Felipe Pigna: "Mariano Moreno fue asesinado; los testimonios son muy concluyentes"

En su último libro, el historiador niega que el secretario de la Primera Junta haya sido un "terrorista" o un "agente inglés". Tampoco se lo puede tildar de "unitario" enfrentado a un Saavedra supuestamente federal

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La vida por la Patria (Planeta, 2017) es una biografía de Mariano Moreno que propone una mirada renovada sobre algunos de los hechos a los que estuvo relacionado durante su breve pero intensa vida pública,–el motín de Álzaga contra Liniers, por ejemplo- y busca evitar tanto la descontextualización como los encasillamientos, tan frecuentes en la interpretación de nuestro pasado en general y muy presentes en particular en los acontecimientos más destacados de la corta gestión de Moreno como Secretario de Guerra y Gobierno de la Primera Junta. Su prematura muerte en alta mar, por envenenamiento, no acalló las polémicas en torno a su figura.

En esta entrevista con Infobae, Felipe Pigna considera que el negar las diferencias, incluso las enemistades, que enfrentaron a nuestros próceres, es una "manera tremenda de enseñar la historia" porque "se subestima al niño o al adolescente suponiendo que no está en condiciones de entender el conflicto".

Y no pasa sólo con los antagonismos. "Tampoco nos cuentan los momentos de ruptura de estas antinomias", dice Pigna, y cita como ejemplo el encuentro cordial entre Alberdi y Rosas en 1857….

El último libro de Felipe Pigna
El último libro de Felipe Pigna

— ¿Por qué considerar "personaje incómodo" a Mariano Moreno?

— Es un personaje que sigue teniendo vigencia, un hombre extremadamente honesto al que no le importó su futuro político, se jugó todo en esos escasos siete meses [de actuación pública] como si supiera que tenía corta vida y fue a fondo. Quizás con una vehemencia que le jugó en contra, pero nadie podrá discutirle su consecuencia y su coherencia.

El ‘Plan de Operaciones’ es un documento apócrifo que se usó para estigmatizar a Moreno

— Quedó encasillado o estigmatizado como un ultra, un "extremista". ¿Es justa esa imagen?

— Eso tiene que ver con un documento que no es de su autoría, apócrifo, el "Plan de Operaciones", que habla de "cortar cabezas", "derramar sangre" e incluso cosas que lo han estigmatizado, como la entrega de Martin García a los ingleses. Ese documento fue escrito en 1814 por (Andrés) Álvarez de Toledo a pedido de la famosa Carlota Joaquina en un intento de desacreditar la Revolución.

— Una provocación…

— Una gran provocación. Además, plagio de un libro francés llamado El cementerio de la Magdalena, del año 1800, muy monárquico y anti jacobino, y del que han sido transcriptas frases textuales en este documento que durante muchos años sirvió para tratar a Moreno de terrorista.

— ¿No tiene ningún asidero en la realidad esa calificación?

— Hubo quizás algunos argumentos de una persona dura en cuanto al fusilamiento de Santiago de Liniers y los fusilamientos de (Francisco de) Paula Sanz y (Vicente) Nieto, pero siempre sacados de contexto, porque no se dice que Liniers quería arrasar a sangre y fuego a Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Ya tenía firmadas las órdenes de fusilamiento para todos los miembros de la Junta. Viendo los documentos para el libro, encontré algo muy simpático, si se puede decir así: el único (miembro de la Junta) que no firma la condena a Liniers es Alberti, por su condición de sacerdote. Pero pide poner en el acta que lamenta no poder firmar la condena al obispo (Antonio Orellana) porque entiende que es más grave la falta del obispo de conspirar contra la Revolución que la de un militar o un ex gobernante. Esto se omite y queda Moreno como el sanguinario que mata a Liniers.

No estamos hablando del fusilamiento de un opositor literario, sino de alguien que está armando la contrarrevolución

—¿El fusilamiento de Liniers fue entonces una decisión colectiva y orgánica de la Junta?

— Absolutamente orgánica, y necesaria en el contexto de una guerra, era preventivo. Porque si no, Liniers terminaba con la Revolución. Además, no estamos hablando del fusilamiento de un opositor literario, sino de alguien que está armando la contrarrevolución y marchando sobre Buenos Aires. El problema es cuando sacamos de contexto esos hechos. Es la historia a medias que no termina de entenderse.

