El Louvre intentará dar con los dueños de obras de arte saqueadas por los nazis

Por James McAuley

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París – Dos pequeñas salas están escondidas a un lado, lejos de las multitudes que acuden al museo más famoso de Francia en busca de la Mona Lisa y la Venus de Milo.

Al principio no está claro qué une a las 31 pinturas que están en la exhibición permanente de esas salas, entre ellas obras de la Italia del Renacimiento, la Edad de Oro holandesa y la Francia prerrevolucionaria. Desde el exterior, ningún prominente letrero anuncia el tema, y las obras están colocadas de una manera que recuerda a las salas atestadas y desordenadas del Louvre del siglo XIX, muy diferente a las galerías curadas de hoy en día.

Sin embargo, el museo cree que esta exhibición supone un gran avance en su historia. Por primera vez desde 1945, el Louvre ha dedicado formalmente un área para presentar –todo en un mismo espacio- algunas de las obras saqueadas por los nazis, algo que los curadores llaman un esfuerzo de restitución. La idea, dicen, es alentar a los descendientes de los propietarios originales de las obras, muchos de los cuales probablemente fueron judíos y víctimas de la persecución nazi, a presentarse y reclamar lo que les pertenece por derecho propio.

"Nuestro objetivo es muy claro: restituir todo lo que podamos", dice Sébastien Allard, comisario jefe de pinturas del Louvre, durante una visita a las nuevas salas. "Es muy importante que presentemos las obras del 'MNR' en un espacio separado", subraya utilizando el acrónimo francés de Musées Nationaux Récupération, en referencia a las aproximadamente 61,000 obras de arte robadas que fueron devueltas a Francia después de la Segunda Guerra Mundial. De esas, el gobierno devolvió rápidamente unas 45,000 obras a supervivientes y herederos, pero vendió miles más para reponer sus arcas de la posguerra.

Durante décadas, los museos franceses, incluido el Louvre, han exhibido voluntariamente las restantes 2,143 obras.

Según las estadísticas del Louvre, el museo aún tiene en su poder 1.752 obras de MNR, 807 de las cuales son pinturas. De esas pinturas, 296 se muestran en la amplia sede del museo en París, mientras que el resto se exhiben en museos afiliados de toda Francia. Fuera de las dos nuevas salas, otras piezas MNR permanecen dispersas en toda la colección permanente del museo.

Los abogados y activistas de la restitución aplauden la nueva exhibición, que se inauguró en diciembre, pero niegan que el motivo principal de esta iniciativa es la restitución. Desde 1951, el Louvre ha devuelto solo alrededor de 50 de las pinturas MNR de su colección, según las estadísticas del museo. Algunos dicen que lanzar este proyecto ahora, más de 70 años después de la guerra, significa que es probable que aún menos descendientes se presenten.

"Esto es poco entusiasta. Lo siento. Del Louvre espero más", señala Christopher Marinello, un abogado de Londres especializado en la restitución y que ha supervisado algunas de las recuperaciones de más alto perfil de arte saqueado por los nazis, incluyendo una pieza de Henri Matisse de 1932, Profil bleu devant la cheminée, del Museo Onstad en Oslo, que ha sido devuelto a los herederos de su legítimo propietario, el marchante de arte parisino Paul Rosenberg.

"Este es el tipo de cosas que deberían haberse hecho a finales de la década de los noventa", dice Marinello. "El hecho de que esto ocurra 20 años después de la Declaración de Washington es completamente patético, especialmente para un museo con los fondos y la clase del Louvre", añade.

En una conferencia celebrada en DC, en 1998, conocida como la Declaración de Washington, se presentaron formalmente los llamados "Principios de Washington" sobre el arte confiscado por los nazis. Ahí se establecieron protocolos internacionales para la identificación y devolución de arte robado. Cuarenta y cuatro gobiernos enviaron delegados a la reunión.

Especialmente en Francia, a finales de la década de los noventa, ese momento representó un punto de inflexión en una narrativa nacional que durante mucho tiempo evitó reconocer la colaboración del estado con la Alemania nazi durante la guerra. En julio de 1995, el entonces presidente Jacques Chirac se disculpó públicamente por el papel de Francia en el Holocausto, y su gobierno comenzó a examinar un oscuro y complicado legado en el que la cuestión del arte robado era central.

Dos años más tarde, el gobierno impulsó un grupo de trabajo conocido como la Comisión Mattéoli, que investigó la procedencia de las obras MNR en los museos nacionales y estimuló la creación de una empresa estatal encargada de investigar los reclamos de posibles víctimas. Pero algunos dicen que el progreso real ha sido lento.

"Honestamente, la creación de estas salas MNR en el Louvre es demasiado poco y demasiado tarde", reconoció en un correo electrónico Marc Masurovsky, un investigador de restitución con sede en Washington que cofundó el Proyecto de Restitución del Holocausto en 1997. "Uno tiene la sensación de que es un truco publicitario, destinado a enviar un mensaje a todo el mundo de que el gobierno francés se toma en serio las obras 'no reclamadas', los residuos aparentes de la Segunda Guerra Mundial", dijo.

La realidad, sugirió Masurovsky, es que el Louvre y los funcionarios gubernamentales, casi de la misma manera que sus contrapartes en toda Europa, nunca se han centrado en la tarea más crucial: investigar de forma proactiva a las víctimas y sus descendientes, que tal vez ni siquiera sepan qué es lo que les pertenece.

"Si el Louvre y la administración del museo francés invirtieran la misma cantidad de energía en investigación, diligencia profesional y ética en sus propias colecciones, lo que a algunos les gusta describir como 'transparencia', todos aplaudiríamos sus esfuerzos. Pero tal compromiso no existe", apostilló.

Allard, del Louvre, sostuvo que espera que los descendientes se presenten, aunque para certificar su autenticidad deben proporcionar pruebas suficientes. "Tenemos que devolver el trabajo correcto a la persona correcta", indicó.

Los descendientes que han pasado por el proceso de restitución dicen que es mucho más complicado que eso.

"Si te vas a toda prisa es posible que no tengas todas las piezas del rompecabezas", relata Marianne Rosenberg, nieta del comerciante Paul Rosenberg, que desde entonces ha trabajado para recuperar varias de las pinturas robadas de su familia. Debido a los meticulosos registros que su abuelo guardó, dijo, su trabajo fue más fácil de lo que es para la mayoría, pero aún se enfrenta a años de inercia burocrática e indiferencia de los profesionales de los museos.

En la década de los noventa, comenta Rosenberg, ella y su hermana estaban tratando de recuperar Water Lilies, una pintura al óleo de Monet de 1904 que pertenecía a su abuelo y que luego se expuso en el Museo de Bellas Artes de Caen. Cuando Rosenberg telefoneó al museo para preguntar sobre la procedencia de la pintura, un curador respondió inmediatamente.

"Oh, eso vino de una familia judía que desapareció. Eso fue lo que pasó, ya sabe…", recuerda Rosenberg.