¿Qué reforma impositiva necesitamos?

José Castillo

Compartir
Compartir articulo

El ministro Nicolás Dujovne anunció que ya está próxima la presentación de un proyecto oficial de reforma impositiva. Asusta. Mucho más cuando sabemos que esto forma parte de la agenda contra los trabajadores que acompaña a la reforma laboral, léase "flexibilización laboral", y a la reforma jubilatoria, léase "aumento de la edad jubilatoria".

Es un lugar común la queja de determinados sectores del empresariado y el establishment económico acerca de la alta presión impositiva. Vale la pena rehacer la pregunta: ¿en la Argentina se paga poco o mucho de impuestos? La respuesta real es que los sectores populares soportan una terrible carga tributaria: empezando por el IVA, el más regresivo de los impuestos, con una de las alícuotas más altas del mundo. Siguiendo por otros tributos fácilmente trasladables al precio final de los bienes de consumo, como ingresos brutos. Y, además, por la deformación perversa de impuestos que deberían ser progresivos, como ganancias, hoy transformados para muchos trabajadores en un virtual impuesto al salario.

La contracara es la baja carga relativa sobre los sectores de mayores ingresos y riqueza: un impuesto a las ganancias con miles de formas de evadirlo o eludirlo, exenciones absurdas, como la renta financiera, o incluso impuestos a la riqueza irrisorios o con mecanismos de valuación que los transforman en algo que en los hechos no afecta a la persona que tiene que tributar, como los distintos impuestos inmobiliarios provinciales. El diagnóstico es claro y sencillo: el carácter fuertemente regresivo de la estructura tributaria argentina.

Frente a esta realidad, se impone una verdadera reforma tributaria. Pero que está en la antípodas de la que propone el gobierno de Cambiemos. Hay que eliminar el IVA sobre el conjunto de los bienes que integran la canasta familiar. Se debe terminar con la aberración de que los trabajadores paguen impuesto a las ganancias. Como contrapartida, hay que terminar con las exenciones impositivas a los sectores poderosos: la renta financiera debe tributar ganancias, con la máxima alícuota. Los jueces también deben pagar. Se deben reponer las retenciones a las exportaciones agropecuarias y megamineras. A nivel provincial, hay que proceder a recalcular el valor fiscal de todas las propiedades inmuebles, urbanas y rurales. Según la localización, los metros cuadrados de construcción, la calidad de la obra o las hectáreas, en el caso rural, se debe fijar un impuesto inmobiliario fuertemente progresivo. Y, por sobre todo esto, se debe crear un impuesto especial a las grandes fortunas y superganancias, con altas alícuotas.

Se trata, en síntesis, de dejar patas para arriba de verdad a nuestro sistema tributario. Modificándolo de raíz por uno nuevo, donde efectivamente paguen más y financien al fisco los que más tienen y más ganan, para poner todos esos recursos al servicio de resolver las urgentes necesidades populares de trabajo, salario, jubilación digna, salud, educación y vivienda.

El autor es economista. Dirigente de Izquierda Socialista y del Frente de Izquierda.