La verdad se impone

Galopando sobre el vértigo de las redes sociales, la mentira deviene feroz estrategia política

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En la era de la pos-verdad lo que parece mandar no es lo objetivo y constatable en términos absolutos, sino lo que se logra instalar como certeza en la conciencia de las mayorías. Lo que la gente cree o está dispuesta a creer.

Frente a una realidad difícil y una verdad que por momentos parece inaccesible, se imponen las respuestas simples para las cuestiones más complejas.

The Economist dedicó un especial al olvido de la verdad. The Guardian y The New York Times también le dedicaron un tiempo a este marcador de época. Galopando sobre el vértigo de las redes sociales, la mentira deviene feroz estrategia política.

Conceptos ligeros o deliberadamente falsos se viralizan e instalan y cambian el rumbo de la historia. Los analistas aseguran que el triunfo del Brexit y el "no" al acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) son ruidosos ejemplos de esta práctica. "Miente, miente que algo quedará".

Si bien las operaciones políticas montadas en la mentira siempre existieron, nunca tuvieron el rápido y altísimo impacto de estos tiempos. La fragmentación de la información que es inherente a las nuevas tecnologías permite circular con la potencia y la rapidez de un huracán de alto poder destructivo mentiras a gran escala.

Si la política devaluada, la escasa credibilidad en los medios y los partidos políticos y las ideologías deshilachados son causa o consecuencia está por verse.

Este estado de cosas tiene también su contracara. Frente a la mentira oficial, se impone la "verdad" de las mayorías. La credibilidad devaluada de las instituciones de la democracia está generando fenómenos muy particulares que contradicen la lógica banal de los 140 caracteres.

La muerte del sacerdote Juan Viroche, empeñado en denunciar el avance narco, puso en evidencia una realidad que ha cobrado cuerpo y vida propia, más allá de las que los investigadores digan. Nadie en Ingenio La Florida, la pequeña localidad tucumana donde está la iglesia en la que apareció ahorcado, parece dispuesto a creer que el cura se suicidó. La gente dijo "adiós" a Viroche como se despide a los mártires. Los anima el firme convencimiento de que su muerte tiene que ver con su sostenida denuncia y lucha contra el narcotráfico. No hay autopsia ni evidencia judicial que los pueda correr de ese convencimiento. Saben que la muerte de Viroche, cualquiera sea la circunstancia en que se produjo, deja expuesto el drama que acorrala a los pequeños pueblos del interior tucumano en los que avanzan el paco y el narcomenudeo.

Tucumán se llenó de medios nacionales y la gente de todos los sectores sociales salió a contar en vivo y en directo la tragedia que los envuelve. Algunos imploraban a los periodistas que no los dejaran solos. Que no se fueran. Que no dejen de mirar y contar. Todavía Viroche no había sido enterrado cuando el gobernador Juan Manzur se vio obligado a promulgar una ley que declara el estado de emergencia en seguridad y que se demoraba en papeleos tras haber sido aprobado en septiembre, luego de una seguidilla de episodios que confirmaban la connivencia de policías y políticos con las bandas narco.

La detención de Julio Trayán, un puntero político peronista, empleado del legislador Ramón Cano (Frente para la Victoria), sindicado como integrante de una red narco y la escandalosa fuga del Pico Peralta, jefe de una banda, quien, tras ser alojado en una pequeña y muy vulnerable comisaría de pueblo, fue rescatado por un grupo comando de secuaces, aceleró el curso de los acontecimientos.

La "pos-verdad" parece estar haciendo aguas también en el norte, donde ahora los caciques wichís salen a denunciar que el paco ya entró en sus comunidades y que se está devorando a sus hijos. Padres aborígenes que dicen encadenar a sus hijos para evitar que consuman y piden ayuda para liberarlos de una adicción que los domina y mata en tiempos demasiado breves como para sentarse a esperar.

Movilizados, varios jefes de comunidad piden ayuda a la Justicia. También demandan tratamientos para arrancar a los chicos de un mal que avanza. No sólo consumen, dicen, también son parte de la cadena de comercialización.

La verdad se impone. Imposible no mirar. Es la contracara de la "pos-verdad". La contradicción de la mentira oficial termina eyectando hacia la luz realidades muy crudas y revulsivas. La verdad desnuda, más tarde que temprano, termina imponiendo su contundente presencia.