El desarrollo nuclear argentino

Por Julián Gadano

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El jueves pasado, el Dr. Rosendo Fraga publicó en Infobae un artículo muy interesante relativo al fuerte impacto que genera la licitación en la que la empresa argentina de tecnología INVAP está participando en Holanda. Se trata del diseño y la ingeniería de un Reactor de Investigación, en la que INVAP ya está preseleccionada y compite con otras dos empresas de primera línea, de Francia y Corea del Sur. Este hecho sin duda es uno de los temas centrales de la agenda bilateral que será tratada en la visita del Presidente de la Nación a los Países Bajos durante esta semana.

Coincido con Fraga en que este hecho es un logro muy importante, que muestra las capacidades científico-tecnológicas, de calidad exportable y con alto valor, que tiene Argentina cuando las cosas se hacen bien. ¿Este hecho es una excepción, apenas una gota en un océano, o forma parte de una dinámica más integral? Depende cómo se lo mire. Si miramos este logro dentro del conjunto de las exportaciones argentinas, lamentablemente no es usual que nuestro país venda tecnología de punta por cientos de millones de dólares. Pero si lo vemos como parte de la evolución del cluster tecnológico nuclear, no sorprende tanto, dado que forma parte del desarrollo claro y visible que este sector ha tenido a lo largo de los últimos 60 años. El campo científico-tecnológico que -en Argentina- se desarrolló alrededor de la ciencia nuclear ha mostrado una coherencia intertemporal y una madurez poco frecuentes en nuestro país. Para decirlo en palabras simples: en materia de tecnología nuclear, en el mundo, nuestro país juega en primera.

Y el mejor ejemplo de ello es la propia INVAP: este reactor no es el primero que venderá. Es un nuevo eslabón de una larga cadena que comenzó con el RA-3 en nuestro país, siguió en Perú en los 80's y terminó en el reactor Opal a Australia hace 10 años. También lo es la "madre" de INVAP: la Comisión Nacional de Energía Atómica, que -sólo para dar un ejemplo- está construyendo el prototipo, bajo instrucciones del Gobierno Nacional a través del Ministerio de Energía y Minería, de un reactor de potencia (el CAREM) que, una vez terminado, nos permitirá saltar de mercados de exportación de cientos a miles de millones de dólares. Nuestro país tiene un potencial enorme cuando construimos las condiciones para que se desarrolle. Cuando apostamos al conocimiento y al trabajo, saliendo del populismo cortoplacista que tanto daño nos ha hecho.

Dicho esto, es pertinente también hacer referencia a algunas consideraciones que Fraga hace al final de su artículo, seguramente por no contar con la información necesaria. Concluye con dos afirmaciones, que asocia a la actual administración, y juzga negativas. La primera de ellas es que la CNEA habría sufrido recortes presupuestarios en 2017. Y la segunda es que este gobierno habría tomado la decisión de sacar la CNEA del ámbito de la Presidencia, llevándola a depender de "una Subsecretaría del Ministerio de Energía y Minería" lo que implicaría, a juicio de Fraga, una degradación de las condiciones que permitieron su desarrollo.

En cuanto al presupuesto de CNEA y al cambio de dependencia, las cosas, sencillamente, no son así. No es fácil hacer comparaciones interanuales de los presupuestos de CNEA porque se trata de un organismo muy dinámico, impactado por las etapas en las que se encuentran los grandes proyectos (por ejemplo, el reactor CAREM, al que en este año se le destinará una inversión de 2.140 millones de pesos, bastante mayor seguramente que en años siguientes) pero en trazo grueso podemos decir que en 2017, entre la CNEA y sus empresas, el Gobierno Nacional invertirá 9.000 millones de pesos. Cualquiera sea el criterio que apliquemos, es imposible decir que se ha recortado la inversión en CNEA. De hecho, en cuanto a proyectos tecnológicos, en 2017 se realizará la mayor inversión en capital, desde que se dividió la CNEA en 1996.

En lo que respecta al cambio de dependencia, efectivamente la CNEA dependía en sus orígenes de la Presidencia de la Nación. Pero ni la salida de Presidencia se produjo ahora, ni ello implica una degradación de CNEA sino, desde nuestra perspectiva, todo lo contrario. En cuanto al cambio de dependencia, se produjo hace 20 años, en la década del 90, y por una buena razón. En aquellos años, se tomó la decisión de separar la entonces Gerencia de Radioprotección de la CNEA, generando un organismo regulador independiente, la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN). Ello puso a nuestro país a la vanguardia en materia de seguridad nuclear, entre otras cosas porque la ARN tuvo desde ese momento dependencia directa del Presidente, dándole una jerarquía y una independencia clara respecto de la CNEA. Es una fortaleza de nuestro sistema ese diseño institucional. Como consecuencia, la CNEA pasó a depender de ministerios específicos, focalizados en lo que la CNEA hace. Así funciona también en el resto del mundo: las organizaciones a cargo del desarrollo nuclear dependen de los ministerios de energía, o de ciencia. En todo caso, ningún diseño es bueno o malo en sí. En nuestro país lo que a veces debilitó a la CNEA fue la falta de una política hacia el organismo, que le fije un rol claro y focalizado en innovación, lo que a nuestro juicio ocurrió tanto en los 90 como en el período 2003/2015.

La decisión que sí tomó este gobierno al diseñar la estructura organizativa del flamante ministerio de Energía y Minería fue crear un área específica, dentro de la administración central, que se ocupe de coordinar las políticas emanadas desde el gobierno hacia el sector nuclear, con el objetivo de ordenar las prioridades en materia de inversión, coordinar las políticas con otros niveles de gobierno (clave en un país de diseño federal), organizar la relación con otras áreas del estado, con la sociedad civil y (junto con la Cancillería) con los países limítrofes. Y -muy importante- organizar el funcionamiento de un sistema maduro que cuenta con otros actores además de la propia CNEA: Nucleoeléctrica Argentina SA, las empresas que la propia CNEA integra, y la misma INVAP, entre otros.

En definitiva, la creación de la Subsecretaría de Energía Nuclear no fue un retroceso sino, muy por el contrario, un importante avance, reconocido por la amplia mayoría de los actores que integran el sistema. Vino a poner organización en un campo que aparecía como un poco caótico desde la división de la CNEA en los 90. Y los resultados están a la vista: en 15 meses se dinamizó el sistema, que hoy está en marcha en base a tres ejes: innovación, sustentabilidad y transparencia. Son numerosos los reconocimientos que el gobierno ha recibido por sus políticas hacia el sector, dentro y fuera del país, como por ejemplo la cercana incorporación de nuestro país a la NEA (Nuclear Energy Agency), organismo de la OECD especializado en la temática nuclear.

Agradezco al Dr. Fraga las reflexiones que nos trae sobre el desarrollo del cluster nuclear, y me permito invitarlo a reflexionar nuevamente sobre el impacto muy positivo que estos 15 meses han implicado en la consolidación y madurez de un desarrollo que está por cumplir siete décadas, del cual la presencia de INVAP en Holanda es un claro ejemplo.

Julián Gadano
Subsecretario de Energía Nuclear
Ministerio de Energía y Minería de la Nación