— Claro, si uno se detiene en el Liniers héroe de la resistencia contra los ingleses… Pero había corrido un poco más de historia en el medio.

— En el medio se omite algo que digo en el libro: Liniers fue uno de los virreyes más corruptos que tuvimos. Esto no es causal de fusilamiento, lo otro sí. Pero se exalta a Liniers ocultando una parte importante de su historia. Son esas metidas bajo la alfombra tan frecuentes en la historia argentina; nuestras alfombras ya no dan más.

— ¿Conservaba Liniers predicamento entre los sectores populares?

— Sí, tenía predicamento, por esa memoria de haber sido el autor de la Reconquista. Los propios patriotas todavía tenían cierto vínculo con él; de hecho, le cuentan sus planes y él los traiciona, informándoselos con pelos y señales al virrey Cisneros.

Es completamente falso poner a Saavedra como proto-federal y a Moreno como proto-unitario

— Moreno también es víctima de esta costumbre de polarizar.

— Sí, la grieta.

— De un lado está Moreno que, según sus adversarios, era extremista, porteñista, unitario. Del otro, Saavedra, más moderado, más contemplativo con los intereses de las provincias. ¿Qué hay de cierto en esa imagen?

— Es completamente falso poner a Saavedra como proto-federal y a Moreno como proto-unitario. Saavedra jamás mencionó el término federalismo. Era muy poco dado a las letras, sólo nos ha quedado una autobiografía muy pequeña y una defensa ante los juicios de 1813. En cambio Mariano Moreno sí defiende el federalismo en el famoso escrito "Las miras al Congreso próximo a reunirse", donde dice que el sistema federal es el más digno pero que va a ser de difícil aplicación. Además, él no critica en sí la incorporación de los diputados del interior a la Junta sino que esos diputados se sumen a un Poder Ejecutivo en lugar de formar un Legislativo que realmente atienda los intereses de las provincias y redacte la famosa Constitución que necesitábamos. Una Constitución que sí iba a garantizar los derechos individuales y los derechos provinciales con un criterio claramente federal. O sea que hay mucho más federalismo en Moreno que en Saavedra. Es una de esas grandes mentiras sobre el período. Otra barbaridad es poner en la misma línea a Moreno y a Rivadavia que eran enemigos desde muy jovencitos; de hecho, el primer juicio que sustancia Mariano Moreno en Buenos Aires es por usurpación de título contra Bernardino Rivadavia.

Moreno averigua que Rivadavia no sólo no es abogado sino que no terminó la secundaria

— Es muy curioso lo que dice Moreno sobre Rivadavia…

— Sí, es tremendo, porque Rivadavia reclama al Cabildo un pago atrasado. Se proclama abogado y dice que le deben dos años de título y Mariano Moreno averigua que no sólo no es abogado sino que no terminó la secundaria. De ahí la poca simpatía de Rivadavia hacia Moreno que se va a manifestar cuando Guadalupe, su viuda, pida la pensión. Primero se la niega, y finalmente le da una miseria. Como una venganza.

— El conflicto con Saavedra, ¿en torno a qué se produjo? ¿Fue un tema personal, de estilos diferentes?

— Fue ideológico. Lo de estilos personales se lo puede ver en muchos manuales: "Saavedra era temperamental y Moreno fogoso", lo que no dice nada. Saavedra representaba más a los terratenientes y comerciantes porteños, bonaerenses, Moreno estaba más del lado de las posiciones liberales, un tipo con ideas más revolucionarias que entendía que el cambio era también un cambio de sistema, de modelo económico, de inclusión. Y esos son dos proyectos irreconciliables de país. Cuando Moreno avanza con todo, como lo hace en esos seis, siete meses de gobierno, particularmente alarma mucho lo que pasa en el Alto Perú. El reparto de tierras, el fin de la Inquisición. La revolución que hace allí Juan José Castelli, que es un confeso morenista. Incluso Belgrano, que precede a Mariano Moreno, e incluso está por encima de él en un punto, por su preparación ideológica y de gobierno, se proclama morenista, porque entiende que el líder de ese sector de la revolución es Mariano Moreno. Y entonces, claro, se lo identifica a Moreno como el peligro y eso lleva a una contrarrevolución que empieza con el Decreto de supresión de honores.

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— Fue el detonante.

