El desafío de los nuevos equilibrios políticos pos-Brexit

Por Roberto García Moritán

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El Reino Unido, la segunda economía europea, deja la Unión Europea (UE) tras décadas de descontento. En 1975, los euroescépticos no tuvieron un resultado favorable respecto a la permanencia en la Comunidad Económica Europea, precursora de la UE. Sin embargo, esta vez se cumplió la profecía de Winston Churchill: "Cada vez que Gran Bretaña tenga que decidir entre Europa y el mar abierto, decidirá siempre por el mar abierto".

El denominado Brexit es una cuestión cuyos efectos eventuales trascienden fronteras. La agencia de calificación de riesgo crediticio Standard & Poor's viene advirtiendo que Londres podría perder su importancia como principal plaza financiera en beneficio de Frankfurt u otras ciudades europeas. También afectaría las posibilidades de crecimiento de los préstamos a los sectores industriales que dependen de las exportaciones del Reino Unido y señalaba: "La salida británica de la UE es mucho más importante que el riesgo que planteó la continuidad de Grecia en la Eurozona". Otros bancos como Goldman Sachs o ING se han expresado de forma similar.

Esas advertencias no tuvieron efecto. Tampoco la insistencia de Estados Unidos de que un acuerdo comercial con el Reino Unido luego del Brexit podría demorarse en el tiempo y sería posterior a las negociaciones con la Unión Europea por el acuerdo de Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés). Es evidente que la salida del Reino Unido de la Unión Europea tendrá una variedad de repercusiones geopolíticas y de política exterior. Irlanda del Norte, por ejemplo, ya anuncia la posibilidad de convocar a un referéndum para decidir sobre su anexión a Irlanda. Gibraltar podría estar en el mismo camino. El ministro Fabian Picardo, en declaraciones públicas, no ha descartado la posibilidad de su adhesión a España.

Un informe parlamentario elaborado por el Comité de Política Exterior de la Cámara de los Comunes señalaba que el Brexit podría, entre otros, alterar el equilibrio político en territorios como Gibraltar y Malvinas. Respecto a Malvinas, el documento destacaba que la ruptura con la UE tendría "amplias y profundas implicaciones" en el Atlántico Sur. Reconoce, entre otras cuestiones: "El apoyo de muchos europeos a la posición británica sobre Malvinas sería menos cierta, lo que podría animar a la Argentina a tener una posición diplomática más agresiva", en virtud de que en muchos casos estos países avalan la postura de Londres sólo en función del Tratado de Lisboa que rige para la UE y todos "sus territorios de ultramar".

Desde las Islas Malvinas, Sukey Cameron también había expresado preocupación sobre el impacto que podría tener para la economía de las islas, ya que el 73% de la producción, en particular la pesca, que representa casi el 60% del PBI, depende del acceso a la Unión Europea, principalmente a España e Italia. La exportación de grandes volúmenes de pesca de Malvinas a la UE no requería de aranceles o de cumplimiento de cuotas.

Es evidente que el proceso abierto por el Brexit plantea un panorama que debería ser analizado con atención. Esta nueva circunstancia puede resultar en un desafío para impulsar, con aire fresco y una lógica renovada, el restablecimiento del diálogo diplomático entre Buenos Aires y Londres como en una ocasión de estímulo para imaginar con creatividad estratégica un horizonte de nuevas oportunidades con las islas.

 

@RGarciaMoritan

 

El autor es diplomático y ex vicecanciller argentino.