Dejen descansar en paz a los muertos de Malvinas

Resulta inmoral que el afán de protagonismo de personas que nada tienen que ver en el tema sea funcional a lo que finalmente terminará ocurriendo si esta acción se lleva adelante y que no es otra cosa que el levantamiento liso y llano del cementerio de Darwin

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Como seguramente no escapa a su conocimiento, querido amigo lector, la vida institucional de Argentina se encuentra conformada no sólo por organismos e instituciones públicas, sino que además, en necesaria complementariedad con estas, innumerables entidades de carácter privado se nutren y a la vez alimentan al Estado en la complicada tarea de llevar adelante la gestión.

En esta genérica descripción incluyo a las cámaras empresarias, los sindicatos y las federaciones obreras, los centros profesionales, los centros de estudio, las consultoras y las cada vez más protagónicas organizaciones no gubernamentales (ONG).

Y si bien es cierto que resulta muy sano que existan este tipo de estamentos que muchas veces sirven de nexo entre el máximo nivel de conducción del país y determinados sectores afines a lo específico de cada ONG, en al menos un campo del accionar de estas, se notan cada vez mayores y más peligrosos desvíos respecto a sus fines fundacionales, ya que sus ocasionales directivos pretenden erigirse en una suerte de interpretadores todo terreno de las más variadas realidades o situaciones por las que atraviesa el país.

Esta particular vocación "metiche" se observa muy especialmente en varios de los denominados organismos de derechos humanos. Nacidos, muchos de ellos, como una necesaria manera de agrupar a las víctimas de los años más oscuros de la república y reclamar por sus legítimos derechos, con el correr del tiempo, y tal vez debido a la falta (afortunadamente) de nuevas violaciones estatales de garantías ciudadanas, comenzaron a inmiscuirse en cuestiones cada vez más alejadas de su razón de ser.

¿Cómo no entender el dolor de la madre o la abuela de un desaparecido? Ahora, ¿cómo entender que esas madres o esas abuelas permanentemente salgan a marcar la cancha en cuestiones que hacen al campo sindical, cultural, educativo, religioso o político de la vida nacional? ¿Corresponde a una abuela de la plaza terciar en favor de la liberación de un músico detenido por ser considerado parcialmente responsable de la tragedia de Cromañón? ¿Tiene que ser un organismo de derechos humanos privado una instancia revisora de un pliego de ascenso de un militar de la democracia? ¿Corresponde a una entidad que nació para pedir la aparición con vida de los desaparecidos involucrarse en un emprendimiento inmobiliario que terminó en estafa? ¿Es acaso un pañuelo blanco, más que un emblema de una valiente lucha, un salvoconducto para hacer cualquier cosa?

Desde hace ya algún tiempo varios de estos organismos, sin que nadie se los pida, se han inmiscuido en algunos aspectos muy delicados de la guerra de Malvinas, desde fogonear la apertura de causas judiciales que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ya descartó en forma contundente y sobradamente fundada, hasta jugar con algo que por lejos supera todos los límites de lo admisible, al punto de haber sido protagonistas en los últimos días de sucesos graves en el territorio isleño que, no solamente no suman, sino que ponen una nueva piedra en el camino de las ya complicadas relaciones con los isleños.

Por estos días todo el país está en conocimiento de la existencia en el cementerio militar argentino de Darwin de 123 tumbas que como toda leyenda en su lápida tienen la siguiente frase  "Aquí yace un soldado argentino sólo conocido por Dios".

Con el criterio oportunista que caracterizó en materia de derechos humanos a la anterior gestión de gobierno, y alentada por personas tal vez con tanta buena voluntad como un absoluto desconocimiento de la brutalidad de toda guerra, la ex presidente Cristina Fernández avaló un plan en colaboración con la Cruz Roja internacional para "darles identidad a esos 123 NN". Lamentablemente, las actuales autoridades (que recién ahora comienzan a darse cuenta de lo poco viable de la tarea) siguieron los pasos de la ex mandataria, dándole forma a un convenio de identificación de restos.

En esta absurda causa se embanderaron Madres de Plaza de Mayo, el siempre presente Adolfo Pérez Esquivel y algún que otro veterano de guerra con escasos pergaminos de combate pero mucho trajinar mediático. Todos bajo el sello de una Comisión Provincial por la Verdad, Memoria y Soberanía, partiendo con todos sus gastos pagos por nuestros impuestos rumbo a las islas no sólo a provocar a los isleños sino a enardecer a los propios ex combatientes nacionales y a las familias de los héroes caídos.

Negociaciones de última hora y de alto nivel consiguieron minimizar el daño de esta visita y hasta fue necesario enviar señales claras a puerto argentino sobre que estos respetables señores y señoras no representaban a nadie más que a ellos mismos, exhortando a los isleños a no mantener contacto con ellos más allá de lo estrictamente necesario.

Sostener la absurda idea de que en ese prolijo campo santo, donado por un empresario argentino y mantenido con fondos que aportan los familiares de los caídos, existe un cuerpo debajo de cada tumba, es no tener la más pálida idea de lo que ocurre en una trinchera cuando una bomba enemiga termina con la vida de quienes compartían un pozo. Imaginar que en algún momento hubo tiempo para acomodar prolijamente los restos de un combatiente como solemos ver en un cementerio privado es no saber de lo que se habla.

Es así que en general los Veteranos sabemos que el carácter de cada cruz es netamente simbólico, los familiares suelen elegir la cruz en la que en cada oportunidad posible rinden homenaje al ser que les "robó" la guerra.

"No son NN, sabemos cuándo murieron, el lugar en el que dejaron su vida, en qué acción y bajo qué circunstancias. Sabemos que están allí en Darwin. Sabemos que no necesariamente están en una sola tumba, y sabemos también que no en todas las tumbas hay restos". Esto es lo que dicen los familiares cuando se los consulta al respecto. No quiero ser morboso, pero ¿tiene usted idea de lo que estamos hablando?

Estos soldados (lo de soldados es genérico, ya que allí descansan también oficiales, suboficiales y civiles) dieron lo máximo que podían dar: su vida. Resulta inmoral que el afán de protagonismo de personas que nada tienen que ver en el tema sea funcional a lo que finalmente terminará ocurriendo si esta acción se lleva adelante y que no es otra cosa que el levantamiento liso y llano del cementerio de Darwin.

Ayer en horas de la noche y con el fracaso sobre sus espaldas esta comisión de "representantes de nadie" regresó al continente. Los esperaban cientos de familiares y veteranos de guerra para decirles en forma enérgica que ya hay una organización que vela por los derechos de los caídos, está integrada por todas las familias de esos héroes y sólo pretende que ningún oportunista rentado a costa de las arcas públicas los "defienda". Qué interesante sería que con tanto funcionario dispuesto a escuchar al pueblo alguno se sirva escuchar a quienes realmente cada mañana se despiertan con la angustia por la pérdida y al mismo tiempo con el orgullo de ser el padre, el hermano, el hijo o la pareja de un héroe de verdad.