oro, propuse varios cambios que no fueron aceptados, y preferí dejar mi puesto.

— Antes de eso, ¿qué tipo de negocios desarrolló para NEC Argentina?

— Tomé la compañía en 1999, cuando NEC era prácticamente una proveedora de centrales telefónicas. Pero a mí me gusta transformar el entorno en el que vivimos y empecé a juntar la experiencia que había en la empresa en telecomunicaciones, la experiencia en computación, unimos ambas cosas, aprovechamos el proceso de digitalización de la telefonía que se desplegaba en la Argentina, y empezamos a ofrecer soluciones de tecnología. Empezamos a unir centrales telefónicas con computadoras, agregamos software para empezar a buscar desarrollar el concepto de ciudad inteligente, creamos en el 2001 la primera provincia totalmente digitalizada, San Luis, trabajamos en biométrica para identificar a las personas, pasaportes, control de fronteras, vendimos el voto electrónico en Bolivia, luego trabajamos en seguridad, cámaras para detectar caras. Integramos software con hardware que mejoren la vida de los ciudadanos.

— Con eso cambió el perfil de la empresa en la Argentina. Supongo que es lo que esperaban que desarrolle desde Brasil hacia toda América Latina. ¿Qué fue lo que pasó, entonces?

— Fue un tiempo difícil. La corporación empezó a mirar de manera diferente los negocios, por el modelo argentino. Pero en Brasil descubrimos que el manejo de los negocios no eran lo que estábamos acostumbrados, propuse cambiar el management entre distintas soluciones, pero nada fue aceptado. Y en menos de seis meses me fui de la compañía.

— ¿Sería por el entorno? Lo que está pasando con Odebrecht nos hace pensar que todo estuvo funcionando muy mal en Brasil,  en Argentina también, pero las dimensiones brasileñas asustan.

— Cuando vivía en Brasil, mediados de 2013 o 2014, era obvio que iba a pasar. Al punto que lo hablaba con mi familia, con amigos, elevé el tema a la casa matriz. Nada de lo que está pasando hoy me sorprende. Nosotros vimos de cerca negocios que se adjudicaban de manera extraña, casos de esta constructora que usted menciona, otros del área de comunicaciones. Prefiero no indagar demasiado, porque entiendo que son temas que están en la Justicia, acá y también en Brasil. Todo el mundo dice que le gustaría tener el gobierno de Suiza, la economía de Estados Unidos y el mercado de Brasil, sería la conjunción perfecta. Pero todo lo que estamos viendo, era obvio que iba a suceder. Brasil no se merece lo que está pasando. Además, agarraron una época de obra pública impresionante, por ejemplo, con lo que hubo que hacer para las Olimpíadas de 2016 y el Mundial de Fútbol de 2014. Se necesitaba no solo cemento, sino también tecnología, que NEC proveía, de un modo que yo no estaba de acuerdo. Era inmensa la cantidad de dinero que se manejaba.

— Ahora está en otra área de negocios. Cuéntenos de qué se trata.

— Sí, siempre me gustó ver áreas para la transformación. Y en el 2013 y 2014 empecé a estudiar la energía renovable, un mundo inmenso. Me interesaba ver qué se podía hacer en relación a la electrónica, donde tengo mi experiencia. Encontré que con el LED, una iluminación electrónica, no eléctrica, se trata de luz fría, yo podía aportar. Nos asociamos con gente en los Estados Unidos, invertimos dinero en una fábrica allí, que está en California, el headquarter está en Connecticut, y creamos Revolution Lighting, una empresa que cotiza en NASDAQ, donde proyectamos la distribución a través de Miami, Costa Rica, Uruguay y la Argentina.

— Tengo entendido que tiene de socio a alguien que nosotros conocemos bien aquí en la Argentina.

— Nosotros tenemos como socio al ex embajador de los Estados Unidos en la Argentina Noah Mamet, un orgullo para nosotros. Él tiene un gran compromiso con la energía renovable, de hecho hizo una transformación de la embajada y el consulado con iluminación LED.

— Mamet lo contó aquí en Infobae, lo decía con mucho orgullo cuando lo entrevisté, de qué modo había incorporado energía renovable en el Palacio Bosch.

— Qué bueno lo que me dice. Lo que pasa es que tenemos que evangelizar acerca de esta tecnología, que no se vende por catálogo. Hay que explicar y evangelizar por qué. Ahorra el 60 por ciento de energía, porque es una luz blanca, porque los pacientes de un hospital y alumnos de una escuela van a poder leer con esa luz blanca.

— ¿Por qué la llama luz fría?

— Porque el LED es una luz que se produce por excitación de átomos en un material que se llama silicio, la base de la creación de la computadora. Al ser una iluminación que se produce por ese efecto, es fría, porque no hay circulación de electrones, que calienta el cable. Consume la mitad de energía, o incluso el 75 por ciento menos.

— ¿Ustedes analizan el caso y resuelven la necesidad de energía de un espacio determinado?

— Claro, no vendemos LED, sino soluciones lumínicas; analizamos el lugar desde el punto de vista arquitectónico, la factura de electricidad, cuánto está consumiendo, elaboramos un ensayo de cuánto se va a ahorrar, y hay casos en los que proponemos financiar la instalación LED y que la cuota se pague con un porcentaje de lo que se ahorra de electricidad, una propuesta que estamos implementando sobre todo en colegios.

— ¿Hay una nueva oportunidad de inversiones en energías renovables?

— Totalmente. En energías renovables hay un montón para hacer. Específicamente en el tema de LED, el mercado de luz tiene un volumen de 80 billones de dólares, que solo el 10 por ciento es hoy de LED, en el 2015 será del 65 por ciento. Si extrapolamos a la Argentina, son índices similares. En Estados Unidos hay 2,5 billones de tubos fluorescentes, como los que conocemos acá, que son tóxicos, porque tienen gas, vidrios, etc. Y solo el 3 por ciento está cambiado a LED. El mercado es enorme, las posibilidades de ahorrar electricidad son enormes, y yo siempre digo que una ciudad inteligente empieza con una iluminación inteligente. Ningún edificio es seguro si no está bien iluminado; ningún entorno estará seguro sin buena iluminación.