Ana Castillo: "En Estados Unidos, muchas veces confundimos votar con vivir en democracia"

La escritora de origen mexicano fue invitada a participar de la Feria del Libro. En diálogo con Infobae, dijo que la literatura siempre es política y fue muy crítica con la gestión de Donald Trump y sus políticas anti-inmigratorias. “Él está en contra de mi gente, los mexicanos”, explicó.

Compartir
Compartir articulo
Ana Casillo estuvo invitada en la Feria del Libro y brindó una charla en la sala Haroldo Conti
Ana Casillo estuvo invitada en la Feria del Libro y brindó una charla en la sala Haroldo Conti

Un sábado de mayo, soleado, relativamente cálido, Ana Castillo esperaba a que se hiciera la hora de volver a la Feria del Libro. Invitada por la Embajada de los Estados Unidos en Argentina, realizó una exposición, el domingo 30 de abril en la sala Haroldo Conti, de los temas que suele tratar en sus libros, desde la inmigración, el racismo y la desigualdad (Guardianes de la frontera), hasta la sexualidad, el género y la delincuencia (Dámela). Ahora, en el hotel Dazzler, un elefante de cristal que se esconde detrás de La Rural entre calles adoquinadas, la escritora habla con mucha tranquilidad, mueve las manos, desarrolla las problemáticas que se disparan en y desde el gran imperio del norte. Entre la desolación y la convicción, sus palabras salen potentes y enfáticas, pero también, y por sobre todas las cosas, analíticas.

– Se la suele catalogar como "escritora latina", ¿se siente cómoda con esa categoría?

– Yo pienso que las etiquetas son importantes, pero más importantes son cuando uno se las pone. Por ejemplo, en los Estados Unidos en los años 80 con Reagan empezó el debate entre latino e hispano. ¿Qué es un hispano? No existe. Se refería a los hispanoparlantes pero eso saca a mucha gente indígena, gente de Centroamérica. En México hay mucha gente indígena, que son mis raíces, que ahora, por cosas que están ocurriendo, se van a los Estados Unidos. Su primer idioma es indígena y el segundo, el inglés. Y por supuesto también está Brasil. Entonces, a mí nunca me gustó eso de hispano. Latino sí, porque soy de Chicago donde hay mucha gente boricua, puertorriqueños que llegaron en los 80 por las circunstancias, muchos españoles también. A todos nos representaba mejor políticamente la palabra latina que hispana. Estoy cómoda con eso, yo entiendo a Latinoamérica y sé que es una construcción, pero como hija de una madre indígena de México, y por mis facciones y apariencia me siento a gusto con ser identificada como indígena. No me gusta que se niegue esa historia porque diciendo hispano es la parte colonial, postcolonial.

– ¿Cómo es ser una escritora latina en un país como Estados Unidos que, de alguna manera, tiende a borrar raíces y a construir identidades globalizantes?

– Es muy difícil. Yo siempre digo bromeando que me sentía mexicana hasta que fui a México. En Chicago, toda la vida era mexicana, pero yendo con mi madre a México desde chica, pues no: "Tú eres una gringa". Me voy a Sudamérica y "tú eres yanqui". Eso es muy raro para mí. La semana pasada estuve invitada a dar una charla en la biblioteca principal en Minneapolis, Minnesota. Yo estaba en Chicago y era un brinquito de ahí nada más, una hora de vuelo. Tomé una línea que nunca había tomado antes y me senté en lo que pensé que era mi asiento. Debería haberme sentado en la ventana y estaba en el pasillo. Entonces entra una señora, gringa, blanca, no se dirige a mí, no me dice "perdone, señora, está en mi asiento", empieza a hablar en voz alta para que todo el mundo pueda oírla y dice en inglés: "¡Yo ni sé en qué idioma hablas!" Yo volteé a ver qué pasaba y me dice: "No sé, ¿tú hablas español? ¿hablas español? ¡Ese es mi asiento!" Me paré, la miré y le dije en inglés: "Le puedo garantizar que yo hablo mejor inglés que usted". Así está el clima, es típico. Cuando lo puse en Facebook, muchos latinos comentaron los incidentes que les pasaron. Todos ponían "odio cuando eso pasa" porque nos pasa. Nos ven como extranjeros o como alguien bajo, inferior: estás aquí para trabajar.

