Jorge Arzuaga, banquero argentino que quedó involucrado en el FIFAGate, se declaró culpable de participar en una red de sobornos que incluyó a Julio Humberto Grondona, ex presidente de la AFA y vice de la FIFA, y Alejandro Burzaco, CEO de Torneos y Competencias.
"Lamento profundamente lo que hice. Tengo vergüenza y ojalá pudiera expresar en palabras lo que siento", dijo ante la jueza federal de la corte de Brooklyn (Nueva York), Pamela Chen. Por sus delitos, podrían corresponderle hasta 20 años de prisión.
Según su explicación, Arzuaga desvió fondos a través de bancos de Buenos Aires y Zúrich que correspondían a sobornos por los derechos de transmisión de diferentes competiciones futbolísticas de carácter internacional. "Desde 2010 a 2014 acordé ayudar a Burzaco y a Torneos a transmitir pagos al entonces presidente de la Asociación del Fútbol Argentino", apuntó, según consignó la agencia AFP.
Además, el ex empleado de Credit Suisse y Julius Baer informó que luego del fallecimiento de Grondona en 2014, Burzaco le hizo transferir el dinero de su cuenta a sus herederos y para llevar a cabo la operación confeccionó un contrato falso. El implicado reconoció que estaba al tanto de que el dinero correspondía a coimas y confirmó que se usó el sistema bancario norteamericano para lavar.
Ahora, Arzuaga acordó pagar más de un millón de dólares al gobierno de Estados Unidos, que en parte salieron de las comisiones que recibió por ayudar a los popes de la FIFA.
La empresa Julius Baer, a la que perteneció el banquero argentino, se desligó completamente de los manejos turbios: "Si este ex empleado admite que usó una cuenta bancaria como un conducto para los sobornos, nadie más en el banco estaba implicado". Además, se mostraron predispuestos a colaborar con lo que fuera necesario en la investigación.
Entre otras conclusiones, las autoridades norteamericanas tienen en claro que corrió dinero de sobornos en cuentas bancarias de al menos 40 países y la cifra aumentaría. La FIFA, que está cooperando con el Departamento de Justicia, descubrió que Don Julio fue quien autorizó el pago de USD 10 millones para que Sudáfrica fuera sede de la Copa del Mundo en 2010.
Estiman que circularon unos USD 200 millones en concepto de coimas para ejecutivos de marketing deportivo en América, en torno a los derechos de transmisión y marketing de los diferentes certámenes.
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