Por qué el mundo debe prestar atención al próximo Congreso del PC chino

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La apertura de China al mundo es todavía muy reciente, en términos de la Historia universal, pero su presencia en el escenario internacional ha crecido exponencialmente en este "breve" período, volviéndola un factor ineludible en la construcción del orden mundial. Por ello, el resultado del próximo Congreso del Partido Comunista Chino, que se realizará probablemente el próximo 18 de Octubre, tendrá una influencia duradera en los acontecimientos por venir. En consecuencia, nada de lo chino debe serle ajeno al resto del mundo.

Una sociedad con cerca de 1400 millones de habitantes ha convertido a este país en el mayor mercado del mundo por lejos, en cuanto a demanda de bienes y servicios. El año pasado, el mercado chino absorbió la compra de 28 millones de automotores, contra 18 millones de los Estados Unidos. Los usuarios de Internet suman más de 700 millones y en casi todos los rubros el mercado chino supera al de cualquier otra nación. Proliferan sus industrias y construcciones por todo el territorio, teniendo China una red de trenes de alta velocidad muy superior a la de cualquier otro país, y su industria produce 1.000 millones de toneladas anuales de acero, equivalente al 50 por ciento mundial.

Nada de lo chino debe serle ajeno al resto del mundo

El presidente Xi Jinping será elegido por otro período de 5 años en la 19 reunión del Congreso del Partido Comunista y se estima que tendrá éxito en colocar a algunos de sus más estrechos colaboradores, que le son muy fieles, entre los 25 miembros del Politburó, de los cuales se eligen luego los 7 miembros del Comité Central que son quienes realmente conducen la política del país, tanto en el orden interno como en el externo.

Xi Jinping, junto con Mao y Deng Xiao Ping, ostenta el título de "core" líder, lo que le otorga un status de supremacía en la liturgia del Partido Comunista Chino, estimando algunos analistas que al fin de su segundo mandato (2022), intentaría lograr un tercero, hasta el 2027, o directamente abolir la regla no escrita de que los mandatos del presidente no deben durar más de 10 años y de que los miembros del Politburó de 68 años o más deben retirarse al reunirse el Congreso.

Por ello, para no atarse a ninguna regla instituida por sus predecesores, aspira a tener en el Politburó a Wang Qishan (68 años), uno de los funcionarios más poderosos de China, su brazo derecho en la campaña anticorrupción que emprendió cuando asumió el poder y que le serviría de antecedente para continuar cuando culminen sus dos períodos en el 2022.

Xi Jinping es un nacionalista que rechaza el preconcepto de que China debe imitar los valores y las instituciones políticas de Occidente. Considera que su país tiene una tradición milenaria que es la que debe inspirar a la sociedad y a las nuevas generaciones, tradición que para él es superior al Occidente de esta época, por ello cree que China puede liderar el mundo, aunque lo exprese del modo más sutil posible por conformar el triángulo de poder con Estados Unidos y Rusia.

El gran maestro del presidente chino es Confucio

Para el presidente Xi, no sólo hay que observar las enseñanzas de la Revolución China, sino que debe irse mucho más atrás y bucear en los clásicos para orientar el rumbo filosófico y estratégico de la China actual, siendo sus preferidas las obras de Confucio, de Mencio, de Tsze Sze, Chu Hsi y de otros filósofos y poetas chinos de la más remota antigüedad.

El gran maestro del presidente chino es Confucio y sus enseñanzas, resumidas en las famosas Analectas, con su norma suprema de respeto absoluto a la autoridad, respeto a la sabiduría, respeto al orden civilizado, respeto a la familia, respeto a los ritos antiguos, respeto a la educación y a los mandarines. Sesenta y ocho años de ateísmo marxista en el poder no han modificado ese sustrato.

Es posible entonces que el presidente Xi Jinping vea una eventual visita del Papa Francisco, no sólo como la de un Jefe de Estado y líder religioso de más de 1200 millones de fieles, sino como la de un emisario de verdades espirituales, capaz de tender un puente cultural entre Oriente y Occidente.