Entre los temas que trata habitualmente la escritora están la inmigración, la desigualdad económica y el género como factor determinante en las relaciones de poder
Entre los temas que trata habitualmente la escritora están la inmigración, la desigualdad económica y el género como factor determinante en las relaciones de poder

– ¿Qué es lo que realmente se necesita para hacer un cambio cultural? ¿Un cambio de generación quizás?

– Lo que sucede es que la administración actual es racista, abiertamente racista. Yo siempre he dicho que la Conquista de México no fue porque los mexicanos no sabían pelear, era que ellos tenían más poder. Entonces esta gente tiene más poder. No importa que seamos millones: si no tenemos dinero, no tenemos poder. Como están haciendo ahorita, que están cambiando las leyes, todas las leyes que puso Obama. Quitan apoyo al artista, quitan apoyo a las mujeres, quitan apoyo a los foráneos. Si uno ve el proceso… pueden llevarse mucha gente cambiando leyes. Están quitando el dinero que dan a organizaciones que apoyan y ayudan a la gente pobre que está muriendo. No es cuestión de una generación. No estamos viviendo un proceso de la democracia sino un corporativismo. Una persona que tiene montón de negocios mundialmente es el que está dirigiendo las leyes. Y por otro lado está la gente, nosotros, la plebe, la población. Hay quienes entienden y hay otros que no. Los que no entienden son como la señora que te decía recién. Se sienten amenazados por quienes supuestamente les están quitando sus trabajos.

– En este contexto, ¿cómo se gestó una figura como Donald Trump?

– Mucha gente fue ignorante, yo lo digo así plenamente, pensaban que él de veras tenía interés en traer trabajo; y también hay mucho racista. Pero él no ganó el voto popular, fueron tres millones de personas más las que votaron por Hillary Clinton, pero sí ganó el voto electoral, que ya se está cuestionando porque no es la primera vez que esto pasó. Porque no nos vamos a engañar a nosotros mismos que no fue dinero, mucho dinero. Esto no es una democracia; nosotros en EE.UU. muchas veces confundimos votar con vivir en democracia pero no es una democracia, nunca hemos vivido en una democracia. Somos muy naif al pensar que la gente fue la que lo puso ahí, en el puesto más poderoso del mundo. ¿Tú crees que la gente que tiene intereses le dice "sí, sí" al voto popular?

– ¿Cómo es hacer literatura en contexto como este?

– Yo veo que los poetas se están uniendo para sacar fuerzas y hacer presentaciones. Yo he escrito y publicado en todos los géneros. Empecé como poeta política, poeta chicana, después con los ensayos hablando de la mujer mestiza, de la humanidad de LGTBIQ. Pero muchas personas estamos tristes desde el día que dijo que iba a hacer el muro con México. Los racistas y misóginos que lo siguen sienten que ahora pueden decir cualquier cosa a una mujer como yo. Necesitamos estar unidos, pero es muy difícil porque es todos los días, todos los días. Y no lo estoy imaginando: él está en contra de mi gente, en contra de los mexicanos.

En diálogo con Infobae, Castillo se refirió a Donald Trump como un “narcisista con metas de dictadura” y a su administración como “abiertamente racista”
En diálogo con Infobae, Castillo se refirió a Donald Trump como un “narcisista con metas de dictadura” y a su administración como “abiertamente racista”

– Surge entonces la pregunta sobre la función de la literatura en la sociedad, si hay una praxis política o si es un divertimento.

