Fútbol sobre autos: la fusión de dos grandes pasiones

Con una pelota gigante y los vehículos en el rol de jugadores, se disputó un partido que conmemoró los 50 años del Mundial de Fútbol de Inglaterra ’66. El encuentro se desarrolló en la Silverstone Classic, una cita ineludible para los apasionados por el motor. Video

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La pasión por el motor no tiene dimensiones. Su poder de contagio, su fácil asimilación, su seducción, la proliferación de su contenido invade nichos limítrofes y atraviesa mundos más distantes, casi que asimétricos. El fútbol es una jurisdicción ajena o un espacio disímil, una naturaleza exótica para los fanáticos de los autos. La Silverstone Classic, una cita ineludible dentro del espectro automotriz, ideó un prisma óptimo para recrear dos pasiones antagónicas: un partido sobre cuatro ruedas.

La trastienda del evento concede espacios recreativos para extender las fronteras del mapa automovilístico. El festival recibe a fabricantes, coleccionistas y público en general en una de las más multitudinarias ferias de autos del mundo, con sede en tierras inglesas. Una coyuntura ideal para conmemorar los 50 años de la primera y única Copa del Mundo obtenida por la selección británica. La cita coincidía en lugar y espacio temporal con el aniversario de la victoria de Inglaterra sobre Alemania en la final de 1966.

El partido entre Inglaterra y Alemania duró 30 minutos y fue protagonizado por seis jugadores
El partido entre Inglaterra y Alemania duró 30 minutos y fue protagonizado por seis jugadores

El encuentro fue por demás pintoresco. Orquestado por Subaru UK, distribuyó en cancha seis unidades de serie del SUV compacto SsangYong Tívoli, marca coreana de la que es importadora. La condición de jugador fue compartida entre los vehículos y sus conductores. Las alineaciones de ambos equipos contaron con invitados de excepción. Los ingleses -conductores de los autos rojos- se valieron de ex futbolistas mundialistas, mientras que el equipo alemán -a bordo de los modelos blancos- se conformó por recordados pilotos de Fórmula 1.

Estrellas del automovilismo de la talla de Damon Hill, quien comandó al combinado alemán, se enfrentaron contra leyendas del fútbol tal es el caso de John Barnes, capitán del team inglés e integrante de la selección que padeció los dos goles más recordados de Diego Maradona en el Mundial del '86. Steve Hodge fue otro de los participantes del fútbol sobre autos y tuvo el honor de cambiar la camiseta 10 con el autor de la Mano de Dios y el Gol del Siglo, hoy exhibida en el "National Football Museum" de Manchester.

Fue un homenaje a los 50 años de la final del Mundial de 1966: terminó en un intenso empate 3 a 3
Fue un homenaje a los 50 años de la final del Mundial de 1966: terminó en un intenso empate 3 a 3

El plantel se completó con el ex futbolista John Stiles y los pilotos Johnny Herbert y Anthony Davidson. El partido estuvo cargado de emociones, con técnicas hábiles de manejo, adrenalina y la incredulidad de una actividad sin precedentes. Con una pelota gigante como instrumento principal, la velocidad máxima fue limitada a 10 kilómetros por hora, el contacto entre coches fue interpretado como falta grave y sancionable con tarjeta amarilla y roja por repetición. El partido -duró 30 minutos- contó con un árbitro profesional de la Premier League, quien castigó con penalidades cualquier interrupción en un juego que adoptó una naturaleza inaudita.

El encuentro que empleó modelos de la crossover de estirpe coreana tuvo fines benéficos: los ingresos fueron donados a la investigación contra el cáncer de próstata en el Reino Unido. Un buen pretexto para que dos grandes pasiones de la humanidad se fusionen, compartan un mismo espacio deportivo con un resultado asombroso.