El erróneo intento antiinflacionario

Agustín D’Attellis

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La incorrecta concepción monetarista del fenómeno inflacionario conduce al Banco Central a un error que terminamos pagando todos. Bajo la idea de que la única causa de la inflación es el ritmo de emisión monetaria, el Banco Central, con el objetivo de retirar pesos del mercado, generó un stock de Lebac que ya supera los 850 mil millones pesos, por encima de la base monetaria, con necesidad de renovación de muy corto plazo a tasas de interés altas y crecientes.

La presencia de estas altas tasas de interés estimula la especulación financiera, no sólo para los ahorros domésticos, sino también para los capitales internacionales, que hoy en día pueden fluir libremente a partir de la eliminación de todo tipo de regulación sobre ellos. Este ingreso de capitales es el que mantiene estable el tipo de cambio, que va generando pérdida de competitividad cambiaria frente a precios internos que siguen creciendo fuertemente. Este comportamiento del tipo de cambio real explica la dinámica del sector externo, con exportaciones que crecen a un ritmo muy bajo (0,8% anual en la última medición) e importaciones que aumentan fuertemente (24% anual a mayo).

Estos movimientos conducen a un déficit comercial acumulado en los primeros cinco meses del año que asciende a los 1.863 millones de dólares. Asimismo, los fuertes incentivos a la especulación financiera actúan en detrimento de la inversión productiva, que tampoco encuentra atractivo, con un mercado interno debilitado y con pérdida de competitividad en el frente externo. Todo esto condujo a la economía a una recesión, lo que hace que finalice el año 2016 con una caída del PBI de 2,2 por ciento.

Por otro lado, la inflación, luego de haber finalizado el 2016 por encima de un 40%, apunta a finalizar el año en curso en torno a un 25%, recesión mediante. En síntesis, nos conducimos a una inflación similar a la de 2015, pero con pérdida del poder adquisitivo de los salarios, caída del consumo interno, caída de la producción industrial y recesión económica. La receta de buscar contener la dinámica inflacionaria contrayendo la actividad económica fracasa nuevamente y evidencia muy altos costos, no sólo en la actualidad sino también condicionando el futuro próximo.

En la Argentina existe una muy alta concentración tanto en la producción como en la comercialización, que afecta a productos de la canasta básica. Se observan así comportamientos de abuso de poder de mercado de parte de quienes forman parte de estos oligopolios, que perjudican a los extremos de la cadena de valor. Por un lado, pequeños productores ahogados al tener que enfrentar precios muy bajos y, por el otro, consumidores a los que no les rinde el salario para enfrentar sus consumos básicos. Esto último se evidenció en las largas colas con horas de espera observadas recientemente en los supermercados, en busca de una promoción que permite recuperar el 50% del valor de la compra, con un tope de devolución en 1.500 pesos.

En el medio, grupos concentrados obtienen rentabilidades extraordinarias que terminan, dados los estímulos descritos anteriormente, direccionadas a la especulación financiera. En productos de economías regionales, la diferencia entre los precios percibidos por el productor y aquellos enfrentados por el consumidor en promedio alcanza las siete veces. En muchos casos alcanza diferencias mucho mayores a ese promedio. Terminar con esto requiere de voluntad política y capacidad de gestión.

En lo inmediato urge la convocatoria a una concertación económico-social, con los actores relevantes, acordando un esquema de tarifas, precios y salarios. Luego, debe trabajarse desde el Estado para desconcentrar mercados, evitar abusos, generar competencia y estimular la producción nacional. En el caso citado de las largas colas en los supermercados, el gobierno debería explicar por qué, a través de un banco público, estimula la concentración conduciendo al público masivamente a grandes cadenas comerciales, lo que permite además comportamientos abusivos por parte de estas, en perjuicio de los pequeños comercios.

El autor es economista y precandidato a diputado nacional por Cumplir.