– Estos son los momentos cuando la poesía sirve. Yo escribo bastante pero me sentí muy desanimada y me hice esa pregunta: ¿para qué sirve la literatura en este momento? ¿A quién le importa una novela ahorita? Yo estoy buscando ese espíritu, ese ánimo porque no sé adónde vamos, este año, el que entra. Cuando tienes una persona narcisista con metas de dictadura no hay un enemigo pequeño y yo cuando empecé a escribir cosas y hacer videos en Facebook, la gente me decía "cuidado con lo que estás diciendo". La gente ya está pensando si es seguro decir las cosas que quiere decir, entonces cambia el clima de la literatura. Yo ahorita estoy tratando de escribir un libro y pensar que hay un futuro pero en realidad me deprime sentir que en cualquier momento puede cambiar todo y mis energías deberían irse a otras cosas.

– ¿Cómo piensa la figura del lector en este sentido?

– Primeramente el lector lee para el placer, para entretenerse. Pero hay un lector que quiere aprender algo y ver un punto de vista que no es el suyo. Yo empecé como poeta y me di cuenta de que no todo el mundo leía poesía, y como sentía que tenía un mensaje que dar, mi generación tenía ese mensaje, empecé a escribir prosa, cuentos, novelas. Pero no todo el mundo lee ficción entonces comencé con los ensayos sobre las cosas que creía importante: la voz de una mujer como yo, mestiza, chicana, en los Estados Unidos. Pero siempre hay política, se ve en las ausencias de los comentarios la política. Cualquier punto de vista que tienes es tu política. Si tienes el privilegio de ser parte de la sociedad dominante de los Estados Unidos, ser blanco, arriba de clase media, tener cierta vida, eres vegetariana, tener un Prius, que es un carro eléctrico que usan los liberales… tus gustos como lector dicen mucho de ti también. Yo sabía que las cosas iban a cambiar mal, pero no tan rápido. Al tercer día de esta administración le dijeron a México: "Si no están de acuerdo con el muro, no hagan que marchen tropas". Eso duele mucho, que todavía nos traten así y no nos acepten.

– En sus libros aparecen temas como la inmigración, la desigualdad, el género. Imagino que el contexto estadounidense potencia estas problemáticas.

– Como esta administración, el capitalismo quiere más dinero a toda costa, entonces los cuerpos, la gente débil, la mujer y los niños, son más vulnerables a eso. Son como productos y como extensión se ve el abuso de la mujer y de los niños también, porque nos imponen una visión de que son cosas que se pueden manejar y productos que se pueden consumir. Yo siempre regreso a las injusticias de la humanidad y creo que el sistema en el que vivimos nos lleva a eso, no es el machismo. Yo siento que por mucho tiempo la homofobia hacia el hombre gay no era por perversión ni por la Biblia, era porque el hombre heterosexual que estaba en el Gobierno veía al gay asociado a lo femenino, como una mujer, por lo tanto podía ser un producto y por eso lo aislaba. Son cuestiones económicas, aunque históricamente cuando no nos pueden vender ese cuento nos dicen que es la religión, o que es la ley. Hacen la ley y se basan en la religión pero cuando tú vas al Corán o a la Biblia no está ahí. La gente que no entiende empieza a decir "¡no, eso es contra Dios!" Eso sigue, y existe, desafortunadamente para los niños y las mujeres. Por ejemplo en México, cuando un hombre golpea a su mujer ella tiene que tener los moretones. Esta administración que tenemos empezó desde la primera semana a perseguir gente indocumentada. Yo vivo cerca de la frontera y me di cuenta de que estaban desde enero entrando a las comunidades a la medianoche y sacando gente. Sucedió con una señora, fue en El Paso, Texas, que fue a denunciar a su marido y cuando fue a la Corte, al ser indocumentada, la deportaron. Por mucho tiempo, la gente que trabaja por los derechos de las mujeres, le decían que fueran a la policía a denunciar si fueron golpeadas o violadas o no les han pagado su sueldo, pero desde este asunto ya todas las mujeres tienen miedo porque las pueden deportar. Los patrones saben, los maridos saben, los novios saben: no los van a denunciar porque las van a deportar.

_______

VEA MÁS

Feria del Libro y balance: ¿una burbuja en el mercado editorial?

Bienal de Venecia: impacto y potencia en "El problema del caballo", la obra que representa a la Argentina

_______

Vea más notas en Cultura