La calesita electoral del PJ

Están los que sostienen que el traspié de Scioli obligará a Cristina, contra sus deseos más íntimos, a presentarse

Compartir
Compartir articulo

Florencio Randazzo no habla, pero los suyos lo hacen por él. La decisión está tomada: va por adentro del Partido Justicialista (PJ). Jugará en las PASO sí o sí, con o sin Cristina como candidata. Hay algo que el ex ministro K no está dispuesto a hacer, eso está sellado, nada de integrar una lista de unidad.

"El que gana gana y el que pierde acompaña (o al menos respeta)": esta es la lógica. Nada de terminar ensabanado con los impresentables de siempre. La consigna es clara: se juega a presentar un espacio político que exprese un proyecto conceptual y de fondo diferente al que acostumbra el colectivo del Frente para la Victoria y sus allegados.

La embarazosa situación de Daniel Scioli precipitó el curso de los acontecimientos. Si CFK lo pretendía encabezando o acompañándola en una suerte de variopinta lista común, esos planes se complicaron.

Cuesta imaginar a la ex Presidente, tan sensible a las cuestiones de género, ubicando al hombre que siempre midió para traccionar la lista sábana. Otras son las cobijas en las que permanece embretado.

Están los que sostienen que el traspié de Scioli obligará a Cristina, contra sus deseos más íntimos, a presentarse. Ella es, por lejos, la que más mide y, no pudiendo amadrinar al ahora chamuscado hombre de amianto, tendrá que ponerle el cuerpo en octubre y desde ya, un par de meses antes, a las PASO.

La indefinición de CFK funciona como una suerte de gas paralizante en el PJ. Sea por miedo o especulación, giran en una suerte de carrusel electoral en el que todos hablan con todos y juegan al "me conviene, no me conviene".

La reunión del PJ que este martes pretendía encarar la estrategia y el armado de las listas capotó. La irrupción en escena del tándem Boudou, D'Elía, Sabbatella, Mariotto puso en retirada a un grupo de atribulados intendentes que optó por desensillar hasta que aclare. Una veintena de ellos pegó el faltazo.

Mientras Fernando Espinoza, jefe del PJ y esperanzado arquitecto de la malograda unidad, intentaba aplacar la estampida de los jefes comunales, su delfina política, Verónica Magario, contenía con palabras bonitas a las constelaciones camporista.

El desaguisado recién comienza. Los caciques territoriales no parecen dispuestos a aceptar que sean Espinoza o Máximo Kirchner los que hagan el dibujo de las listas. Sólo parecen dispuestos a subordinarse a la jefa. E incluso en ese caso prometen no distraerse.

En las filas de Florencio se frotan las manos. Para ellos cuanto peor, mejor. Ya cuentan con el concurso de referentes de peso y van por más. Sienten que no les sumará tanto el amor como el espanto.

Al apoyo orgánico de la UOM, la Unión Ferroviaria y Smata, ya suman a Abal Medina con el Movimiento Evita en pleno y Héctor Daer, que dejó a Sergio Massa para cruzar. No descartan que Felipe Solá y Facundo Moyano se jueguen por el hombre de Tandil.

Massa pierde por derecha lo que gana por izquierda. Resignados a la partida del triunviro cegetista, resisten la idea de que Felipe Solá también los deje. Las circunstancias lo obligan a postularse. Todo está por verse.

Por ahora, la calesita electoral sigue girando.