Cristina en vuelo, de charla distendida

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Círculo Rojo: Una 'morocha' en el avión

Es probable que Cristina Kirchner estuviera con la guardia baja en el vuelo de regreso de Santa Cruz a Buenos Aires cuando se le acercó un pasajero, Fernando, a quien reconoció. Hace años, los domingos, ella, Néstor Kirchner y Rudy Ulloa, llegaban en una camioneta celeste a almorzar a La Vaca Atada, en El Calafate. Eran tiempos más distendidos, sin tanta historia acumulada ni frentes abiertos fuera de los límites de su provincia. Cruzando la calle Fernando tenía un negocio de artesanías y Néstor, impaciente, no podía esperar a que le llevaran la comida a la mesa y cruzaba al negocio a charlar sobre generalidades de la ciudad. Sería el año 2002 cuando los Kirchner tenían esa rutina, antes de la Presidencia, comentaban Cristina y Fernando arriba del avión. El pasajero admitió luego que se acercó a saludarla casi como una apuesta y que no coincide con la mirada que ella tiene sobre su gobierno y la realidad. Cada vez que mencionaban en la charla a Néstor Kirchner a la ex presidenta se le humedecía la mirada, pero no fue eso lo que descolocó al circunstancial acompañante sino cuando le pidió a su custodio que dejara el asiento a Fernando para charlar. En la fila 3, el comerciante viajaba con la diputada nacional Susana Toledo, del frente que, con Eduardo Costa, le ganó al kirchnerismo el domingo 13. "Qué bien que vivíamos antes", repitió varias veces la ex presidenta mientras él evitaba temas que generaran una posible discusión si se tiene en cuenta con quién viajaba. "Sí, vivíamos bárbaro", apenas respondió según el relato de un testigo que lo describió incrédulo con esa convicción de CFK. La charla, sin embargo, derivó en cuestiones más amenas porque la ex jefa de Estado recordaba incluso cuando, ya con Kirchner presidente, ella y sus custodios visitaron el negocio de artesanías para comprar un gorro. Esa noche ella iba a cara lavada y también charlaron un rato los dos. Arriba del avión, Cristina pidió a Fernando sacarse una selfie mientras repetía "sale mejor, sale mejor". El se entregó resignado mientras para la segunda foto llamaron al custodio que ofició de formal fotógrafo y retrató el encuentro. "Todo lo que dice, se lo cree, está convencida de que con ella estábamos mejor", comentaban los incrédulos que escucharon el diálogo sobre el avión.