¿Cómo evolucionó la relación entre Argentina e Israel?

El 26º aniversario del atentado a la Embajada de Israel en nuestro país es un buen pretexto para evaluar el estado de las relaciones bilaterales entre ambas naciones. Estas se encuentran hoy en una situación muy diferente a la de tan solo dos años atrás.

La reciente vista del primer ministro de Israel a nuestro país y los preparativos de la reciprocidad del presidente Mauricio Macri marcan el excelente estado del relacionamiento. A todo ello contribuyó el cambio del voto argentino en la Unesco en cuanto a la existencia del vínculo de Israel con Jerusalén. En las administraciones Kirchner, Argentina votaba en contra de la existencia de esos lazos ancestrales entre el pueblo judío y la capital de Estado. Hay dos elementos de la milenaria tradición judía muy conocidos por el común denominador de la gente, sea cual sea su religión, que unen simbióticamente al pueblo judío con Jerusalén: la copa de cristal que el novio pisa y rompe en el momento que está contrayendo matrimonio, en recuerdo de la destrucción de Gran Templo en Jerusalén, del que solo queda hoy su muro occidental o Muro de los Lamentos, y la orientación del rezo judío, que siempre es tomando como punto cardinal Jerusalén. La administración Macri, haciendo honor a la verdad histórica, promovió el cambio del voto argentino y se abstuvo.

Otros elementos que contribuyeron al deterioro de las relaciones entre Argentina e Israel en la última década fueron, por un lado, el memorándum de entendimiento argentino-iraní, el eje de alianza Argentina-Venezuela-Irán y, por el otro, el reconocimiento de Palestina como Estado y su promoción e impulso en el Mercosur, más la hoy diluida Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

¿Qué sabemos hoy sobre el atentado a la Embajada de Israel? Está claro que detrás del atentado estuvo Irán. Que "agentes diplomáticos" de ese país se movieron los días previos al atentado transitando entre países limítrofes, con la protección que les otorga la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, y que Hezbollah y su brazo militar, Yihad Islámica, financiado por Teherán, fueron el aparato humano encargado de volar la sede israelí y dejar 22 muertos y cientos de heridos. Sin embargo, 26 años después, no hay un solo detenido ni condenado.

A partir de la creación, en 1997, de la Secretaría Especial en la Corte Suprema de la Nación, encargada de la investigación del atentado, la Justicia argentina avanzó en lo que pudo con respecto a la investigación del atentado a la Embajada y, en 2006, el hecho criminal fue declarado como imprescriptible. Sin embargo, desde los días posteriores al atentado terrorista y hasta hoy, nuestras ciudades cambiaron para siempre su fisonomía: pilotes, defensas, cámaras de seguridad, guardias presentes en cada una de las instituciones judías en el país, lo que nos recuerda que los terroristas aún pueden estar al acecho.

La cooperación internacional sigue siendo la herramienta esencial para luchar contra el terrorismo internacional. Sin embargo, los servicios secretos de Estados Unidos y Europa se han negado a colaborar en la investigación del atentado a la Embajada de Israel. Es aquí donde el Poder Ejecutivo Nacional debe utilizar la herramienta de diplomacia presidencial para generar ese flujo de información tan importante para llegar a la verdad.

En este sentido, hace pocos días el nombrado embajador de los Estados Unidos en nuestro país, Edward Prado, anunciaba su disposición a colaborar en que se haga justicia en la causa de la voladura de la AMIA. Sería oportuno también que dicho empeño sirviera para la causa Embajada, ya que detrás de ambos atentados se oculta la misma matriz terrorista financiada desde Irán.

El autor es doctor en Ciencia Política. Profesor de la carrera de Ciencia Política. Asesor internacional.