Esta ciudad se ha quedado casi sin espacio donde poner la basura

Por Ustin Heifetz; ​​traducido por Mario Abad

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¿Y ahora, qué?

Durante gran parte del trayecto hacia el vertedero, hileras de camiones de basura encajonaban nuestra camioneta a ambos lados. Montones de suciedad árida gris y marrón destacan entre los grandes árboles y la sorprendente bahía azul que se ve a lo lejos. El centro del vertedero, donde las grúas compactan los desechos industriales, parece un campo de batalla: polvoriento y asqueroso, muy distinto al reluciente Hong Kong, donde magnates y comerciantes mueven dinero desde sus altas torres de cristal.

Esta metrópolis china tan densa y con 7.4 millones de habitantes posee un serio problema de desperdicios. Y eso se debe a que no disponen de plantas de reciclaje con la suficiente capacidad y a que la gente, por lo general, no ha recibido educación sobre la importancia del cuidado del medioambiente. Hong Kong, un territorio autónomo de 687 kilómetros cuadrados y que actualmente alardea de ser el cuarto estado en el mundo con la densidad de población más elevada, produce la enorme cantidad de 15,000 toneladas de basura cada día, lo que equivale a lanzar el puente de Brooklyn cada noche, y todavía tener unas doscientas toneladas más.

En las abarrotadas costas del este del frenético Hong Kong hay kilómetros de playas tranquilas y de parques naturales protegidos. La zona es un oasis que recibe a excursionistas y a familias. Solo a unos kilómetros de ahí, un vertedero con 4,500 toneladas de desechos está tragándose la tierra.

Conductores de camiones de basura sobre un montón de desechos industriales en el centro de SENT, en la costa este de Hong Kong. Imagen: Justin Heifetz
Conductores de camiones de basura sobre un montón de desechos industriales en el centro de SENT, en la costa este de Hong Kong. Imagen: Justin Heifetz

Bienvenido al Southeast New Territories Landfill, o SENT, uno de los tres vertederos de basura de Hong Kong; los otros dos están cerca de la frontera con la China continental y en la costa noreste de Hong Kong. Los tres recintos juntos ocupan 2,266 kilómetros cuadrados de tierra y almacenan casi todos los desperdicios de la ciudad. El problema es que estos tres lugares están llegando al límite de su capacidad, hasta el punto que podrían quedarse sin espacio en cuestión de años, según el gobierno de Hong Kong.

En 2012, la legislación ofreció presupuesto para expandir estos tres vertederos. Por otro lado, el gobierno esperaba que se llenaran para el 2018, y actualmente ve que el momento se acerca, y que podría producirse en la década del 2020. Empieza la cuenta regresiva.

Hace unos diez años que la sustancia más altamente tóxica, llamada lixiviado, se encuentra en las aguas subterráneas de la ciudad.

En compañía del mánager de SENT, a quien no se le permitió hablar en la grabación debido a restricciones gubernamentales, al igual que a mi guía, entré en el enorme vertedero de 1,100 kilómetros cuadrados para averiguar por qué está casi desbordado, y qué ocurre a continuación.

Las propuestas del gobierno para solventar el problema de la basura en Hong Kong —como la construcción de un incinerador que provocaría la emisión de contaminantes tóxicos a la ciudad al quemar la basura— son totalmente insostenibles. Y si bien Hong Kong recicla algunos materiales, la ciudad no puede aprovechar los beneficios que consigue al hacerlo porque los materiales reciclados se envían al extranjero.

A menos que el gobierno amplíe los vertederos, SENT tendrá que cesar sus operaciones una vez los desperdicios sólidos compactos alcancen el límite de espacio. Un indicador, visible en la distancia, denota el nivel máximo. Imagen: Justin Heifetz
A menos que el gobierno amplíe los vertederos, SENT tendrá que cesar sus operaciones una vez los desperdicios sólidos compactos alcancen el límite de espacio. Un indicador, visible en la distancia, denota el nivel máximo. Imagen: Justin Heifetz

En los vertederos de basura de Hong Kong, la basura se compacta antes de cubrirla con una capa de tierra por la noche. El agua que se filtra a través de esos desechos en descomposición se trata luego en las instalaciones. La legislación gubernamental publicaba en un panel hace unos diez años que la sustancia más altamente tóxica, llamada lixiviado, se encuentra en las aguas subterráneas de la ciudad.

