Escenarios futuros en América Latina

Gabriel Sánchez Zinny

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La definición de escenarios futuros en el mundo de las políticas públicas no ha sido común en América Latina. Sin embargo, en los últimos años, han surgido varios esfuerzos para comenzar a pensar en términos de crecimiento económico, pero también en el impacto migratorio, en los cambios en las estructuras socioproductivas de los países, y en todo lo referido a institucionalidad y gobernabilidad.

El Atlantic Council, uno de los más influyentes think tanks en Washington, acaba de publicar el informe "Latinoamérica y el Caribe 2030: escenarios futuros", en el cual tuve la oportunidad de colaborar junto con participantes de todo el continente. Allí se plantean algunas previsiones para los próximos 15 años.

Se destaca que la unión de la región llevaría a un mejor desarrollo económico. Sin embargo, para lograr una verdadera integración financiera y energética, los países deberían invertir en infraestructura, educación, innovación, energía, coordinación financiera y en el libre tránsito; inversiones que se verían facilitadas por tratados regionales de comercio.

Por otro lado, los mecanismos de participación social se profundizarían gracias a la rápida expansión de la clase media activa y al mayor papel de las minorías en el ámbito político. Las plataformas digitales abiertas permitirán que la revolución digital alcance a toda la ciudadanía, contribuiría a que las instituciones sean más eficientes y transparentes.

Pareciera que el crecimiento demográfico disminuirá, aunque no tanto como en Europa o Asia oriental. Sin embargo, los gobiernos tendrán que manejar las consecuencias del envejecimiento, que quizás conlleve un impacto en gastos de pensiones y de salud, ya que la expectativa de vida aumentará.

En educación, el informe prevé una mayor inversión a nivel regional, lo que llevaría a una suba en las matrículas de todos los niveles, principalmente del secundario. La educación terciaria también vería un crecimiento en la matrícula, aunque en menor medida. A pesar de esto, y como lo muestran las últimas pruebas PISA, en relación con el resto del mundo la región todavía seguiría atrasada. De hecho, si bien se prevé que algunos países inviertan en mejorar la calidad educativa, esta seguiría siendo un desafío en los próximos años. En cuanto a las universidades, la integración de la región seguramente posibilite obtener créditos estandarizados, intercambios estudiantiles más frecuentes y programas de ayuda financiera. Se espera que tanto estas instituciones como las escuelas técnicas capaciten a los alumnos en línea con las necesidades del sector socioproductivo. De hecho, se prevé que se invierta aún más en educación técnica y que sus certificados tengan reconocimiento regional.

Sin embargo, se necesitarán más reformas a nivel educativo: invertir en la primera infancia, en formación docente, en mejorar la vinculación con el empleo, en incrementar la cantidad de horas de prácticas, en capacitar en nuevas tecnologías, en bajar las tasas de deserción escolar, así como en mejorar la educación técnica y formación profesional, y la educación terciaria no universitaria.

En otro orden, seguramente los países latinoamericanos experimenten las inevitables consecuencias del cambio climático. Para el 2030, la temperatura global será 1,3°C mayor que el promedio de la era preindustrial. En la región, esto puede provocar mayores huracanes en el océano Atlántico, tormentas del Pacífico más frecuentes, sequías más largas, aumento de casos de malaria y cólera, y efectos en cosechas y ganado. Las economías del Caribe podrían sufrir una merma en el turismo debido a la reducción de arena en sus playas.

Por último, el aumento en la demanda de energía a nivel mundial podría tener un efecto positivo en Latinoamérica en virtud de su gran reserva de energías fósiles. Por ello, se espera que la región pase de la explotación de carbón y petróleo a fuentes de gas natural y de energías renovables. América Latina tiene un potencial prácticamente ilimitado de estas fuentes. También se espera un aumento en las inversiones en energía solar y eólica.

Todas estas proyecciones deberían llevarnos a pensar en el desarrollo de políticas públicas a largo plazo para la región.

Como asegura el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, en el prefacio del informe: "Si miramos al futuro, entendemos sus riesgos e inseguridades, e identificamos potenciales problemas y oportunidades, podremos tomar decisiones más inteligentes que nos ayuden a convertirnos en una región más feliz y próspera".

 

@gzinny

 

El autor es director ejecutivo del INET, Ministerio de Educación y Deportes.