— Sí. Evidentemente ya venía la cosa muy calentita entre ellos. Había habido fuertes discusiones cuando (en octubre de 1810) se descubre la traición de los cabildantes y Moreno pide sanciones más fuertes, inclusive el ajusticiamiento de algunos, y Saavedra se planta. Cuando se festeja la primera victoria patriota en Suipacha, Moreno, que es Secretario de Guerra, no es invitado. Una cosa bastante provocativa. Y es allí que un suboficial ebrio, Atanasio Duarte, brinda por el "emperador de América" y su esposa, Saturnina Otálora de Saavedra, a la que nombra "emperatriz". Esto llega a los oídos de Moreno, que se exalta y reacciona con el Decreto de supresión de honores. Lo gana la bronca, porque evidentemente Saavedra estaba esperando esto. Tomás Guido es muy claro, dice que la firma de ese decreto por Saavedra, aceptando bajarse de la carroza de los virreyes, del lugar del palco, etcétera, es la firma de la sentencia de muerte contra Moreno.

 ¿Fue asesinado Moreno?

— Sí, fue asesinado. Lo que no podemos afirmar seriamente es por quién ni si detrás de esto hubo una conspiración. Pero los testimonios son muy concluyentes, tanto el de Guido como el de Manuel Moreno, que son los dos testigos porque viajaban con Moreno, hablan de un exceso en la medicación que se le da, que es un emético. Una dosis seis veces superior a la que puede soportar un ser humano. O sea que fue un asesinato.

Cuando Moreno se enteró de la dosis que le habían dado, se reputó perdido y esperó la muerte ‘con la serenidad de Sócrates’

— ¿Para qué servía el emético?

— Es un vomitivo, casi el único remedio que llevaban los barcos contra los mareos, los dolores de estómago y ese tipo de síntomas. A Moreno se le dio una dosis tremenda y su hermano Manuel, que luego estudió medicina, escribió que si Moreno hubiese sabido la dosis que le estaban dando "no la hubiera tomado" y que, cuando se enteró, se reputó perdido y esperó la muerte "con la serenidad de Sócrates". Tomás Guido dice lo mismo: que el capitán, imprudentemente, cuando lo encontró solo, le dio este medicamento. O sea que el capitán lo asesina.

— ¿Quién era el capitán?

— George Stephenson, un tipo muy misterioso que no vuelve a aparecer en la flota regular que unía Liverpool o Southampton con Buenos Aires. Desaparece de la historia, lo rastreé por todos lados, no existe. Y tampoco existía antes, se lo pone raramente en ese viaje.       

— Faltaría saber si alguien ordenó ese asesinato.

— Hay sospechas, pero desde la seriedad documental no tenemos elementos para acusar a nadie, ni para decir que hubo una conspiración. Podemos decir que es un homicidio, aunque faltaría saber si fue culposo o doloso, accidental o  premeditado. Pero que fue un homicidio, que alguien le causó la muerte, en términos legales lo podemos decir sin miedo. Lo curioso es que haya tanta negativa a aceptarlo. Más pruebas es difícil reunir. El doctor Juan Madera, que era el médico más prestigioso de Buenos Aires, convocado en 1813 cuando se enjuició a Saavedra, entre otras cosas por la muerte de Moreno, dice que fue muerto por disposición de sus enemigos. Y agrega que estando en el Alto Perú escucha al padre (Manuel Antonio) Azcurra decir "ya está embarcado y va a morir".

— También hubo una amenaza a su "futura" viuda…

— Claro, el envío de abanico y ropa de viuda a la esposa de Moreno, Guadalupe Cuenca, con el mensaje "pronto lo va a necesitar". Y el contrato que firma la Junta con el señor David Curtis de Forest -el mismo firmado para Moreno, para compra de armas- que en el artículo 5º dice "en caso que el doctor Moreno falleciese…". Demasiado previsor…

Los que no quieren a Moreno dicen que en ‘La representación de los hacendados’ se ve que era un agente inglés

— Es llamativo que Moreno, que aparecía como relativamente ajeno a los acontecimientos previos a la Revolución, de pronto adquiere un protagonismo muy grande. ¿Por qué lo van a buscar a él?