"Entendemos que lo que se hace actualmente de depositar los restos orgánicos en los vertederos de basuras no es ni sostenible ni beneficioso para el medio ambiente", decía la portavoz del Departamento de Protección del Medio Ambiente (EPD) en una declaración escrita para Motherboard. "En el futuro, los espacios de los vertederos se utilizarán con más prudencia como último recurso".

Imagen: Justin Heifetz
Imagen: Justin Heifetz

Las alternativas del gobierno para el problema de los vertederos de basura son extremas, si no poco usuales. En unas instalaciones para tratar los desperdicios, que serán inauguradas en esta primera fase de la operación para el 2025, se calcula la quema diaria de 3,000 toneladas de desperdicios utilizando lo que la legislación llama "incineración avanzada". Las instalaciones, localizadas en una remota isla construida a partir de tierras recuperadas, ya se han criticado duramente por el daño que provocarán en la calidad del aire de Hong Kong y en la fauna marina.

"El consumidor seguirá generando desperdicios y el gobierno los quemará. Esa es la idea equivocada", Edwin Lau, fundador y director ejecutivo de Green Earth —un grupo de presión muy activo y sin ánimo de lucro con base en Hong Kong—, dijo en una entrevista telefónica. "Creo que el gobierno entiende la necesidad de un tratamiento holístico de los desperdicios, pero deben fomentar políticas y medidas más útiles y efectivas para conseguir la colaboración de la comunidad".

El gobierno está considerando la opción de ampliar los vertederos de basura, pero en el hambriento Hong Kong, donde el precio del suelo se encuentra entre los más altos del mundo, no queda mucho más espacio para construir.

"Lo cierto es que el gobierno está buscando también tierra para construir viviendas, y ahora la basura está compitiendo con las viviendas", expresó Lau. "No deberíamos hacernos demasiadas ilusiones de poder ampliar los vertederos. Esto no es China continental, donde hay mucho terreno".

Gran parte del creciente problema de los desperdicios tiene que ver con la actitud. Hong Kong ha tenido su propio gobierno durante 20 años, aunque todavía no ha logrado abordar los graves problemas ambientales del territorio. En el fondo, mucha gente se preocupa poco por lo esencial en la mitigación de residuos: reducir, reutilizar y reciclar. Por esta razón, Hong Kong genera alrededor de 3,300 toneladas diarias de restos orgánicos únicamente, y hay poca consideración sobre los plásticos de un solo uso, que se están acumulando en las orillas de la ciudad.

En una charla telefónica con Tracey Read, fundadora y directora ejecutiva de la organización sin ánimo de lucro Plastic Free Seas, con base en Hong Kong, dijo que se pregunta por qué el gobierno gastó 2,400 de millones de dólares en el incinerador de residuos antes que en un gran centro de reciclaje.

"Si vierten todos estos residuos en un incinerador, todo lo que quemen contaminará el aire", dijo Read. "El incinerador podría producir residuos verdaderamente tóxicos".

La solución obvia para el desbordamiento de basura en los vertederos sería un programa de reciclaje eficaz, pero esto ha resultado difícil para el gobierno de Hong Kong.

Aunque en la ciudad se está extendiendo el sistema de contenedores de reciclaje con tres compartimentos para el papel, el plástico y el metal en complejos residenciales y en edificios de oficinas, la mayoría de esos materiales no se reciclan en Hong Kong. Como el terreno escasea, su valor es extremadamente alto, motivo por el cual construir un gran centro de reciclaje en la zona es caro (en Hong Kong se puede ganar terreno al mar, una costosa alternativa que el gobierno eligió para instalar el incinerador).

"La gran mayoría de reciclados procesados se exportan a China continental y a otras economías y ciudades para procesarlos y obtener productos reciclados", explicaba Tse. "Solo una pequeña porción es reciclada en productos locales, como el biodiesel y el combustible de madera".

