Trump apuesta por la paz con su renovada alianza con Israel

Trump pero ha tenido la visión suficiente de reunirse con el líder palestino Mahmoud Abbas para advertirle que la única forma de sentar las bases para la paz es acabando con el apoyo a la violencia y las recompensas a los terroristas

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Una palabra resuena todavía en los salones donde el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha ofrecido sus discursos y sus declaraciones en Israel. Esta palabra es 'paz'. Este es el mensaje que portaba Trump en su primera visita como presidente estadounidense a Israel, y que se resume en su ansiado objetivo por convertirse en el facilitador de la paz que ponga fin a un conflicto entre israelíes y palestinos que se prolonga más allá de medio siglo. Es pronto para decir si Donald Trump podrá tener éxito allí donde otros muchos han fallado, pero no se puede negar que el actual presidente de los Estados Unidos tiene empuje, y pondrá todo su tesón en buscar una salida a una disputa por la que "ya se ha derramado suficiente sangre", tal y como Trump se ha encargado de recordar durante su visita de dos días a Israel.

Ya ha dejado para la historia algunos hechos notables. Trump llegó a bordo del primer vuelo que se conozca públicamente entre Arabia Saudí e Israel, y eso ya es un enorme cambio para una región que necesita reconstruir un clima de confianza mutua entre naciones como base para la estabilidad del Medio Oriente. Ha sido el primer presidente estadounidense en incluir a Israel como parada de su primera gira internacional tras asumir el cargo, una circunstancia que refleja el valor que tiene para él la alianza de Estados Unidos con el pueblo israelí. Y también ha sido el primer presidente que, estando en el cargo, visita el Muro Occidental o Muro de los Lamentos, un espacio de gran simbolismo para los judíos en plena Ciudad Vieja de Jerusalén. Un gesto que muchos interpretan como el reconocimiento de Jerusalén como la capital eterna de Israel, unida por milenios de historia con el pueblo judío. Muy a pesar de lo que algunos en la ONU quieren enfatizar, la realidad es que los judíos tienen una unión indivisible con el pasado, el presente y el futuro de esta ciudad. Donald Trump no ha querido dejar pasar la oportunidad de enviar este mensaje al mundo.

Remarcar el legado judío de Jerusalén es, además, muy pertinente, justo cuando llega la fecha en la que se celebra el 50 aniversario de la unificación de la ciudad. Establecida aquí la capital eterna del Estado de Israel, es también la ciudad que ocupa un espacio de centralidad en la historia del pueblo judío desde los tiempos del rey David, hace tres mil años. Pero es que, además, la unificación de Jerusalén ha traído consecuencias prácticas a nuestros días que el propio presidente Trump ha podido comprobar en su visita. Jerusalén ha sido siempre la Ciudad Santa, sagrada para las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam. Como capital unida de Israel, goza de una libertad religiosa que difícilmente puede verse en otras partes de Medio Oriente. Israel garantiza a judíos, musulmanes y cristianos residente o peregrinos de cualquier parte del mundo el ejercicio de su fe y la visita a los lugares más sagrados para sus respectivas religiones. Donald Trump pudo disfrutar en la tarde del lunes de sus visitas al Muro Occidental y al Santo Sepulcro, como lo hacen cientos de miles de creyentes y turistas cada año.

Más allá de la importancia de proteger el legado de Jerusalén, las circunstancias de esta visita han estado rodeadas de terribles noticias llegadas desde el Reino Unido. Un atentado reclamado por Estado Islámico acabó con la vida de 22 personas en Manchester. El terrorismo islamista radical golpea a víctimas civiles inocentes, en Europa, en Occidente y también en el Medio Oriente. Precisamente, la lucha contra el terrorismo yihadista ha sido uno de los temas centrales en este viaje de Donald Trump. La cooperación internacional es el arma más eficaz para cercar a los terroristas y, en este sentido, forjar estrechas alianzas basadas en la confianza y en los objetivos comunes siempre va a ser productivo.

En esto Trump está haciendo una gran labor: su visita ha servido para reforzar los lazos entre Israel y Estados Unidos, y además, está tratando de sumar a la causa a países árabes vecinos, a los que quiere comprometer en la lucha contra el terrorismo islamista radical. La beligerancia de Irán y su creciente influencia en la región, con el apoyo de grupos terroristas como Hezbollah, es una causa común que anima a colaborar.

Hablando de violencia y terrorismo, en estos dos días Trump ha buscado propiciar la vuelta al diálogo entre Israel y los palestinos. El Presidente cree que hay una "oportunidad excepcional" de lograrlo. Quizá peca de optimista, pero ha tenido la visión suficiente de reunirse con el líder palestino Mahmoud Abbas para advertirle que la única forma de sentar las bases para la paz es acabando con el apoyo a la violencia y las recompensas a los terroristas.

Mucho trabajo queda por delante, pero estaremos muy atentos para ver si los esfuerzos de Trump por pacificar la región, luchar contra el terrorismo, encontrar una vía para la paz entre Israel y los palestinos e impedir que Irán obtenga armas nucleares surten efecto. Mientras tanto, una cosa ha dejado clara Donald Trump antes de subirse al Air Force One, y es que con su gobierno "Estados Unidos siempre apoyará a Israel", y esas son palabras que reconfortan a los israelíes cuando lo que se juegan es su propia supervivencia en una región tan turbulenta como esa.