Consolidemos el cambio, aseguremos la democracia

Diego Lo Tártaro

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Con el doctor Raúl Alfonsín recuperamos la democracia, luego, con los gobiernos que lo sucedieron, esta fue sufriendo sucesivos tropiezos que nos hicieron dudar y temer que pudiera subsistir. Finalmente, en diciembre del 2015, se vislumbró nuevamente en el horizonte la vuelta a la institucionalidad plena del país.

Volver a construir sobre los escombros siempre, en cualquier momento y circunstancia, resulta una tarea difícil y compleja, pero mucho mayor cuando ello tiene alcances no sólo a nivel nacional, sino también provincial y municipal. Todas las áreas del Estado están en emergencia. Las nuevas autoridades cometieron un pecado original al asumir el gobierno: no exponer de forma explícita qué encontraron. Hoy querer volver atrás y enmendar este error de comunicación es imposible, las consecuencias la están padeciendo al tener que asumir la herencia como si fueron actos propios.

Sólo vale tomar de ejemplo algunas áreas del Estado y sectores de la sociedad anarquizados:

-En la educación, nos encontramos con gremios que no defienden los intereses de maestros y profesores sino que sólo responden a intereses políticos sectoriales, con las consecuencias en el tremendo deterioro de la enseñanza que solamente pagan los alumnos.

-En la inseguridad a que estamos expuestos a diario por activistas sociales encapuchados que amenazan con garrotes y que atentan con bombas molotov a establecimientos de enseñanza y organismos estatales, que diariamente coartan la libre circulación de los ciudadanos.

-De supuestos aborígenes mapuches que tratan de reivindicar falsos derechos sobre tierras por ellos ahora usurpadas y autotransformadas en "tierras sagradas".

-De la mafia del narcotráfico que corrompe, anarquiza las instituciones y destruye y mata físicamente a quienes consumen.

-De dirigentes gremiales que en muchos casos no luchan por los intereses de los trabajadores sino que buscan el mantenimiento de sus prebendas personales.

-De empresarios que boicotean cualquier acción destinada al equilibrio económico porque defienden sus cotos de negocios.

-De políticos que se quedaron en el pasado, imbuidos en la convicción de que la corrupción es sólo un mal menor que con resignación debemos asumir.

De una Justicia que demora hasta el cansancio para expedirse, inclusive cuando la víctima es un par; valga de ejemplo el caso del fiscal Alberto Nisman.

Tan grande es el desorden recibido que alcanzó inclusive a entidades religiosas u organizaciones sin fines de lucro que tienen como propósito la caridad y que sirvieron para encubrir la corrupción, la evasión impositiva y el lavado de dinero. Como es el caso de lo acontecido con los bolsos llenos de dólares del señor José López, dinero que al día de hoy no sabemos si es de él, y en el supuesto de que así fuera, cómo lo obtuvo, quién o quiénes se lo dieron y por qué.

Continuar enumerando las consecuencias de la corrupción y el desgobierno a esta altura resulta superfluo. Tan profundo es el desorden y la confusión en que estamos sumidos los argentinos que el apego a la disciplina, el orden, el respeto y el acatamiento a las normas y las reglas de convivencia son sinónimo a la pérdida de la libertad y el sometimiento a la dictadura. Es el momento de mirar al futuro sin dejar de prestar atención al espejo retrovisor para no volver al pasado. Cuando es tan grande la tarea a encarar, los logros se diluyen en ese océano de dificultades. Sin embargo, estamos recuperando el respeto de la comunidad internacional, estamos tratando de doblegar la inflación, estamos combatiendo sin pausas ni distracciones la corrupción y el narcotráfico, estamos tratando de ser previsibles y transmitir que nos guía el sentido común y el bien común.

Ahora bien, la administración del presidente Mauricio Macri se conduce con un pronunciado gradualismo en todas las áreas del Estado. Si bien para algunos sectores de la conducción económica sería lo aconsejable y más acertado, ya que la política del shock económico podría provocar consecuencias muy graves en la población con menos recursos y originar conflictos sociales, el gradualismo es la forma del accionar político adoptado por el gobierno. Esto, cuando prácticamente sólo le faltan poco más de dos meses para completar la mitad de su mandato, da por resultado pocos logros pero sí destacables y un sinfín de disconformes. Los resultados están a la vista, la ex Presidente se presenta y actúa en plena campaña electoral como si fuera una inocente de inmaculado pasado. Cuidado que actuar tarde muchas veces es sinónimo de nunca y olvido; tengamos presente que para que se haga realidad el nunca más, no debe haber olvido.

No dudemos de que estamos ante la difícil coyuntura de recuperar la sensatez y la dignidad como ciudadanos y así preservar la república, que el camino a recorrer es muy dificultoso, por ello debemos recordar y ver la patética imagen que a diario nos muestran quienes ya se fueron y quieren volver. Esto nos debe alentar para consolidar el camino emprendido; no claudiquemos ante los obstáculos que a diario nos presentan los falsos profetas del apocalipsis, que el pasado vivido y el futuro a construir nos dé la fuerza necesaria para asegurarnos la democracia y la república para nosotros y para quienes nos sucedan en la vida.

El autor es presidente de IADER.