Por qué los padres se relacionan distinto con sus niñas que con sus varones

Por Ariana Eunjung Cha

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Hoy en día, los padres que trabajan pasan un promedio de 35 minutos al día concentrados en sus pequeños, siete veces más que en 1974. (iStock)
Hoy en día, los padres que trabajan pasan un promedio de 35 minutos al día concentrados en sus pequeños, siete veces más que en 1974. (iStock)

La idea de que los padres tienen una debilidad particular por sus hijas y son más estrictos con sus hijos varones es sin dudas un cliché, pero la investigadora Jennifer Mascaro quiso saber hasta qué punto esto es cierto. Fue así que convenció a 52 nuevos papás que le permitieran presenciar 48 horas de sus interacciones con sus hijos – todos ellos de entre uno y dos años de edad – mediante diferentes dispositivos de grabación.

Mascaro y sus colegas de la Universidad Emory y la Universidad de Arizona separaron cada intercambio y lo codificaron para ver si había patrones basados en los géneros de los niños.

Las diferencias fueron sorprendentes.

Con los varones, los papás tendían a participar en juegos más rudos. También usaban con ellos más palabras relacionadas con la idea de logro, como "orgulloso", "ganar" y "superior". Con las niñas, los padres cantaban más y usaban palabras más emotivas, especialmente relacionadas con la tristeza y de tipo analítico como "todo", "abajo" y "mucho".

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"Históricamente, es un tema de estudio delicado", explicó Mascaro en una entrevista. "No es algo que a uno le gusta preguntar, así que nunca hemos tenido una buena idea de cómo el género de un hijo influye en el comportamiento de un padre".

Hasta no hace tanto existían pocas investigaciones sobre el papel de los padres en la crianza de los hijos, en parte debido a la historia de los roles de género en Estados Unidos y otras sociedades occidentales. Recién en esta generación el padre promedio ha comenzado a pasar un tiempo significativo con sus niños.

Un estudio presentado en una conferencia de investigación social en 2014 halló que hoy los padres que trabajan pasan un promedio de 35 minutos al día concentrados en sus pequeños. Se trata de un aumento enorme – siete veces más que los cinco minutos de sus predecesores en 1974 – pero aun así, sólo cerca de la mitad de los 60 minutos que las madres dedican a sus hijos todos los días.

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El análisis de las grabaciones de Mascaro y sus colegas, publicado en la revista Behavioral Neuroscience, es parte de un estudio más amplio sobre las relaciones paternas. Aunque el estudio es pequeño y se limita a padres que viven con sus parejas, capta lo que se considera una etapa clave en el desarrollo de un niño. A la edad de un año, la lactancia materna usualmente ya ha terminado y los niños comienzan a caminar, siendo a menudo en este momento cuando realmente comienza a florecer la relación entre padre e hijo/a.

El artículo también presentó los resultados de un segundo experimento en el que a esos mismos padres se les tomó imágenes de resonancia magnética de sus cerebros mientras se les mostraba fotografías de su hijo/a con expresiones felices, tristes y neutras. Estos resultados también fueron sorprendentes.

Basándose en el hallazgo de que los padres tienden a atender sus emociones – y hablar de ellas – más con las niñas, Mascaro predijo que los padres reaccionarían más con las hijas. Esto resultó ser cierto, con mayores respuestas neuronales en las regiones de recompensa y procesamiento de las emociones cuando se les mostraba las fotos de las niñas felices. Su reacción ante las fotos de los chicos fue más inesperada, dijo, ya que tendían a responder con más vigor cuando miraban las fotos de sus niños con expresiones faciales neutras.

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Mascaro no sabe muy bien cómo explicar esto, pero los investigadores notaron una "posible pista", la mayor reacción de un padre ante la expresión facial neutra de un niño podría tener que ver con que con ellos hay más juego físico.

Todos los mamíferos sociales juegan así cuando son jóvenes, y los científicos han teorizado que puede tratarse de un entrenamiento importante para la competitividad social.

"El juego rudo es una situación especial en la que este tipo de movimientos está bien, pero realmente tienes que prestar atención a lo que está sintiendo tu compañero de juego: ¿Todavía se está divirtiendo? Creo que es realmente intrigante pensar que hasta las expresiones faciales más ambiguas pueden ser importantes," dijo.

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Mascaro, profesora asistente en medicina familiar y preventiva en la Escuela de Medicina Emory, dijo que aún no hay información concluyente acerca del impacto de esto en el futuro de los niños. Tampoco hay suficiente evidencia para entender mucho acerca de los orígenes de las respuestas cerebrales de los padres, como por ejemplo si se debieron a algún componente genético o a una cuestión de conformarse con las normas sobre género que dicta la sociedad.

"Hallazgos como estos no deberían interpretarse necesariamente como mala intención o una negativa por parte de los padres", dijo. "Realmente podría indicar que los padres tratan de hacer lo mejor que pueden para preparar a sus hijos para el mundo".