Cómo Benjamin Franklin se convirtió en el padre fundador de una fe única en Estados Unidos

Thomas S. Kidd

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Hace poco se conmemoró el 230 aniversario de uno de los episodios más intrigantes de la Convención Constitucional. En 1787, Benjamin Franklin, de 81 años, conocido como deísta, propuso que la convención abriera con unas sesiones de oración. Los deístas, que creen que Dios creó el universo pero permanece fuera de él, se supone que no creen en la oración o que Dios interviene en la historia.

El momento más desconcertante sobre la oración nos dice mucho sobre el propio Franklin y el papel de la fe en la fundación de la nación. Había mucho más en la religión de Franklin que en su autodescripción como deísta. De hecho, Franklin fue pionero de un tipo de fe exclusivamente estadounidense que promocionaba los efectos benevolentes de ese credo, incluso cuando desechaba virtualmente todas las creencias teológicas.

Durante el primer mes de la convención, los delegados estuvieron atascados en debates intratables entre los estados grandes y los más pequeños, así como también aquellos territorios libres y los esclavos. La incapacidad de los delegados para ponerse de acuerdo sobre cuestiones como la representación en el Congreso ilustraba la "imperfección de la comprensión humana", tal y como señaló el propio Franklin en uno de sus documentos.

Benjamin Franklin (Flickr)
Benjamin Franklin (Flickr)

"Ante esta situación de la Asamblea, por así decirlo, en la oscuridad, para encontrar la verdad política ¿por qué hasta ahora no hemos pensado en pedir la ayuda del Padre para que ilumine nuestros entendimientos?", se preguntaba Franklin. Durante la Revolución Americana, los patriotas habían visto repetidos ejemplos de que Dios había intervenido a su favor. "¿Y ahora nos hemos olvidado de ese poderoso amigo?", volvía a cuestionar.

Franklin citó su edad y su experiencia al defender su creencia en la oración y en la Providencia de Dios. "He vivido, señor, mucho tiempo. Cuanto más vivo, las pruebas son más convincentes de que veo esa verdad, de que Dios gobierna en los asuntos de los hombres", exclamaba.

Esta era una propuesta doblemente extraña procedente de Franklin. Él era una figura bastante discutible de la Ilustración de Estados Unidos, pero podríamos imaginar que él tenía una gran confianza en la "comprensión humana" para arreglar los problemas políticos. Por otra parte, Franklin dice en su autobiografía que él era un "deísta cuidadoso".

Benjamin Franklin (Wikipedia)
Benjamin Franklin (Wikipedia)

Franklin se adhirió a una religión que podríamos llamar cristianismo moral sin doctrina. Este tipo de fe sugiere que lo que creemos acerca de Dios no es tan importante como vivir una vida de amor y significado. Él creció en una familia muy puritana y devota en la colonia de Boston, pero en sus años de adolescencia el joven empezó a dudar sobre algunos aspectos claves de la fe calvinista de sus padres. El abandono total del cristianismo, sin embargo, no era una opción realista para alguien que había estado tan inmerso en los preceptos de la Biblia y los hábitos de la fe como Franklin.

Aunque él, a veces, jugaba con algunas creencias anti-cristianas bastante radicales, se mostró convencido de que el cristianismo era útil en la manera en cómo fomentaba la virtud. Franklin estaba cansado de ver cómo los americanos coloniales luchaban incesantemente por las minucias teológicas. Pero todavía creía que el cristianismo representaba un buen recurso para la benevolencia y la caridad, cualidades que consideraba esenciales para cualquier religión que valiera la pena.

Franklin, John Adams y Thomas Jefferson dudaban de algunos principios fundamentales de la fe protestante. Estos podrían incluir la salvación por la gracia de Dios, la divinidad de Jesús y la naturaleza trinitaria de Dios. Pero los principales patriotas estaban de acuerdo en que la nueva república americana dependía de tener una ciudadanía virtuosa. Aunque algunas élites pudieran emplear la educación para desarrollar una fortaleza moral, los fundadores creían que el estadounidense promedio necesitaba la religión para la inspiración para hacer el bien.

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El político vio el estancamiento de la convención en el debate sobre la representación en el Congreso como un ejemplo perfecto de cómo la deliberación racional por sí sola no lograba comprometer el bien mayor. La oración podría recordar a los delegados su necesidad de asistencia divina y de unidad nacional.

Franklin se empezó a impacientar cuando la convención se negó a contratar a un sacerdote para dirigir las oraciones.

Gracias a esta doctrina pionera sobre cristianismo moral, Franklin estuvo ayudando a desarrollar una de las formas más comunes de espiritualidad en la América moderna. La adhesión a creencias y congregaciones específicas está a la orden del día en muchos sectores del país actualmente, pero los estadounidenses siguen siendo un pueblo abrumadoramente teísta. Celebridades y escritores como Oprah Winfrey o Steven Covey pueden llegar a audiencias de cientos de millones con mensajes casi religiosos sobre cómo vivir una vida de bondad. Incluso los predicadores más populares, como el pastor Joel Osteen de Houston, minimizan la doctrina a favor de sermones prácticos y libros sobre vivir "tu mejor vida ahora".

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Los parientes y amigos cristianos de Franklin, uno de los Padres Fundadores, estaban preocupados porque un científico o un diplomático pudiera ganar el mundo a cambio de perder su alma. Los cristianos tradicionales, en la actualidad, también argumentan que la fe auténtica se basa en las creencias verdaderas sobre Dios, Jesús y la Biblia. Pero el "deísta" Franklin estaba convencido de que, al elaborar un cristianismo moral sin doctrina, se estaba redimiendo lo mejor de la religión tradicional al canalizarlo hacia los ideales del amor y la caridad.