Nobel de la Paz y de la Economía para el líder de la involución cubana

Paul Estrade, un francés que se olvidó de tomar su medicación, propuso al líder de la involución cubana, Guarapo Kastromasov (Fidel Castro), para premio Nobel de la Paz y de Economía

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Paul Estrade, un francés que se olvidó de tomar su medicación, propuso al líder de la involución cubana, Guarapo Kastromasov (Fidel Castro), para premio Nobel de la Paz y de Economía.

A mí me parece muy atinada la concesión de ambos premios; no olvidemos que Alfred Nobel fue un hombre que en su época contribuyó a que se matase gente en masa, trabajó en el desarrollo de armas de la máxima destrucción de la época como científico y se le atribuye el descubrimiento de la dinamita con fines bélicos. Cuando vio que ese camino no llevaba a muy buena fama, se aprovisionó de picaresca sureña y se mostró arrepentido, y entonces, repentinamente, un gran culpable de miles de muertos pasó a ser un angelito de la paz. Casi calcado a Guarapo, que después de una vida tomando decisiones a base de punta de pistola, de fusilamientos, de amenazas armadas, de toma del poder con la fuerza y permanencia de medio siglo de un trono apuntalado por las Fuerzas Armadas, la Policía, la seguridad del Estado, las milicias y el Ministerio del Interior, tras comandar numerosas guerras de guerrillas y guerras convencionales en el Tercer Mundo que costaron incalculables vidas humanas, quiere presentarse como un tierno anciano productor de moringa, feligrés jesuita y adorador de los últimos Papas de Roma.

No con menos razón habría que concederle el premio de Economía, a ver quién es el guapo que se atreve a no conceder al pícaro Guarapito el galardón de mejor negociante, estafador, timador, acumulador de riquezas ajenas que, al cabo de su vida y del engaño "sociolista", deja a su descendencia ubicada en posición óptima para continuar otro medio siglo la tarea de enriquecimiento, toda vez que la de apropiación de los bienes ajenos es absolutamente imposible superarla.

Hay de todo en la viña del señor. A Robert Zimmerman le concedieron recientemente el premio Nobel de la Paz y ni siquiera ha respondido aún al teléfono; a Jorge Luis Borges no se lo concedieron y es uno de los mejores escritores de todos los tiempos y con diferencia de su época. En tanto, durante las cada vez más largas noches de pesadillas recurrentes en que se hunde hasta la raíz de su propia moringa, bajo las cuales habitan los hinchados cadáveres putrefactos de sus víctimas, con sus grandes ojos sin vida, Fidel Guarapo Kastromasov busca la mirada comprensiva del pícaro Alfred Nobel.

Si hubiese intentado el éxito económico del pueblo cubano, entonces habría merecido un premio al desastre, pero precisamente procuró lo contrario. Y la verdad, lo hizo de maravillas.