Los peligros de sacar a los que piensan distinto

Maurice Closs

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Quienes llegan a un gobierno tienen todo el derecho de armar su equipo. También tienen la prerrogativa de darle su perfil y establecer su esquema de liderazgo, asignando papeles a cada uno de los miembros del equipo.

El "mejor equipo de los últimos 50 años" arrancó su trabajo con una tarea muy prioritaria, cambiar la economía y adaptarla a sus criterios ideológicos. Esto desde ya era justo, el pueblo había votado un cambio y Mauricio Macri se presentaba como alguien muy distinto a las visiones económicas del Gobierno anterior.

El equipo tenía varios jugadores, pero el país miraba a quienes tenían que hacer el gol; el pueblo puso sus ojos en quienes tenían que arrancar la economía.

Nadie puede dudar de que en ese equipo había dos nombres que se destacaban. El primero, el de Alfonso Prat-Gay, quien asumió el Ministerio de Economía. El segundo, el de Carlos Melconian, que, al frustrarse su desembarco en dicho Ministerio (por ortodoxo), terminó en el Banco Nación.

Breve, todos ya sabemos que ambos se fueron, o los fueron.

¿Qué queda de esto? Ambas estrellas de la economía, que no tenían gran sintonía entre ellas, se fueron y, al decir de ambos, hay un elemento en común en sus salidas. Este elemento es que no ayudaban a que "el equipo sea homogéneo".

Repasemos los comportamientos de los famosos del equipo por los que fueron al vestuario. Prat-Gay cometió el error de creer que como ministro de Economía debía tener línea directa con el Presidente. Creyó que para llegar al gol tenía que recibir las órdenes del director técnico y no de aquellos que estaban en la cancha con él. Duró poco, ya no está y a todos les quedó claro que se fue por no jugar en equipo y por no entender que las órdenes podían venir de otro lugar, que no era el Presidente.

Melconian también se fue, y como él mismo lo dijo: "Por no ser funcional al funcionamiento de un equipo homogéneo". Ahora, ¿cuál fue su mala jugada? Presumo que erró cuando empezó a opinar de macroeconomía y se animó a decir que déficit más endeudamiento no era un camino constante. Ahora Melconian la mira desde el vestuario o de la tribuna.

Esta situación me trae dos reflexiones. La primera, que es peligroso correr del escenario a los que piensan algo distinto, más si se trata de aquellas estrellas consagradas. Por algo son estrellas y alguna vez podrían meter un gol. Ahora están ahí afuera.

La segunda, queda claro que las estrellas, por más fama que tengan, no tienen ni deben querer tener el poder. El poder lo tienen otros, el poder lo tiene un tridente que arrancó desconocido y con bajo perfil, pero que se está quedando con el liderazgo adentro de la cancha y puede determinar qué jugadores entran y cuáles salen.

Ambas cosas son para tener en cuenta, no hay lugar para librepensadores y menos aún famosos, y los que tienen el poder son unos pocos. Si les sale bien, gritarán los goles, y si no…

 

@mauricloss

 

El autor es diputado nacional. Ex gobernador de Misiones.