Suspensión de Eduardo Freiler: limpiando la corrupción K

Esos jueces deberán ser removidos también y reemplazados por gente intachable que no esté vinculada con la política y que contribuya, con su nueva moral, a despolitizar la Justicia de una vez y para siempre

Compartir
Compartir articulo

La suspensión y la habilitación del juicio político de Eduardo Freiler es una gran noticia en el sentido de desandar el camino minado dejado por el kirchnerismo para que la corrupción y el robo que ellos protagonizaron no pueda ser investigado.

Recordemos que Freiler es un juez que no ha hecho otra cosa que trabajar en Tribunales y tiene por casa una mansión que ningún magistrado honesto podría comprar, se dedica a coleccionar autos clásicos, posee caballos de carrera, campos en varios lugares de la geografía nacional y un patrimonio líquido de millones de pesos que no pudo explicar en la audiencia en la que el kirchnerismo lo salvó de la expulsión.

El lugar del Consejo de la Magistratura que permitió su separación del Poder Judicial era ocupado por el senador kirchnerista por San Juan Ruperto Godoy, cuya remoción fue ordenada por la Justicia al constatar que no era abogado. Cómo el kirchnerismo, con la jefe de esa banda a la cabeza, logró incorporarlo sin ese requisito es un misterio que solamente la desvergüenza puede explicar.

Godoy, no conforme con ser un quinta columna en el Consejo para impedir las investigaciones de los crímenes del Estado kirchnerista, se transformó en un protagonista impensado de la interpelación a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a quien acusó de pertenecer a un gobierno que hace desaparecer personas forzadamente como la dictadura.

La ministra lo frenó rápidamente. Pero ese hecho no invalida el coraje de Godoy para hacer semejante imputación a un gobierno legítimo que, entre otras cosas, está tratando de investigar las desapariciones ocurridas durante el kirchnerismo, entre otras, la de Julio López y la (directamente física) de Alberto Nisman.

Terminar con los Freiler en la Justicia llevará tiempo. El kirchnerismo sembró de Freiler el aparato judicial, incluida la Procuraduría General. Fue parte de la preparación del terreno de su retirada del gobierno y de su pretensión de no retirarse del poder.

Pero sus fichas comienzan a desmoronarse. También hay que decir que, conociendo la inmoralidad de varios jueces, no sería extraño que, con el resultado de dos elecciones perdidas consecutivamente por el kirchnerismo, ahora empiecen a condenarlo. Pero, con todo, el avance que eso significaría, si la vida fuera una foto, no es suficiente cuando comprobamos que, lejos de serlo, la vida es una película.

Esos jueces deberán ser removidos también y reemplazados por gente intachable que no esté vinculada con la política y que contribuya, con su nueva moral, a despolitizar la Justicia de una vez y para siempre.

Que fuera posible alguna vez (y que aún lo sea) que una agrupación al servicio de una persona colonizara los sillones de los jueces (Justicia Legítima) es algo sencillamente inconcebible en una república. Que una agrupación abiertamente partidaria, que no disimula para nada su pertenencia, ocupe los lugares donde se toman las decisiones sobre la vida, la libertad y la fortuna de los argentinos, es un delirio impensable para la Argentina del futuro.

¡Cómo es que fue posible que llegáramos a eso! ¿Que un juez, abiertamente, antes de juzgar nada, diga: "Yo tengo la camiseta de este equipo puesta" y que no haya pasado nada; que los argentinos lo hayamos aceptado (y aún lo aceptemos con naturalidad)? Que un juez tenga la camiseta de un color lo invalida ipso facto para ser juez. En la Argentina no sólo no ocurrió eso sino que Justicia Legítima se presentó abiertamente, a cara descubierta, con un propósito que hizo público.

Únicamente un país que esté muy dado vuelta de pies a cabeza puede permitir eso. Por eso la suspensión de Freiler es solamente el primer paso en el sentido de liberar al Poder Judicial de tanta podredumbre.