La CGT cambia o muere

La CGT puede y debiera jugar un papel central en contribuir a resolver problemas nacionales. Pero para ello necesita renovar sus ideas

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No hay disco rayado más reiterativo que las proclamas de los dirigentes de la CGT, al punto de que, si se toma un texto de 1946 y se lo compara con lo expresado en la reciente huelga general, no existe prácticamente ninguna diferencia, ni de contenidos ni de lenguaje.

Esto revela con una innegable claridad la pobreza de ideas, de conocimientos, de visión, de los sucesivos dirigentes que están a cargo de la CGT, unificada o no. Todo el poder que tienen sólo se limita a declarar huelgas generales una y otra vez como un fin en sí mismo, sin respeto a ninguna otra consideración.

Por sobre todas las cosas no han sabido elaborar un cuerpo de ideas que hiciera posible que la CGT fuese considerada como un factor de primer orden en la construcción de una Política Nacional, y no solo como un elemento de protesta puramente contestatario.

Tenemos un ejemplo notable en el hecho de que el gobierno de Mauricio Macri acordó con los sindicatos devolverles los $ 30.000 millones que había retenido Cristina Kirchner como una forma de castigar a los sindicatos rebeldes. Una parte se las pagó al contado -una cifra que no supera los $ 2.000 millones- y cancelaría el resto con la entrega de títulos de la deuda soberana.

Esto era y sigue siendo una brillante oportunidad para que la CGT, en nombre de todos los sindicatos y sus afiliados, pudiese negociar con el gobierno el primer paso para crear un Fondo para el financiamiento de viviendas con condiciones ventajosas para los trabajadores, superando la oferta de créditos de los bancos oficiales.

La CGT puede ser protagonista de primer nivel en la creación de un gran consenso nacional sobre temas básicos, a condición de renovar profundamente sus ideas, discursos y propuestas

Esto era y sigue siendo perfectamente posible, mediante una ingeniería financiera con algo de imaginación, lo que le daría a la CGT una gran influencia como factor creativo de la sociedad, con lo cual empezaría a ser respetada como un centro de poder intelectual a tomar en cuenta, algo que hoy no sucede en modo alguno.

No sólo en este tema, sino en muchos otros, la CGT puede y debiera jugar un papel central en contribuir a resolver problemas nacionales. Por ejemplo, en lugar de dejar que los capitostes de la Anses tomen decisiones a su antojo en el tema de las acciones privadas en manos del organismo, cuyo valor se estima en no menos de u$ 3.000 millones, permitiendo oscuras maniobras y sospechas de connivencia con grupos empresarios, la CGT debiera hacer una propuesta para que se vendieran esas acciones en una licitación abierta y los fondos recaudados se destinasen de manera exclusiva a inversiones en proyectos de infraestructura social.

¿Cómo es que la CGT no ha creado un Banco Sindical de primer nivel con un poder crediticio extraordinario, dirigido en forma exclusiva a financiar proyectos de gran interés para el mundo sindical? ¿Cuántas empresas que se cierran, podrían ser manejadas por su personal si tuvieran el necesario apoyo financiero?

¿Cuál es el pensamiento de la CGT en materia de integración económica? ¿Por qué defienden siempre la política fracasada una y otra vez de un dólar barato y un peso caro, cuando es totalmente contraria a la posibilidad de lograr el pleno empleo? ¿Por qué (pareciera) que prefieren la inflación a la estabilidad monetaria, cuando la primera es una máquina de generar pobreza, marginalidad y desempleo?

Tampoco se va a ningún lado con ser el brazo sindical del Peronismo, si no ayudan primero a reformularlo

A semejanza de otras grandes centrales laborales, la CGT podría ser uno de los más poderosos centros de poder económico del país, en condiciones de discutir, negociar y ofrecer ideas en los más grandes temas nacionales, porque todos ellos influyen de una manera u otra en las condiciones de vida de los asalariados. Con paros, con huelgas, con protestas y movilizaciones a Plaza de Mayo (solamente) no se va a ningún lado, y tampoco se va a ningún lado con ser el brazo sindical del Peronismo, si no ayudan primero a reformularlo. Ese modelo agoniza y puede ser sepultado por la Historia, pero la CGT puede ser un protagonista de primer nivel en la creación de un gran consenso nacional sobre temas básicos de la Nación, a condición de renovar de manera profunda sus ideas, sus discursos, sus mensajes y sobre todo sus propuestas.