A 30 años del verano más triste de La Feliz: la muerte de Olmedo y Monzón preso por matar a Alicia Muñíz

Hace treinta años, Mar del Plata fue el epicentro de dos hechos trágicos: en febrero, Carlos Monzón perpetró el femicidio de su esposa, Alicia Muñiz; y en marzo se mató Alberto Olmedo, máximo ídolo popular. El escritor Camilo Sánchez retrató esa época en La Feliz, brillante novela que bucea en ese cóctel de fama, droga y oscuridad.

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Olmedo, Monzón y el Facha en el verano que se desató la tragedia para todos ellos. (Foto: Archivo/GENTE)
Olmedo, Monzón y el Facha en el verano que se desató la tragedia para todos ellos. (Foto: Archivo/GENTE)

De repente se hizo de noche. Sentimos frío. Aquella algarabía se transformó en una mueca indescifrable, entre desconcertada y triste. El trágico verano de 1988 fue una bisagra en la conciencia colectiva de los argentinos. La violenta muerte de Alberto Olmedo, por lejos el artista más popular del país… El femicidio perpetrado por Carlos Monzón, cuando esa palabra ni se usaba y el santafesino conformaba, junto a Maradona, Fangio y Vilas, el cuarteto de máximos ídolos deportivos… Y, en medio de ellos, el Rey de los Playboys, un actor sin grandes pergaminos pero carismático y pintón: Adrián "Facha" Martel.

El Facha Martel se acerca a saludar a Olmedo. (Foto: Archivo/GENTE)
El Facha Martel se acerca a saludar a Olmedo. (Foto: Archivo/GENTE)

Tres puntas de un triángulo opaco, denso, que los unió para siempre en la ribera de ese verano tormentoso. El cóctel de sangre, droga, champagne francés, noche y excesos fue demasiado. Perdimos la inocencia. Y Mar del Plata su aura de oasis, de imbatible Ciudad Feliz, inmune a las frustraciones que nos suelen acompañar.

Monzón en la noche de Mar del Plata junto al Facha Martel. (Foto: Archivo/GENTE)
Monzón en la noche de Mar del Plata junto al Facha Martel. (Foto: Archivo/GENTE)

"Siempre supe que ese verano iba a marcar un antes y un después en la Mar del Plata que conocía. Aquel '88 fue el clímax. Ya nunca más hubo temporadas de 4 millones de personas, cambió la modalidad de vacacionar, la gente empezó a ir a otros lugares…", cuenta Camilo Sánchez, autor de La Feliz, una novela atrapante, de exquisita prosa, que se interna en aquella locura estival.

El periodista y escrito Camilo Sánchez, autor de la novela La Feliz. (Foto: GENTE)
El periodista y escrito Camilo Sánchez, autor de la novela La Feliz. (Foto: GENTE)

Novelar aquellos hechos –mezclando mito, verdad y literatura– le permite entregar una historia imperdible a través de 254 páginas. Los protagonistas están claros: El Claun, El Campeón y El Langa. "Tanto Olmedo como Monzón están así mencionados en el libro porque son mitos trabajados por mí; los tomo como personajes que me permiten hacer esta fábula oscura. Si bien son ellos y a la tercera página te das cuenta, no hay nada de su discurso real, porque está armado. Los mitos siempre funcionan como una construcción colectiva: vos tenés tu Olmedo, tu Gardel… En esa época, sin redes sociales, se los idealizaba aun más. Y vos te imaginabas que era gente feliz, que le iba bien, ganaba plata, tenía mujeres, winners totales…", dice Sánchez (59), periodista y escritor de vasta trayectoria, que trabajó en el diario Página/12 y la revista VIVA, entre otros medios.

Monzón con Alicia Muñíz y el hijo de ambos, antes del horror. (Foto: Archivo/GENTE)
Monzón con Alicia Muñíz y el hijo de ambos, antes del horror. (Foto: Archivo/GENTE)

A Sánchez –nacido y criado en Mar del Plata– le tocó cubrir ese verano. Que tuvo sus mojones en dos fechas fundamentales: el domingo 14 de febrero, Alicia Muñiz encontró la muerte en la casa de Pedro Zanni 1567, del barrio La Florida. Había llegado a la ciudad con la intención de reconciliarse con Monzón, otro playboy pero de nivel internacional, habitué del Lido parisino y campeón mundial de los medianos durante siete años (1970-1977). Se habían conocido de casualidad en el aeropuerto de Río de Janeiro, en 1977, y se reencontraron en 1978. Ahí comenzaron su noviazgo.

El cuerpo sin vida de Alicia Muñiz. (Foto: Archivo/GENTE)
El cuerpo sin vida de Alicia Muñiz. (Foto: Archivo/GENTE)

Una década después, ella terminaría estrangulada por él. Se casaron en 1981, tuvieron un hijo (Maximiliano, de seis años en el momento de la tragedia) y el tenor de su relación siempre estaría signado por la violencia y los celos.

Monzón en el balcón desde donde tiró a Alicia Muñiz. (Foto: Archivo/GENTE)
Monzón en el balcón desde donde tiró a Alicia Muñiz. (Foto: Archivo/GENTE)

Esa noche, en pleno proceso de reconciliación, afloraron las discusiones. Habían cenado en el hotel Provincial, siguieron tomando champagne en el club Peñarol y llegaron de madrugada a la casa que había alquilado el Facha, donde se alojaban. La comida había estado animada: Martel acababa de ganar 1.500 australes en el Casino (para comparar, una edición de GENTE valía 8.20) y regaba generosamente las mesas de sus amigos. Se sabe que Monzón y Alicia se fueron muy tarde. Que tomaron un taxi hasta la casa de Pedro Zanni y que allí ya dormían el pequeño Maxi y Román, el hijo de 10 años del Facha.