— Creo que era un tapado de los revolucionarios y un hombre que sale a la luz pública con un documento extraordinario que es "La representación de los hacendados", de 1809. Era uno de los abogados más prestigiosos de Buenos Aires. Ese documento es otro ejemplo de historia a medias. Los que no quieren a Moreno dicen que ahí se ve que era un agente inglés porque habla del libre comercio. Pero, el interés de los hacendados era exportar, poder sacar los cueros, el tasajo, los productos que estaban muy complicados por la enmarañada regulación indiana de España. El documento propone sobre todo la libre exportación. Y para la importación establece aranceles, en algunos casos bastante altos, hasta 30 por ciento. De ninguna manera es un documento pro libre comercio ni pro británico. Tiene un párrafo donde dice que la gran nación inglesa nos puede ayudar, por ser la mejor preparada para el comercio a nivel mundial. Algo obvio. ¿Por qué todos los revolucionarios de América tuvieron tanto cuidado con la diplomacia británica? ¿Porque eran pro británicos? No, porque sabían que iban a tener que negociar con la gran potencia del mundo.

Tan rápidamente se pone el título de agente inglés…

— También San Martín se llevó bien con los ingleses.

— Pelearse con los ingleses ¿qué sentido tenía? Es una muy mala lectura decir que Moreno era pro británico; no es cierto en absoluto. Es más, tuvo sus agrias discusiones con el enviado portugués (Carlos) Guezzi, que venía de parte de Lord Strangford a decir que la Revolución bajara sus decibeles, después del fusilamiento de Liniers, y Moreno lo trata muy mal. Y está la carta de Lord Strangford a Moreno, quejándose por estos procedimientos. Tan rápidamente se pone el título de agente inglés en nuestro país, ¿no? San Martín también era un agente inglés. Todas ridiculeces.

— Lo gracioso es que cuando San Martín llegó a Buenos Aires sospecharon que podía ser un agente francés…

— Bueno, yo publico en La voz del gran jefe ese documento extraordinario del Foreign Office donde dice que San Martín es una persona peligrosa y muy probablemente un agente de Napoleón. Si San Martín hubiera sido un agente inglés, cuando Alvear propone la entrega de las provincias a Gran Bretaña en el 15, ¿por qué se iba a oponer como lo hizo?

— Toda esta parte de nuestra historia se enseña de una manera tan fragmentaria y de una aparente armonía, que quedan sin explicar cosas como el fusilamiento de Liniers, el conflicto entre Moreno y Saavedra o las broncas entre San Martín y Rivadavia…

— Sí, es una manera tremenda de enseñar la historia porque se subestima al niño o al adolescente suponiendo que no está en condiciones de entender el conflicto. El niño de hoy ve animé japonés donde todo es conflicto, donde hay quinientos personajes complejos. No habría ningún problema en decirle que había enemistad manifiesta, distintos intereses, distintas ideas. Hace a la educación democrática el saber que siempre hubo opiniones diferentes en nuestro país.

Así como no nos cuentan los conflictos, tampoco nos cuentan los momentos de ruptura de la grieta, de estas antinomias

— Y distintas calidades de personas. Y que algunos en un momento actuaron bien y en otro no, porque el ser humano es así, contradictorio. Liniers es un ejemplo.

— Y el caso de Alvear, que actúa horrendamente en 1815 y después tiene una actuación destacada en la guerra con Brasil. Entonces también es muy mala praxis histórica tomar solamente un momento de la vida de alguien y sacarlo de contexto. Cuando se dice Fulano dijo tal cosa… sí, pero ¿cuándo y en qué contexto? Una frase no define a la persona. Alberdi cambió de opinión muy fuertemente. Y no por conveniencia política, sino por coherencia, por sentir que estaba equivocado. De hecho, no le va a convenir; al contrario, se arruina, lo echan del trabajo, queda en el exilio.

— Es meritorio…

— Pero es que así como no nos cuentan los conflictos, tampoco nos cuentan los momentos de ruptura de la grieta, la famosa grieta en la que no creo, pero digo estas antinomias. Por ejemplo, el maravilloso encuentro de Alberdi y Rosas en Londres en 1857. Alberdi odiaba a Rosas, había escrito un periódico en Montevideo que se llamaba Muera Rosas y se lo encuentra y siente una necesidad de hablar con él y decirle que sigue pensando muy mal de él en muchas cosas pero que se está sustanciando un juicio en ausencia que él considera injusto y se ofrece a escribir una memoria en defensa de su gestión. Una cosa que se cuenta poco y que va en sentido contrario de esta cuestión que nos dicen de lo antinómico irreconciliable.

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