Murió a los 94 años Jack O'Neill, el surfista que fundó un imperio deportivo

Reconocido por haber popularizado el traje de neopreno, O´Neill supo convertirse en una leyenda dentro de la contracultura del surf | Por Harrison Smith

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Jack O´Neill comenzó a practicar surf en San Francisco a principios de la década del cincuenta, escapándose del trabajo durante el horario de almuerzo para sumergirse en las gélidas aguas de Ocean Beach con su tabla de madera balsa.

En ocasiones la temperatura del mar no superaba los 10 grados Celsius, lo que obligó al ingenioso hombre de las olas a crear con sus propias manos un traje confeccionado a partir de un gorro de baño femenino y un par de bañadores fabricados con un interior de espuma para aislar al cuerpo del frío.

Un verdadero hombre de mar, O´Neill confesó que hubiese preferido dedicarse a la pesca antes que a crear un imperio deportivo
Un verdadero hombre de mar, O´Neill confesó que hubiese preferido dedicarse a la pesca antes que a crear un imperio deportivo

Fallecido el pasado 3 de junio a los 94 años, O´Neill se convertiría en un ícono de la cultura surfer de la postguerra arriesgándose a lo desconocido junto a sus colegas, con quienes se sumergía en las aguas del Pacífico hasta que sus cuerpos se volvían azules y compartían fogatas improvisadas en la playa hechas con neumáticos viejos para calentar su cuerpo antes de volver al trabajo.

(Instagram: oneill)
(Instagram: oneill)

Pero probablemente más que cualquier otro en su rubro, el recientemente fallecido innovador ayudó a allanar el camino para una nueva era del deporte que permitió que surfers de todo el mundo pudiesen disfrutar de su pasión independientemente de la estación o su ubicación geográfica.

El homenaje de los seguidores de O´Neill en la entrada de su hogar de Santa Mónica, California
El homenaje de los seguidores de O´Neill en la entrada de su hogar de Santa Mónica, California

Gracias a su traje isotérmico confeccionado en neopreno, O´Neill construyó un verdadero imperio de artículos deportivos enfocados principalmente en la práctica que tiene como objetivo desafiar las olas y a la vez permitió que muchas personas que antes no hubiesen considerado practicar el deporte, se sumaran a la nueva moda.

O’Neill perdió la visión en su ojo izquierdo tras un accidente de surf en 1971 (Dan Coyro / AP)
O’Neill perdió la visión en su ojo izquierdo tras un accidente de surf en 1971 (Dan Coyro / AP)

"El traje de neopreno en sí mismo logró que muchas más personas se metieran al agua, algo que ninguna tabla logró en la historia, independientemente de su diseño", compartió el historiador Matt Warshaw. "No puedes surfear si estás violeta y tiritando".

O'Neill, quien se destacaba por su aspecto inspirado en el mundo de los piratas gracias a su curioso parche y una barba frondosa que hacía honor a la del gran Hemingway, no fue el principal inventor del traje de neopreno. Fue realmente Hugh Bradner, un físico que trabajó en armas nucleares y formó parte del equipo del proyecto Manhattan, quien diseñó una prenda de goma para ayudar a los buzos de la Marina a mantenerse cálidos durante sus inmersiones.

Su barba tupida y el parche que utilizaba tras un accidente que lo llevó a perder el ojo izquierdo eran parte de su look insignia
Su barba tupida y el parche que utilizaba tras un accidente que lo llevó a perder el ojo izquierdo eran parte de su look insignia

Un año más tarde un surfista llamado Bev Morgan comenzó a aplicar el diseño de Bradner para uso recreacional, fabricando trajes de neopreno para buzos del Instituto Scripps de Oceanografía en La Jolla, California.

Pero fue sin lugar a dudas O´Neill quien se llevaría todos los laureles, en gran parte debido a sus dotes naturales para los negocios y las ventas que hicieron que su compañía, administrada por su hijo Pat desde 1985, se convierta en el líder mundial de una industria, sobre la que hoy cuentan con el 60 por ciento de participación de mercado.

(Instagram: oneill)
(Instagram: oneill)

Voceros de la compañía compartieron que O´Neill murió en su casa sobre la costa de Santa Barbara en California, la cual se distingue por incluir un trampolín bajo techo y ventanas estilo ojo de buey en el sótano. La causa de su muerte no fue especificada.

"El océano esta vivo y debemos cuidar de él" aseguró O'Neill en su momento, quien a pesar de haber alcanzado gran éxito económico compartió en repetidas ocasiones que si hubiera podido volver el tiempo atrás, se hubiese dedicado a la pesca comercial hasta sus últimos días.

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