¿Qué le parecería si toda la sabiduría que necesitamos para aprender a comer estuviera contenida en una pequeña pasa?
La nutrición será siempre un tema de debate, con nuevas evidencias científicas y tendencias. El valor de cada macronutriente (proteínas, carbohidratos y grasas) siempre es disputado, y a menudo los alimentos son considerados héroes o villanos. Jugamos con vitaminas y minerales y discutimos suplementos milagrosos y superalimentos. Experimentamos con comidas más reducidas y frecuentes, o con el ayuno.
Pero ¿y si la nutrición no tuviera nada que ver con la hora de comer o soluciones mágicas? ¿Qué tal si la respuesta no tuviera nada que ver con la comida, sino con tener conciencia de qué estamos comiendo? ¿Podría ser que estar más conscientes es lo que necesitamos para lograr el cambio nutricional que buscamos?
La mayoría de nosotros comemos sin pensar qué estamos comiendo. Estamos corriendo y llenando nuestra boca de comida mientras vamos del punto A al punto B. Estamos tan absortos en nuestra conversación durante la cena (o en Facebook en nuestro teléfono) que comemos el plato entero, sin apenas darnos cuenta de lo que había en él o su sabor. O estamos repasando mentalmente nuestra lista de tareas pendientes.
Esta manera mecánica de comer puede estar teniendo un impacto negativo en nuestra salud. El tamaño de las porciones estándar en restaurantes y otros lugares de la industria alimentaria está creciendo, y ese plato de comida puede significar más de lo que necesitamos. Sin embargo, si no notamos nuestras señales de hambre o no decidimos conscientemente parar, probablemente seguiremos comiendo.
Comer atento consiste simplemente en eso: estar atento cuando se come. Prestar atención al sabor, olor y textura de los alimentos, y darse cuenta cómo nos hace sentir.
Una primera lección muy común cuando se está aprendiendo de este asunto es el llamado "el ejercicio de la pasa". Es simple pero sorprendentemente efectivo.
1. Siéntese en una silla cómoda en un lugar tranquilo.
2. Tome una pasa y colóquela en su mano. Imagine que no tiene idea lo que es una pasa y esta es la primera vez que está viendo una.
3. Mírela. Observe su arrugada textura, el color, el tamaño y sienta el peso de la pasa. Realmente mírela. Sosténgala a la luz y observe cómo se ve desde diferentes ángulos.
4. Llévese la pasa a la nariz y huélala. Cierre los ojos y vuelva a olerla.
5. Traiga la pasa a su oído, ruédela en sus dedos y escuche. Cierre los ojos y escuche.
6. Coloque la pasa entre los labios, todavía no en la boca. ¿Cómo se siente? ¿Puede sentir algún sabor? ¿Se le hace agua la boca?
7. Coloque la pasa en su boca y muévala sin masticar. ¿Cómo se siente en su boca? En su lengua, contra sus mejillas, en sus dientes. ¿Se le hace agua la boca ahora? ¿Puede sentir algún sabor? ¿A qué sabe?
8. Ahora sí, comience a masticar. ¿Cómo se siente al masticar? ¿Puede sentir su mandíbula o sus dientes? ¿A qué sabe ahora? ¿Cómo se siente? ¿Cómo se siente una pasa masticada en su boca?
9. Y finalmente, cuando esté listo, trague la pasa. Tome nota de cómo se siente en la boca y la garganta.
Haga este ejercicio muy lentamente: podría tomarle entre cinco y 15 minutos.
La primera vez que hice este ejercicio con un grupo, había una mujer que se reía tan fuerte que tuvo que salir de la habitación. ¡La entiendo! Parece un poco tonto pasar tanto tiempo con una pasa. Sin embargo, una vez que realice este ejercicio, su relación con esta arrugada fruta se sentirá muy diferente.
Muchos notan el poderoso sabor de la pasa. Piense en lo fácil que es inhalar distraídamente una caja de pasas. Quizás necesite sólo una para satisfacer su antojo de dulce. También puede abrirle los ojos a lo rápido que comemos y hasta qué punto no estamos conscientes de lo que comemos.
Si usted pudiera hacer este gran esfuerzo con una pasa, imagine con un plato de comida. Hice este ejercicio con un grupo donde había un hombre que pensaba que le gustaban las pasas y se dio cuenta de que realmente no era así. Otro hombre tuvo una experiencia opuesta: pensó que odiaba las pasas, pero saborear una conscientemente le hizo disfrutar del sabor.
Comer atento es una herramienta fenomenal que puede utilizar a lo largo del día para administrar las porciones, prestar atención a lo que elige comer y simplemente bajar la velocidad. Su hora de la comida no tiene que ser tan lenta y detallada como el ejercicio de la pasa, sino una versión que funcione para usted.
– Antes de comer, siéntese cómodamente y mire su plato. Observe lo que está a punto de comer.
– Llévese el tenedor con comida a la boca, sienta los sabores, mastique con alguna intención, trague y vea qué siente.
– Tome cada bocado lentamente y permanezca consciente de lo qué está sucediendo.
– Después de cada bocado, tome un segundo para verificar sus señales del hambre y observe si se siente lleno o necesita más.
– Cuando se sienta lleno, deje el tenedor.
Comer con atención es más fácil de hacer en silencio, ya que uno se puede distraer cuando está hablando con otros, pero puede que comer en silencio no le sea posible. Haga lo que se sienta bien para usted, y lenta pero seguramente preste más atención a su comida.
Tal vez una vez al día, a la semana o al mes puede disfrutar una comida en silencio. Practique comer atento, sin distracciones y saboreando cada bocado. Podría sorprenderle cómo cambian sus opciones y los tamaños de las porciones simplemente prestando atención.