Algo en tu rutina matutina podría causar ese deseo de azúcar por la tarde

Por Maura Judkis

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(iStock)
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Si a menudo te sientes tentado a comprar un trozo de pastelería en tu cafetería favorita, hay una buena razón para hacerlo y no solo se debe a la falta de fuerza de voluntad. Un nuevo estudio sobre el café ha encontrado que la cafeína puede afectar la forma en que percibimos la dulzura y puede hacernos anhelar sabores mucho más fuertes.

La cafeína nos da una sacudida de energía porque bloquea los receptores de nuestro cerebro para la adenosina, un producto químico que puede hacernos sentir soñolientos. Las investigaciones previas establecieron que este compuesto también nos ayuda a aceptar los sabores dulces. Para este estudio, un equipo de científicos de la Universidad de Cornell dio a los participantes una taza de café ligeramente endulzado y no les dijo que si contenía cafeína (las tazas puramente descafeinadas contenían quinina para asegurarse de que ambos tipo de café tuvieran un sabor muy parecido). Los participantes fueron "incapaces de estimar el contenido de cafeína de la muestra", lo que confirma "el fuerte efecto placebo en el consumo de café".

Aunque muchos de los participantes adivinaron que había una cantidad normal de cafeína en sus tazas, los que bebían cafeína percibían que su café era menos dulce que aquellos que, sin saberlo, lo hacían con el descafeinado.

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Ese hallazgo significa que el paladar se somete a "un efecto notable de dulzura que se queda después de haber consumido", según explica Robin Dando, director del Centro de Evaluación Sensorial de Cornell y profesor asistente en el Departamento de Ciencia de los Alimentos de la universidad. Como que muchas personas toman más de una taza de café, "esto puede tener un efecto acumulativo en el día".

El equipo de investigación, que también incluyó a Ezen Choo y Benjamin Picket, ambos del mismo centro educativo, no midió cuánto tiempo duró el efecto. Encontraron que la cafeína no tenía ningún efecto aparente en nuestra percepción del gusto amargo o salado.

La investigación realizada anteriormente por Dando ya había descubierto que cuando bloqueas químicamente la habilidad de las personas para probar sabores dulces, hace que anhelen más azúcar y que busquen cosas más dulces y con más calorías. Basado en su investigación, ahora sabemos que beber una taza de café con cafeína tiene el mismo efecto y hace que la gente quiera galletas o pasteles de una forma mucho más efectiva que si tomara cualquier otra cosa.

(Pixabay)
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"Siempre ha sido el café y los donuts, o el café y algún tipo de dulce… hacemos esto desde hace mucho tiempo, este eslabón entre el azúcar y el café, pero ahora entendemos mucho mejor el mecanismo", subrayó Lauri Wright, profesor asistente y director del programa de doctorado en nutrición clínica de la Universidad del Norte de Florida y portavoz de la Academia de Nutrición y Dietética. "Esta es una razón más para ser moderado con nuestra ingesta de cafeína", advirtió en ese sentido.

Una razón más para evitar las tentaciones de los pasteles de Starbucks. Las empresas de café podrían capitalizar estos hallazgos para promover las ventas de bocadillos post-café o para hacer sus bebidas mucho más dulces.

"Algunos de estos cafés con sabor saben muy dulces. Tal vez ya están respondiendo a eso y quizás puedes estar recibiendo unas 800 calorías en tu café antes de que te hayas sentado en la mesa de tu oficina", añadió Dando.

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La cafeína también tiene beneficios para la salud. Los estudios han demostrado que reduce el riesgo de enfermedades del corazón y la diabetes tipo 2. Pero la cantidad de azúcar que consumen los adultos en el café y durante todo el día podría reducir algunos de estos efectos. Actualmente, la Academia de Nutrición y Dietética recomienda que los adultos consuman no más de 400 mg de cafeína (alrededor de tres tazas de café) al día. Para aquellos que consumen mucha más cafeína de la recomendada existe una manera bastante sencilla de reducir la ingesta. Los participantes informaron haber recibido un impulso energético, ya sea con un descafeinado o con la versión con cafeína. No podían distinguir la diferencia en cuanto al sabor. Así que si quieres reducir la cafeína, debes comenzar a beber descafeinado (ya lo sabes).

"La gente tiene una opinión muy negativa de lo descafeinado y cree que no tiene sentido beberlo. Si no sabes que es descafeinado vas a estar tan animado como si estuvieras bebiendo una taza normal", explicó Dando.

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Ese efecto placebo funciona en un estudio a ciegas, pero es difícil engañarse a sí mismo en el consumo de productos descafeinados. Así que Wright recomienda hacer el café todos los días con la mitad de los granos con cafeína y la otra mitad descafeinado y así "comenzar gradualmente hasta llegar a niveles moderados".

En definitiva, Dando piensa que la gente puede analizar sus antojos durante todo el día con mucho más cuidado.