Las increíbles eliminatorias del Pacífico Sur, entre la pasión y los papelones

Con más corazón que fútbol, un grupo de selecciones baten los records de peores desempeños, pero los habitantes de los minúsculos países no se dan por vencidos. Por José Apoj

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La selección de Samoa Americana, considerada la peor en el mundo
La selección de Samoa Americana, considerada la peor en el mundo

En 2010 apareció un recuadro en un diario deportivo montevideano con la historia del técnico Uruguayo Jorge Añón. En ese momento era el exitoso entrenador/preparador físico/director deportivo y alma máter del Banik Most del fútbol de ascenso de República Checa. Después de dos temporadas más que prometedoras como one man show en Most, Añón consiguió el puesto de coordinador del fútbol juvenil de Vanuatu, aplicando al puesto (como cualquier cristiano) en la web de la FIFA. Pasaron apenas un par de semanas de trabajo cuando el presidente de la federación de fútbol local lo invitó a cenar a su casa. En el hogar del mandamás-pleno corazón de la capital Port Vila- Añón se encontró con una construcción de barro y sin ventanas; el Uno del fútbol local, el Dupilliet vanuatense, lavaba la ropa en el río.

Las condiciones de trabajo eran muy básicas en la pequeña y hermosa isla. Pocas pelotas. Suelos desastrosos. Una canchita con una tribuna y media para jugar las Eliminatorias. Y profesionalismo cero. El proyecto, esponsoreado por el programa Goal FIFA, llegó a su fin cuando Añón entendió que, simplemente, no había forma de cambiar-o que al menos él no la sabía. No es fácil dirigir en el rincón más recóndito del planeta tierra.

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El fútbol no es precisamente popular en el Pacífico Sur. Si el equipo de Vanuatu es malo, qué decir entonces de Samoa, Samoa Americana, Islas Cook y Tonga. Las peores selecciones de la Confederación de Oceanía son tan indignas que apenas, y porque no queda otra, reciben el derecho de participar en las Eliminatorias. Las cuatro bastardas del Pacífico Sur juegan a muerte en la Ronda 1 buscando el único lugar que permite sumarse a los siete invitados fijos de la Ronda 2: Nueva Zelanda,  Nueva Caledonia, Islas Salomón, Papúa Nueva Guinea, Fiji y -también- Vanuatu.

Después viene la Ronda 3, después las finales. El campeón de las Eliminatorias de Oceanía apenas obtiene 0,5 cupos para el Mundial, lo que equivale a una repesca contra el quinto de las eliminatorias de Conmebol, que al día de hoy sería nada más ni nada menos que la Argentina.

Así de complicado es jugar al fútbol en el Pacífico sur, y por eso-se entiende- la calidad de estas eliminatorias es paupérrima, sobre todo después de que movieron a Australia a la confederación asiática para que los más pequeños  pudieran, al menos, apoyar la cabeza en la almohada y soñar con el Mundial.

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En 2013, la Copa Confederaciones de Brasil permitió que un embajador de los parias del fútbol mundial se presentase ante el gran público. En una actuación más simpática que lamentable (Tahití terminaría siendo el osito de peluche de la copa), el campeón de la Copa de Oceanía 2012 se fue a casa con 24 goles en contra y uno solo a favor. Después del histórico debut (1-6 contra Nigeria en el Mineirão de Belo Horizonte) a Tahití le llegó la hora de la paliza y, simultáneamente, de la fama mundial, porque España le ganó 10 a 0. Y por eso, cuando en el mundo ya se viralizaban las historias de los jugadores de Tahití, Uruguay no tuvo otra que romper el estilo histórico de su entrenador, el Maestro Tabárez, y salir a buscar el partido. Fue 8 a 0, pero no importó tanto porque ya se hablaba mucho más de los trabajos de los jugadores (cajeros de súper, peluqueros, mecánicos) que de lo malos que eran en la cancha.

