La embajada argentina en Washington y una designación bisagra

Martín Litwak

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El 3 de abril de 2017 el hoy candidato a diputado por la Ciudad de Buenos Aires, Martín Lousteau, abandonó intempestivamente su puesto de embajador argentino ante los Estados Unidos. Así, dio comienzo a un largo período de transición durante el cual el Gobierno argentino prefirió, en lugar de designar a alguien en forma interina, tomarse su tiempo para elegir al candidato ideal.

Si bien el tiempo que ya ha transcurrido desde aquella fecha hasta el día de hoy, casi seis meses, ha despertado críticas tanto entre quienes apoyan al Gobierno como entre quienes se oponen, toda situación admite también lecturas positivas y esta no es una excepción. En efecto, el Gobierno ha tenido un considerable tiempo no sólo para analizar posibles candidatos y perfiles de gestión, sino también para replantearse los objetivos que debe cumplir quien represente al país ante la principal economía del mundo.

Si bien dirigir una embajada como esta es siempre un desafío, este desafío es más grande aún si se tiene en cuenta que el actual gobierno norteamericano está muy lejos de ser un gobierno típico. Independientemente de que Donald Trump haya ganado las elecciones representando al Partido Republicano, desde la campaña se ha venido comportando como un candidato independiente que solamente escucha a su círculo más íntimo. Este círculo está compuesto por sus hijos mayores, Donald Trump Jr. e Ivanka Trump; su yerno, Jared Kushner; y tres o cuatro personas más, algunas de las cuales inclusive se han alejado formalmente de la Casa Blanca.

Adicionalmente a las características atípicas de la administración Trump, el contexto geopolítico en América Latina también presenta desafíos y oportunidades. Pero comencemos por el principio.

De acuerdo con el artículo tercero de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, de fecha 18 de abril de 1961, que entró en vigor también en el mes de abril pero de 1964, las funciones de una misión diplomática consisten principalmente en: (a) representar al Estado acreditante (Argentina) ante el Estado receptor (Estados Unidos); (b) proteger en el Estado receptor los intereses del Estado acreditante y los de sus nacionales, dentro de los límites permitidos por el derecho internacional; (c) negociar con el gobierno del Estado receptor; (d) enterarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la evolución de los acontecimientos en el Estado receptor e informar sobre ello al gobierno del Estado acreditante; (e) fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones económicas, culturales y científicas entre el Estado acreditante y el Estado receptor. Se trata, obviamente, de una definición genérica que aplica a todos los Estados y a todas las embajadas.

Desde mi punto de vista, y lo he manifestado en más de una oportunidad, adicionalmente a estas tareas de representación, que constituyen claramente uno de los ejes sobre los cuales hay que trabajar, existen otros cuatro pilares que se han descuidado, al menos en el caso de la embajada en Estados Unidos.

Me refiero, en concreto, a los siguientes:

-Facilitar la colocación o la venta de productos o servicios argentinos en Estados Unidos. Si bien las exportaciones vienen creciendo en el país desde hace un tiempo, hay dos fenómenos sobre los cuales es preciso trabajar. En primer lugar, el 75% de estas se encuentra concentrado en aproximadamente cien empresas; quedan fuera no sólo empresas pequeñas y medianas, sino también muchas empresas grandes. Por otro lado, Estados Unidos, la principal economía del mundo, ha caído al cuarto o quinto destino en un ranking que hace años lideran Brasil y China.

-Contactar inversores institucionales norteamericanos que pudieran estar interesados en invertir en Argentina. Mucho se ha hablado de las inversiones que van a llegar y que aún no parecen materializarse con toda la fuerza que el Gobierno querría ver. Entiendo que una actitud proactiva constante en Estados Unidos, donde se encuentran basados más de la mitad de los fondos de inversiones institucionales que existen en el mundo, podría ayudar a cambiar esta realidad.

-Consolidar al país como líder regional. Tradicionalmente, los aliados más fuertes de Estados Unidos en la región han sido México, Colombia, Chile y Brasil, anecdóticamente los únicos cuatro países de América Latina con los cuales se ha firmado un acuerdo para implementar FATCA. En la actualidad, la relación entre Estados Unidos y México no pasa por su mejor momento y los otros tres países mencionados atraviesan distintos desafíos a nivel local que hacen que sus gobiernos estén focalizados más en el frente interno que en el externo. Por primera vez en décadas, Argentina puede, si se lo propone, asumir un papel de liderazgo en la región.

-Trabajar para que haya una mayor unión e interacción entre los expatriados argentinos y para que estos colaboren más con la embajada en particular y con Argentina en general. Quien ha vivido en el exterior seguramente ha observado que la cohesión entre expatriados de otras nacionalidades es mayor a la que existe entre los argentinos, y que en estos últimos hay, en general, una suerte de enojo para con Argentina que redunda en una falta de colaboración. Estos son temas en los que se debe trabajar en conjunto con los consulados argentinos que hoy existen en los Estados Unidos. Recordemos que Estados Unidos es el país que la mayor parte de los expatriados argentinos elige para vivir y que actualmente residen allí aproximadamente 250 mil argentinos.

Los objetivos expuestos solamente se podrán alcanzar sobre la base de esfuerzo, foco y trabajo en equipo, y siempre y cuando se cuente con el apoyo del Poder Ejecutivo, la cancillería y eventualmente de algunos otros ministerios.

La relación con los Estados Unidos siempre presentó desafíos y dificultades, pero el contexto geopolítico regional actual ofrece un sinnúmero de oportunidades que, estoy convencido, Argentina puede y debe aprovechar.

El autor es socio principal de la firma Litwak & Partners, una boutique de servicios legales especializada en fondos de inversión, finanzas corporativas, planificación patrimonial internacional y amnistías fiscales en América Latina.