Datos de Anses: actualidad y peligro del Gran Hermano

Por Diego Rojas

Compartir
Compartir articulo

El planteo de la gran novela distópica 1984, de George Orwell, ha sido banalizado muchas veces —o abandonado como mera fantasía—, al punto que su amenazante Gran Hermano no remite en la actualidad al texto literario, sino a la producción de Endemol que inauguró el género de los reality shows y que, hoy mismo, se puede ver por las noches del canal América. Sin embargo, la proyección de un Estado totalitario que todo lo sabe y todo lo conoce acerca de sus ciudadanos y que, entonces, todo lo puede manipular —hasta la historia misma— se hace más presente que nunca en esta época, treinta años después de lo que proponía Orwell como escenario de sus disquisiciones.

No hace falta remitir a las investigaciones de Edward Snowden acerca de la vigilancia que la National Security Agency (NSA) realizaba sobre las comunicaciones de los ciudadanos estadounidenses a través de interferencias en sus correos privados y las redes sociales —que sería un punto paroxista de la forma actual del Gran Hermano—, sino que se puede apuntar a la Jefatura de gabinete de este Gobierno —y del anterior también— para concluir que la sociedad argentina se encuentra frente al peligro latente de la vigilancia estatal ilegal.

El decreto que vehiculiza el flujo de la información de los datos de 16 millones de ciudadanos hacia las usinas de jefatura de gabinete —comandada por Marcos Peña y donde reside la política comunicacional del Gobierno— incluye nombre y apellido, DNI, CUIT/CUIL, domicilio, teléfono, dirección de correo electrónico, fecha de nacimiento, estado civil y estudios. Según el decreto, se trasladaría hacia Jefatura de gabinete desde la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) "con el fin de mantener informada a la población a través de diversas modalidades, que incluyen desde las redes sociales y otros medios de comunicación electrónicos, hasta el llamado telefónico o la conversación persona a persona". Es conocido, y así lo han hecho saber los responsables comunicacionales del Ejecutivo, que el Gobierno prefiere el uso de redes sociales como Facebook —que permiten un trato personalizado— a las cadenas nacionales o a las exclusivas en diarios o revistas. Quizás tenga razón: hoy toda la información que consumen los ciudadanos pasa principalmente a través de Facebook. Sin embargo, el acceso a esos datos también plantea la recopilación de información privada, que está protegida por la ley y que podría ser usada para un uso estatal de la propaganda —cuando no de la inteligencia.

No es un uso privativo de este Gobierno. Los datos biométricos y toda la información personal que el ex ministro k Florencio Randazzo acumuló durante el proceso de entrega de los nuevos DNI fue usado para llegar a los ciudadanos con mensajes electorales durante la última elección presidencial. Más aún, el Gobierno kirchnerista desarrolló todo un sistema de espionaje paralelo al estatal de raigambre ilegal. Primero, con Proyecto X, el sistema de espionaje llevado adelante por la entonces ministra de Defensa Nilda Garré y, luego, con el desarrollo de la inteligencia militar, dirigida por el supuesto represor César Milani. Si el Proyecto X trataba de recabar informaciones de todo tipo de activistas sindicales y políticos del país, un sistema que incluya la información de los ciudadanos y que permita el acceso a las redes sociales dejaría en bandeja los datos para alcanzar esos fines.

El teórico ruso-alemán Boris Groys señala que Facebook permite que todos nos convirtamos en artistas, ya que la construcción de la imagen de cada individuo se realiza mediante filtros estéticos y políticos atravesados por lo personal. Cada cuenta de Facebook nos muestra cómo queremos que el mundo nos mire. Pero también incluye no sólo los datos personales de nuestras preferencias de todo tipo, de las gastronómicas a las turísticas, sino que da cuenta de nuestras inclinaciones políticas y gremiales, además de las actividades en que incurramos en nuestra cotidianidad. Información como tal en manos del Estado, para su uso discrecional, indica un camino en la conformación concreta de un Gran Hermano contemporáneo.

Woody Allen decía: "Es probable que sea paranoico, pero eso no impide que de verdad sea perseguido". Es una buena actitud frente a planteos de esta naturaleza. Y, de cualquier manera, la entrega de datos personales al Estado sin el consentimiento de cada ciudadano está penada por la ley, ya que se opone al acta de la ley de datos personales. Por eso es ilegal el flujo de los datos de la Anses al Poder Ejecutivo, así como es cuestionable que las empresas de servicios telefónicos móviles estén negociando entregar los datos de sus clientes con el Gobierno —como reveló Infobae el 26 de julio. Clarín señaló que se estaba reorganizando el área de control de las redes sociales en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), ex SIDE, a cargo de Patricia Bullrich. Y es lícito preguntarse qué pasó con los equipos de inteligencia ilegal comprados por el anterior gobierno a fábricas alemanas e israelíes: ¿Por qué no se da a conocer su destino actual? Una perspectiva global señala un peligro de tintes autoritarios y contrario a las libertades civiles y democráticas. Ya lo predijo Orwell, con otros métodos. Es necesario que esa perspectiva no se cumpla.

 

@zonarojas

 

El autor es periodista, publicó los libros "¿Quién mató a Mariano Ferreyra?", "Argentuits, pasiones políticas en 140 caracteres" y "El kirchnerismo feudal. La verdadera cara de Cristina en las provincias".