El 11 de Abril de 2001 tres mil almas se sentaron en las semi-desiertas tribunas del Coffs Harbour Stadium sabiendo que Samoa Americana, rival de Australia en el Grupo A de las Eliminatorias rumbo a Japón-Corea 2002, era pan comido. Jugando a media máquina, con la displicencia y falta de entusiasmo del que se sabe infinitamente superior, Australia le encajó a Samoa Americana 31 goles. Ese 31-0 sigue siendo, hasta el día de hoy, la mayor goleada en la historia de las Eliminatorias de todo el planeta.

Después del partido, el entrenador australiano Frank Farina (hoy conductor de la sub-23 de Fiji) criticó duramente el formato de las Eliminatorias de Oceanía, que finalmente cambiaría para el Mundial de Sudáfrica. ¿Cómo era posible que jugadores de la Premier League inglesa y otras ligas europeas jugaran profesionalmente contra un equipo de barrio o, mejor dicho, de isla?

La microscópica selección de Samoa Americana llamó la atención de los medios internacionales, pero las autoridades del fútbol local rechazaron varias ofertas para filmar documentales sobre su selección, la peor selección del mundo. En 2011, al comienzo de las Eliminatorias para Brasil, las cosas no mejoran demasiado para el combinado de la isla de apenas 55,000 habitantes.

Hace 17 años que no ganan un partido. Recibieron 229 goles oficiales desde (y sin incluir) el 31-0 contra Australia. Ocupan el puesto 200 en la clasificación de la FIFA, y sus mejores jugadores se fueron a buscar un destino mejor y sin visa a los Estados Unidos, de los que Samoa Americana es un estado integrado. Cansados de ser el hazmerreír del continente, y del mundo, los samoa-americanos recurren a la US Soccer Federation, que accede a hacerse cargo de la elección y los honorarios de un nuevo entrenador que debería preparar, al menos, una presentación digna en la Ronda 1 de las Eliminatorias para Brasil.

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El único postulante para la vacante presentada en ussoccer.com fue el holandés Thomas Rongen, un veterano en la conducción de equipos universitarios y clubes menores de los Estados Unidos. Su llegada coincide con la de los directores publicitarios ingleses Stevie Jamison y Mike Brett, los primeros en recibir la autorización de los popes locales para filmar una película que terminará llamándose Next goal Wins, el primer y único documental sobre la peor selección del mundo.

Golpeando las paredes del vestuario, trabajando a destajo en el aspecto motivacional de sus menospreciados jugadores, explicándoles que no se puede comer asado el día del partido, Rongen arma un equipo que llega a Tonga con ganas de comerse el mundo en la Ronda 1 de las eliminatorias de Oceanía. Por supuesto que no logran clasificar, pero al menos ganan el primer partido desde 1994. El 2 a 1 a Tonga recorre el mundo no solo por la heroica y esperada victoria, sino porque en ella es figura Jaiyah Saelua, la primera jugadora transgénero en jugar un partido oficial en la historia del fútbol.

Con más corazón que fútbol, llenos de vigor y entusiasmo, los jugadores de Rongen le arañan un empate a las misteriosas Islas Cook, pero en el clásico del Pacífico Sur pierden uno a cero contra el rival eterno, Samoa (donde en 2003 dirigió Rudi Gutendorf), y quedan otra vez afuera.

Rongen arma las valijas y se vuelve a casa. Next Goal Wins se estrena en 2014 y recibe alentadoras críticas. Y Jaiyah Saelua se muda a Hawaii para seguir con su carrera laboral.

Samoa Americana ni siquiera llegó a las auténticas Eliminatorias de Oceanía, y por ende jamás jugará contra Nueva Zelanda y, mucho menos, Colombia, Chile o Argentina. La vigorosa defensora central nunca podrá contarle a sus hijos que marcó a Otamendi en un córner pero, al menos, les mostrará orgullosa el diploma que le envió Blatter.

El Fair Play sí que existe. Y está encuadrado en la pared principal del living de la casa de Jaiyah Saelua en Honolulu.