"Yo nací a dos cuadras del cilindro de Avellaneda y me crié pateando una pelota en los terrenos baldíos del barrio. Toda mi familia es de Zona Sur, de la Avenida Mitre para acá. Algunos tíos en Banfield y otros en Lanús. Soy hijo de la escuela pública, tuve la posibilidad de estudiar una carrera universitaria, me casé con mi novia de toda la vida con la cual tuvimos tres hijos maravillosos y, desde hace un tiempo, decidí apostar a un cambio porque crecí en un lugar donde sobraron las promesas. Al principio me rompía soberanamente que me dijeran que era un globoludo por defender a un Gobierno 'de derecha', que nos había engañado con el voto sólo para darle todo a los ricos, pero con el tiempo entendí que esa falta de respeto de parte de algunos vecinos y amigos en realidad era fruto de la frustración por ver cómo desaparecen gran parte de las cosas en las que creyeron durante una vida" nos cuenta Juan, mientras se sube a su 4×4 para llevarnos a dar una vuelta por el barrio. O eso intuimos.
Mientras avanzamos por una calle empedrada, intenta ser lo más sincero posible. "No hay que ser un genio para darse cuenta que esta nueva generación de políticos tiene menos épica, menos capacidad de convocatoria, habla más corto e incluso con una oratoria que pocas veces contagia. ¿Pero sabés qué? El país cambió, el mundo ya no es el mismo y si antes te enamorabas de las personas hoy sucede todo lo contrario: uno se enamora de los proyectos. Vamos hacia un cambio más colectivo, centrado en la gestión, donde votaremos a quienes demuestren que se puede ser mucho más eficiente a la hora de pavimentar una calle que lleva 30 años siendo de tierra o a darle dignidad a un barrio con la llegada de las cloacas. Cosas más sencillas que emocionan desde el sentirse escuchado. Así de simple".
"Chau globoludo, mandale un saludo al bostero de Macri", le grita un capataz desde una obra en construcción. Juan se ríe, con esa risa que contagia, mientras le hace un gesto con la mano como quien le dice que en un rato pasa. "Es el folclore del barrio. La próxima que me lo cruce le pregunto con qué habrá pagado el "Pata" Medina el avión, el barco, el helicóptero y la flota de más de 100 vehículos que le incautaron esta semana. ¿Con los aportes del Sindicato al que está afiliado? Y después el globoludo soy yo", retruca al mismo tiempo que esquiva un pozo que ya no existe más. "Es un acto reflejo, lo hice durante tantos años así que me sale sólo, como pasar los cambios".
Mientras nos subimos a la 9 de Julio Sur para enfilar hacia la Ricchieri rumbo a La Matanza, nos confiesa que en las dos zonas donde él se mueve, la gente al principio no entendía que de golpe cayeran María Eugenia Vidal, Mauricio o Marcos Peña a tocar el timbre. "Pensaban que era una propaganda en vivo de un jabón en polvo. Con el tiempo se dieron cuenta que no sólo vinieron, sino que volvieron y aquello que les habían prometido lo empezaron a cumplir. Para un vecino que fue traicionado durante décadas, eso es todo". Dejamos la avenida Rivadavia y al doblar en una de las típicas esquinas de Ramos Mejía, pasamos por una casa modesta. "La señora que ves ahí se llama Elsa, tiene 72 años, la misma edad que el peronismo. ¿Sabés cuándo dejó de usar garrafa? Hace un mes. ¿Me entendés ahora?".
Como buen exponente de la clase media argentina, Juan mezcla la filosofía barrial con la formación profesional. "Yo me moví entre dos mundos muy peronistas. Avellaneda y La Matanza son dos bastiones que parecen infranqueables. Toda la vida viví al lado de un estadio que lleva el nombre del General Perón y trabajo en la tierra de los intendentes cuya máxima es llegar al poder y robarse todo lo posible, así cuando vuelven a la vida real tienen plata para pagarle a los abogados que los van a ayudar a no ir presos y de paso quedarse con una parte importante del botín que le sacaron a la gente que los votó creyendo que su vida iba a cambiar".
Nos sorprende la facilidad con la que diagnostica la realidad que le tocó vivir a generaciones. "Es que no me queda otra. Los argentinos somos unos expertos en el arte de generar cosas positivas en el caos. Nosotros no vivimos ninguna guerra, pero nos tocó el peronismo que es como un Hiroshima y Nagasaki juntos en cómodas cuotas". ¿No será mucho? ¿No formará parte de la exageración que se da en las redes sociales, donde un movimiento como el peronismo encontró a su principal enemigo?. "La verdad que me quedo corto. Fijate lo del padre que justifica la violación de su hija en la toma del Nacional de Buenos Aires por la causa, mientras esa misma semana Cristina arengaba a los chicos para que siguieran tomando las escuelas. ¿Dónde se vio semejante locura? En un país subdesarrollado y en el Conurbano Bonaerense, que tienen bastantes similitudes".
Finalmente llegamos. Juan estaciona frente a un edificio moderno en pleno corazón de San Justo. Una vez adentro, todos saludan con respeto al Doctor. Juan se pone el guardapolvo blanco, como cuando iba a la escuela pública, pero ahora para ejercer la profesión de pediatra. "Los chicos y los locos dicen siempre la verdad. ¿Sabés lo que me dijo el piojo ese el otro día?". Lo miramos esperando una respuesta. "Si yo estudio cuando sea grande voy a ser como usted?". Nuevamente lo miramos esperando la suya "No Carlitos, vas a ser mucho mejor que yo". Y si. El negocio es ser una persona normal, un boludo común y corriente.