La insólita aparición de jóvenes de La Cámpora simulando ayudar a los desesperados de Comodoro Rivadavia

En medio del devastador drama aparecieron con palas más chicas que el logo político que llevaban en sus buzos. Sólo querían la foto…

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Comodoro Rivadavia, aquel pequeño pueblo petrolero que llegó a orgullosa ciudad, vive su mayor tragedia. El viento y la lluvia, confabulados, la han arrasado.

Más de dos mil casas destruidas. Miles de familias deambulando entre barro y escombros y lágrimas.

Juan Carr –Red Solidaria– lanza desesperados ruegos de auxilio. Y miles de tuiteros y de otras redes ponen el hombro. Va llegando ayuda… aunque toda es poca.

Pero las buenas almas que socorren a los desdichados lo hacen desde las virtudes teologales: Fe, Esperanza, Caridad.

Y desde la misericordia: "Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; forastero, me recibieron en su casa; sin ropas, me vistieron; enfermo, me visitaron" (Mateo, 25, 35-)

Esto significa hacer el bien de modo anónimo. Sin mirar a quién, y ocultando la identidad de la mano tendida. Es decir, el verdadero espíritu de la solidaridad.

(Télam)
(Télam)

Pero en medio del desastre, del dolor, de las posibles muertes, de una ciudad desgarrada que tardará años en ser lo que fue… apareció la especulación miserable.

De pronto, entre el barro que se niega a ceder y entre los pobladores que batallan día y noche contra ese monstruo que todo lo devora… apareció un grupo de jóvenes portando palas.

Un hecho luminoso… si no fuera porque el logotipo de sus buzos era más grande que sus palas, y que su real voluntad solidaria. Sobre esos buzos se leía… ¡La Cámpora!

Poco y nada les importaba el destino de la gente. Buscaban la foto. Los medios. La aprobación y la admiración hacia un grupo político que nada ha hecho por el país, que se ha servido de él en cargos pagados por todos los ciudadanos, y que jamás, desde su aparición, fue aprobado o admirado.

La reacción de los vecinos fue tajante:
–¡Sacate el buzo, ponete un overol, y paleá barro en serio!

DyN
DyN

Desde luego, no lo hicieron. Desaparecieron como papeles que se lleva el viento…

Pero no es la primera vez que esa inscripción, La Cámpora, aparece sobre fondo blanco o sobre fondo negro, en lugares donde hay cámaras… Sucedió, por ejemplo, en muchas escuelas precarias del norte y del noroeste, carentes de recursos y de confort. No ayudaron. Nada dejaron. Pero sí el patético recuerdo de su nombre.

Porque no conviene olvidar su origen. Se refiere a Héctor Cámpora, fiel adláter de Perón, ungido presidente del país en 1973, y cuyo primer acto de gobierno, obligado por grupos guerrilleros, fue liberar a los presos políticos de la cárcel de Villa Devoto.

Salieron "presos políticos" que estaban allí por sus atentados, secuestros, bombas, asesinatos. "La juventud maravillosa".

Y de paso, los portones se abrieron también para delincuentes comunes.
Ladrones, violadores, criminales, exponiendo a los ciudadanos a serios peligros.

Esa es la historia de La Cámpora. Y no otra.

Sus manos no conocen los callos del duro trabajo. De la pala… Pero sí de una vida de reyes amparada por el grotesco discurso de una no menos grotesca, sangrienta y fracasada revolución.