Guerra desigual contra Isis

Por Claudio Zin

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Corría el año 1998, ó 1999, no queda claro en las crónicas locales, pero en verdad poco interesa el detalle, la iglesia católica apostólica romana de Saint-Etienne-Du-Rouvray (a 10 Km de Rouen) regala a la comunidad islámica del lugar, numerosa por cierto, un terreno cercano al centro del pueblo para construir una mezquita, a pocas cuadras del edificio gótico de piedra blanca de la iglesia. Uno de cuyos curas se llamaba Jacques Hamel.

El objetivo; que finalmente en Normandía reinara la convivencia ecuménica de las 2 grandes iglesias monoteístas. De hecho poco tiempo más tarde se construye y a comienzos de los años 2000 se inaugura.

Mucho tiempo más tarde ese lugar se radicalizaba y allí comienza el adoctrinamiento a futuros combatientes de la yihad. La guerra santa contra los cruzados, contra todo el mundo no islámico o también islámico, depende de las circunstancias. En verdad, particularmente contra los inocentes, los que nada tienen que ver con nada, hombres, mujeres y niños que son asesinados para escarnio de la humanidad que no entiende la supremacía islámica, Dios nos libre.

En esa mezquita de la muy tranquila campaña francesa, fue adoctrinado Maxime Houchard, hoy en Siria, uno de los carniceros del Isis/Daesh, uno de los mas notorios cortacuellos, del Califato.

Vengamos a estos días.

El padre Jacques (86 años) es degollado a las 9.43 del día 26 de julio mientras oficiaba misa a unos pocos feligreses, dos monjas y una pareja de viejos amigos del cura que festejaban sus bodas de oro. Solo para recordar, el padre Hamel, ya jubilado, oficiaba misa en reemplazo del cura párroco, que se había tomado ese día para comenzar sus vacaciones.

De pronto, casi sobre el final de la misa, entran a través de la sacristía dos chicos de 19 años, vecinos de la Iglesia, "soldados del DAESH" armados con cuchillos de guerra, simulando tener cinturones o chalecos con explosivos y con dos pistolas de juguete y al grito de Alá es grande, toman a los presentes como rehenes.

Exigen a los gritos desaforados que el padre Jacques se arrodille (creo que no lo hizo) y lo pasan a degüello, lo matan, hieren a otra de las víctimas, rezan en árabe, gritan, aúllan, saltan, filman con sus teléfonos celulares, se supone que envían lo filmado a sus superiores del Daesh, salen de la iglesia y dos francotiradores de la policía especial francesa (cabezas de cuero), ya advertida y movilizada rápidamente, los matan.

Uno de los mencionados "soldados", Adel Kermiche (19 años, francés de tercera generación) es rápidamente reconocido por la policía local, por sus antecedentes y porque, además, llevaba una tobillera electrónica. En efecto, un juez (decididamente incompetente, como los hay en todos lados) poco tiempo antes, había decidido su libertad vigilada; es decir en su casa, con una pulsera electrónica, con permiso de salida de 8.30 a 12.30, todos los días.

Tiempo suficiente para matar a los "cruzados" como el padre Hamel que a los 86 años solo estaba celebrando misa.

Adel estuvo preso por intentar, en dos ocasiones, ir a Siria e incorporarse al Isis/Daesh. En las dos ocasiones fue detenido en la frontera turca y extraditado a Francia, su país, con el sello de Persona Peligrosa, es un terrorista en potencia. El juez lo liberó.

En esta guerra desigual, con jueces incompetentes, policías distraídos como los de Niza, servicios de inteligencia dormidos que poco pueden prevenir, leyes anticuadas antiterrorismo y mucho miedo, es probable que sigamos perdiendo.