¿Para qué traer un hijo al mundo?

¿Para qué tener un hijo? ¿Cuál es el sentido de aportar una nueva almita al planeta?

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¿Para qué tener un hijo? ¿Cuál es el sentido de aportar una nueva almita al planeta? ¿A qué viene un hijo kármicamente? ¿A suplir carencias? ¿A prolongar la ignorancia emocional generación tras generación o a permitirnos crecer en forma acelerada y de paso expandir la conciencia del chiquito y de aquellos a los cuales él llegue causalmente en su vida?

Años atrás, un texto de Krishnamurti sobre la crianza de los chicos me dejó shockeado, por la claridad y al mismo tiempo la munición gruesa del concepto. Él decía que tal como estaban las cosas en el mundo, con sus divisiones partidarias, religiosas, y sociales, más la presión mundana llena de ignorancia, pasado y miedo, tener hijos y criarlos de acuerdo con las condiciones habituales en el mundo, el sistema escolar, la información hueca exigida, era criarlos para el matadero.

Para que fueran pasto de las armas y los odios de uno u otro bando, de los fundamentalismos dogmáticos de una y otra religión, de las exigencias absurdas y las ventas a las que el mundo somete a quienes no se detienen a plantearse la totalidad de la existencia.

Siempre pensé eso. La mayoría de los hijos nacen sin ser deseados, sin ser concebidos a conciencia, y así lo sienten y perciben desde el vientre materno. Muchos otros, que no han sido buscados pero son aceptados al confirmarse los embarazos, crecen con una inconsciencia rotunda por parte de sus padres, que creen que tener hijos es apenas la lógica prolongación de la especie y ven que las vidas de esos padres no se modifican en absoluto con la llegada de un hijo. Se modifica el vientre, pero no el corazón, se modifica el peso, pero no la prisión de los personajes a la deriva.

Aun en el caso de aquellos que han deseado fuertemente concebir hijos y lo logran, la pregunta es rotunda: ¿Los van a criar como seres libres, verdaderos, que sepan quiénes son realmente, o los van a seguir haciendo parte de la ignorancia y la manipulación del mundo, para que desde chicos respondan a la imagen que los demás tienen sobre ellos, imagen que obviamente empieza con la de sus padres y el hogar, que repiten lo que a su vez ellos han creído, lo que se les dijo que hicieran o no, que fuesen o no, según la aprobación de esa telaraña de mentes adormecidas que representa la sociedad tal como está barajada?

Criar hijos para que escuchen informaciones ilusorias y crean en lo irreal a diario, para que sus mentes conozcan el pasado y el miedo al futuro, para que crean que son lo que no son y no sepan que son, lo que sí son y no pueden dejar de ser, es fomentar ese matadero del rechazo, la división, la diferencia, la superioridad, la destrucción de aquello que representa una amenaza para la mente limitada, para la conciencia finita.

Criar hijos hará que elijan un bando u otro, un equipo u otro, un candidato u otro, una religión u otra, un grupo, un partido, un dogma, una creencia, en detrimento de la totalidad de la creación. Es ciertamente hundirlos en la ignorancia que genera sufrimiento, porque lo que no es unión, es deterioro interno, y el sufrimiento es eso, la ausencia de amor, de un amor que trascienda las meras elecciones y las opiniones de la mente y la personalidad.

En una próxima entrega veremos opciones para asistir al niño a que sea un ser de luz consciente.

 

Sábado 1º de octubre a las 21 hs en el Teatro Ópera, entradas por sistema Ticketek. ¡Los esperamos!