Poligamia y pornografía: los estadounidenses se vuelven más permisivos

Por Charles Lane

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(iStock)
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Durante la última década, la aceptación de la poligamia se ha más que duplicado entre la sociedad estadounidense. Una tendencia similar se aplica a la clonación humana.

Son resultados que se extraen de la última encuesta de Gallup acerca de la opinión moral en Estados Unidos, que pueden dar una idea sobre el futuro político del país, más allá del drama diario que rodea al presidente Trump.

El porcentaje que declara la poligamia y la clonación humana como "moralmente aceptable" sigue siendo pequeño. El 17 por ciento está de acuerdo con el primero, mientras que el 14 lo está con el segundo. Lo que es probable es que, ni una cosa ni la otra, se legalice en poco tiempo.

Sin embargo, la velocidad con la que estas ideas bastante marginadas se han ido adaptando a la sociedad es bastante significativa. Desde 2001, ha habido un claro movimiento, y al parecer irreversible, para avanzar a una sociedad más liberal y permisiva.

(Istockphoto)
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"Libertario" podría ser un término que lo defina mucho mejor. Gallup dice que esa palabra se puede utilizar hoy en día ya que en la actualidad hay un fuerte consenso de vivir y dejar vivir con: el control de la natalidad, el divorcio, el sexo entre adultos solteros, las relaciones entre gays o lesbianas o con los hijos fuera del matrimonio. Todas esas situaciones tuvieron al menos un 62 por ciento de aceptación entre los encuestados. El suicidio asistido por un médico está subiendo y ahora está en el 57 por ciento de aceptación.

Los tabúes se están debilitando a favor de la pornografía (la aceptación ha subido seis puntos desde 2011 y ha llegado al 36 por ciento) y el sexo entre adolescentes (la aceptación ha subido cuatro puntos desde 2013 y ahora se sitúa en el 36 por ciento). Solo el adulterio sigue siendo algo inaceptable por la sociedad. Desde el 2001, solo un nueve por ciento de la sociedad lo tolera.

En resumidas cuentas, la guerra cultural podría estar llegando a su fin gracias a los progresistas, más allá de la continua batalla entre grupos de izquierdas y de derechas. La oposición a la pornografía, por ejemplo, ha sido algo muy discutido entre la derecha religiosa y la izquierda feminista.

(AFP)
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Los estadounidenses no solo están mucho más dispuestos a aceptar lo que antes era un tabú, sino que también están mucho menos interesados en los "valores tradicionales".

Han pasado seis años desde que otra encuesta realizada por CNN/ORC revelara que una mayoría importante creía que el gobierno debería "promover los valores tradicionales".

A partir de 2014, el 55 por ciento prefería un gobierno neutro en esa cuestión. Justo después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, CNN/ORC concluyó que el 59 por ciento de los estadounidenses, máximo histórico, quería la promoción de los valores tradicionales por parte del gobierno.

Quizás después de eso vinieron algunas decepciones y desilusiones, como la guerra de Irak o la crisis financiera, que generaron dudas sobre la capacidad del gobierno para hacer alguna cosa bien, y sobretodo sobre la capacidad de fomentar ciertos valores entre la sociedad.

Otra explicación es que los resultados de Gallup son una tendencia de posguerra, identificada por el científico político Ronald Inglehart de la Universidad de Michigan.

(Afp)
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En su opinión, el hecho de que las sociedades estén conformes, de forma consistente, con sus necesidades materiales básicas hace que dediquen más tiempo y espacio a la experimentación cultural, sexual y espiritual. Por el contrario, Inglehart ha argumentado que los miembros de la sociedad que se sienten menos seguros, ya sea de forma material o de cualquier otra cosa, prefieren la tradición.

Una interpretación del apoyo abrumador de los votantes más religiosos y tradicionales a un magnate que se ha casado tres veces demuestra la desesperación por detener la ola progresista. Otra razón, por supuesto, sería reducirlo a una reacción racista.

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Los datos de Gallup revelan que hay una aceptación moral muy amplia de las normas no tradicionales, y muchos de los miembros de esta sociedad también deben ser votantes de Trump. Las principales excepciones son el aborto y el control de las armas, donde hay una división bastante igualitaria y altamente partidista, algo que el candidato Donald Trump aprovechó para ganar aún más votantes en los estados republicanos que, de otro modo, podrían haber desconfiado de él.

Eso da lugar a que nuestras batallas partidarias sobre el aborto y el control de las armas están lejos de terminar. Por otro lado, se encuentran las políticas en asuntos sociales, donde se podría llegar a un nuevo consenso: por ejemplo, establecer las condiciones para el suicidio asistido por un médico en lugar de debatir su permisibilidad. Eso sería una forma suave de aplicar las nuevas políticas y terminar con la inestabilidad en algunas cuestiones.