Bajo en carbohidratos vs bajo en grasas: nueva investigación afirma que realmente no importa

Por Carrie Dennett

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Cada paciente que viene a verme va con la creencia de que una dieta baja en carbohidratos es la forma de estar saludable o de controlar el peso.

Los experimentos demuestran que cuando reduces algo en tu dieta, como los carbohidratos o la grasa, es importante tener en cuenta por qué se reemplaza. Por ejemplo, cuando a la población se le aconsejó bajar la ingesta de alimentos altos en grasas, la mayoría de la gente lo cambió por alimentos ricos en azúcar y harina blanca, en lugar de comer frutas, verduras y granos enteros. No sirve de nada.

Los últimos años de investigación demuestran que cuando se trata de la pérdida de peso, las dietas bajas en carbohidratos pueden tener una ligera ventaja a corto plazo, pero no definitivo. Es importante resaltar que alrededor del 95 por ciento de las personas acaban recuperando el peso perdido. Hace una década, un grupo dirigido por el científico de nutrición Christopher Gardner, profesor de medicina de la Universidad de Stanford, publicó un estudio comparando las dietas Atkins, Zone, Ornish, y LEARN entre un grupo de 311 mujeres. Después de un año, la pérdida de peso promedio fue de tan solo unas pocas libras. Pero los expertos se fijaron en que las diferencias eran muy grandes: algunas perdieron 25 kilos y otras ganaron entre 2 y 5 kilos. ¿Por qué?

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El grupo de Gardner intentó responder a esa pregunta centrándose no en qué dieta era la mejor sino qué dieta era la mejor para quién. Algunas investigaciones preliminares (incluyendo un estudio del grupo de Gardner publicado en 2012) sugirieron que la forma en que el cuerpo de alguien responde a la hormona de la insulina puede ser clave. Luego está nuestra composición genética individual, pero ¿podríamos prosperar con menos grasa o con menos carbohidratos?

Había estado deseando escuchar los resultados de DIETFITS, el estudio más reciente de Gardner. Lo primero que me llamó la atención fue cómo el estudio era relativamente "real", diseñado para ayudar a los participantes a seguir su plan asignado al azar. He tenido algunos pacientes que han sido grandes comedores y bebedores después de participar en dietas altamente restrictivas, y eso me resultaba interesante.

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Al final, "bajo en carbohidratos" significaba alrededor del 30 por ciento de carbohidratos y 45 por ciento de grasa, mientras que "bajo en grasa" era 29 por ciento de grasa y 48 de carbohidratos. A pesar de no estar obligados a reducir las calorías, los participantes comían un promedio de 500 calorías menos, y lo que comían era de alta calidad. El grupo bajo en grasa se animó a elegir granos enteros, una variedad de frijoles y lentejas, frutas orgánicas estacionales, leche orgánica baja en grasa y carnes magras. El grupo bajo en carbohidratos apuntaba hacia los aceites y grasas de alta calidad, aguacates orgánicos, quesos duros, mantequilla de frutos secos, carne y huevos de granja. "Se suponía que todo el mundo debía comer todas las verduras y ensaladas que pudieran, sin nada de azúcar añadido ni harinas refinadas", afirmó.

Los participantes perdieron un total de 2,948 kilos, pero Gardner y su equipo encontraron que no había diferencia entre las dietas bajas en carbohidratos y las que eran bajas en grasas. La pérdida de peso promedio para cada grupo sólo difirió alrededor de un kilo, y cada grupo tenía individuos que habían perdido 30 kilos y otros que habían ganado 9. Ninguno de los dos tenía ventaja cuando se trataba de desaceleración del metabolismo o pérdida de grasa versus pérdida de músculo magro. La hipótesis de que las personas que tenían resistencia a la insulina (células que resisten la señal de la insulina para tomar la glucosa del torrente sanguíneo) harían mejor la dieta con pocos carbohidratos y no baja en grasa resultó no ser universalmente cierta. Tampoco había un patrón basado en la composición genética. Está pendiente un análisis basado en las microorganismos intestinales de los participantes.

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¿La comida para llevar? No pongas tus esperanzas en la reducción de grasas o en carbohidratos. Los participantes hicieron lo mejor que sabían. "Independientemente de ser bajo en carbohidratos o en grasa, los ayudamos a cambiar su relación con la comida", apuntó Gardner. "No comieron en el auto, no comieron en la biblioteca, no comieron mientras caminaban, fueron más al mercado de los agricultores y cocinaron más platos con su familia", agregó.

Mientras estés en dieta piensa qué manera de comer te va a satisfacer más. Gardner nunca pidió a los participantes que cortaran las calorías pero, por lo general, lo hicieron. Según él, la saciedad es clave. "Tal vez la prescripción de déficit de energía los hace sentir más incómodos, desafiados y con hambre", explica.

"La frase esa de "come todo lo que quieras hasta que estés saciado, pero come de esta manera" me gustaría estudiarla", finalizó.