Monzón detenido por el crimen de su pareja, Alicia Muñíz. (Foto: Archivo/GENTE)
Monzón detenido por el crimen de su pareja, Alicia Muñíz. (Foto: Archivo/GENTE)

Los chicos nunca escucharon nada: los gritos, la cachetada, las manos en el cuello, la caída de ambos por el balcón en un intento de simular un accidente. Monzón siempre alegó su inocencia, pero (casi) nadie le creyó. Su amigo Olmedo fue uno de los pocos que lo visitaron en la cárcel, a horas de su detención. El Campeón murió siete años, a los 52, después, en un accidente automovilístico durante una de sus salidas programadas del penal Las Flores, en Santa Fe. Nunca pudo recobrar su libertad.

La policía recorre el lugar, esta vez con el Facha Martel, en busca de evidencia. (Foto: Archivo/GENTE)
La policía recorre el lugar, esta vez con el Facha Martel, en busca de evidencia. (Foto: Archivo/GENTE)

EL MAS AMADO. Para completar el tétrico cuadro, el sábado 5 de marzo, Alberto Olmedo se precipitó desde un 11º piso. La peregrinación hacia el edificio Maral 39 se hizo incesante. Olmedo era el Nº 1 de la temporada (llenaba el teatro Tronador todas las noches) y del rating (con su clásico No toca botón").

Olmedo y Nancy Herrera. (Foto: Archivo/GENTE)
Olmedo y Nancy Herrera. (Foto: Archivo/GENTE)

Pero sufría: nunca lograba encauzar su relación con la actriz Nancy Herrera, 27 años menor. Estaban juntos desde 1981, con idas y vueltas. Esa noche, Nancy había llegado a Mar del Plata para dejar atrás la crisis y, charla mediante, recomponer las cosas. Olmedo cumplió la última función de la noche, cenó con el elenco en el restaurante Hamburgo (el Facha se excusó y prefirió ir a comer con su hijo; al otro día planeaba visitar a Monzón) y llegó al departamento pasada la una. Nancy ya lo esperaba. Tomaron champagne, conversaron, no se acostaron… Y ella le contó la gran novedad: estaba embarazada (de hecho, el 26 de octubre nacería Albertito).

Nancy Herrera abrazada al cuerpo sin vida de Olmedo. (Foto: Archivo/GENTE)
Nancy Herrera abrazada al cuerpo sin vida de Olmedo. (Foto: Archivo/GENTE)

De madrugada, sin saber muy bien por qué, Olmedo se trepó a la baranda, resbaló y, a pesar de su intento y el de Nancy, no logró aferrarse al balcón. Fue el final.

De paso, otro durísimo golpe para Julio César Martínez, alias el Facha, el muchacho entrador que había arrancado su carrera en las fotonovelas y descartó seguir Derecho.

El final para Olmedo. (Foto: Archivo/GENTE)
El final para Olmedo. (Foto: Archivo/GENTE)

Conoció a Monzón cuando actuaron en 1983 en la telenovela Pelear por la vida y luego se pegó a Olmedo, quien en broma lo llamaba "el galán de madera". Tras el '88, Martel entró en una lenta decadencia, que su adicción a la cocaína haría más pronunciada. Este 21 de febrero se cumplen cinco años de su muerte, a los 64, por una suma de enfermedades. Casi en la miseria, uno de sus últimos trabajos fue de animador de un circo transhumante…

Olmedo y Monzón, para ambos esos fueron los últimos días de felicidad. (Foto: Archivo/GENTE)
Olmedo y Monzón, para ambos esos fueron los últimos días de felicidad. (Foto: Archivo/GENTE)

"Los tres, cada uno en su forma, eran marcos referenciales de una sociedad que ya se cayó a pedazos", comenta Sánchez.

–¿Qué desafío te planteó este libro, Camilo?
–El desafío del libro era de escritura. Tenía ganas de meterme en esta historia, bien argentina, bien runflera, de cuento de hadas que se fractura en el camino. A Monzón, en ese momento algunos le gritaban "¡dale, campeón"! y otros, "¡asesino!". La argentinidad al palo, ¿entendés? Y hablo un poco de la fama, de los excesos de esta sociedad y de un machismo que se cayó a pique.

–El nivel de cariño popular hacia Olmedo estaba en su punto más alto.
–El Negro sigue ahí, con Gardel, con los grandes mitos. Por eso también el riesgo de meterse con él. Y me hacía la pregunta: ¿cómo cuento algo tan conocido? Necesitaba que la novela fuera atractiva.

–Y entre estos ídolos se mete el Facha…
–¡Un tipo que era el rey de la noche y termina durmiendo en un auto! La historia del Langa fue creciendo con el desarrollo del libro. Yo tenía dos cuadernos, porque me gusta escribir a mano, y luego tuve que poner un tercero para el Facha. Me pareció que era el nexo, el que había vivido para contarla. Los otros dos eran muy talentosos en lo suyo, pero él era un actor malísimo. Y estaba ahí. Es la metáfora de la clase media: se va agarrando de los pasamanos, sobrevive como puede, rosquea, va con uno, con otro… En definitiva, se trata de gente que surge del hondo bajo fondo, sube más alto que la noche… y después, la debacle. Es el verano que había que contar.

Por Eduardo Bejuk

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