Niños en las puertas de unas instalaciones de procesamiento de residuos electrónicos en Longtang, China. Imagen: Basel Action Network/Flickr
Niños en las puertas de unas instalaciones de procesamiento de residuos electrónicos en Longtang, China. Imagen: Basel Action Network/Flickr

Hong Kong vende sus residuos, principalmente, a ciudades desarrolladas del Sureste Asiático, según Lau y Read. El EPD no facilitó información sobre dónde se envían los residuos reciclados ni por qué, pero Lau me decía que hay pocos operadores importantes y que, por lo que ella sabía, gran parte del reciclaje va a Malasia y a Tailandia.

En una visita reciente a un vertedero en Manila, Read asegura haber visto material reciclado de Hong Kong entre los desperdicios. China continental solo acepta plásticos aglomerados (plásticos rotos en pedazos pequeños por una máquina) porque el gobierno es estricto en cuanto a los residuos que importa,  según una política estricta de tratamiento de basura conocida como la operación Valla Verde. Hong Kong no posee una trituradora de plástico, lo que significa que esos plásticos van circulando por Asia.

“Vimos a trabajadores cubiertos de suciedad fumando en los descansos, rodeados de deshechos de aparatos electrónicos tóxicos”

En el Sureste Asiático, Read explicaba, "los niños vivían y crecían en la zona de los vertederos, tocando residuos electrónicos y rebuscando entre el reciclaje. No hay ni rastro de reciclaje, es una zona oscura, no saben hasta dónde van a llegar las cosas".

"También sabemos que se enviaron cosas para reciclar, incluso desde Hong Kong, que acabaron siendo arrojadas al mar", añadió.

El caótico programa de Hong Kong para el reciclaje consigue beneficios locales escasos. En gran medida, anula la posibilidad de rentabilizar el reciclaje. Un claro ejemplo de esto, según Lau, es una botella de plástico. Ese plástico puede reciclarse en fibras, las cuales pueden utilizarse para tejer ropa.

"Es una cadena —plástico, ropa, mano de obra cualificada, marketing— pero en Hong Kong eso se sacrifica por ganancias rápidas y resultados instantáneos, y se evita la buena inversión", contaba Lau. "Invertir poco para conseguir resultados instantáneos. Este es el modelo de negocio en Hong Kong".

La parte oscura del comercio del reciclaje, la recogida y la distribución de materiales se lleva a cabo en Hong Kong. Según Tse, unas 2,000 empresas privadas se ocupan de las operaciones de reciclaje en el territorio. "La mayoría de ellas tienen pequeños negocios", decía Tse, "y tienen simples sistemas de trabajo".

Estas empresas privadas son, mayormente, pequeños negocios en las zonas rurales de Hong Kong. En 2016, la periodista local Sarah Karacs revelaba que estos pequeños centros de reciclaje, que generalmente recogen materiales de vertederos de residuos electrónicos peligrosos y no regulados, estuvieron expuestos a pésimas condiciones tóxicas. "Vimos a trabajadores cubiertos de suciedad fumando en los descansos, rodeados de deshechos de aparatos electrónicos tóxicos —y potencialmente inflamables—", me explicaba Karacs.

El gobierno dijo que encargaría la implantación de un servicio de reciclaje de desechos electrónicos y de botellas de vidrio en la costa noreste de Hong Kong a finales de este año. El EPD no ofreció más detalles.

El daño que ha causado la poco rigurosa preocupación de Hong Kong por la gestión de los desperdicios locales es evidente. De hecho, lo es desde hace ya tiempo. Un vertedero estuvo liberando fluidos tóxicos durante años antes de que el gobierno tomara medidas. Actualmente, muchas playas parecen más vertederos que los paraísos tropicales que fueron en su día. El año pasado, los desechos marinos alcanzaron niveles inauditos.

La organización Plastic Free Seas ha notado una gran despreocupación en la ciudad en cuanto a las consecuencias de maltratar el medioambiente. Read dijo que mucha gente simplemente no entiende que, si los residuos acaban en el océano, también acaban en sus platos y en sus cuerpos. Plastic Free Seas, que ha promocionado toda una serie de programas de limpieza de playas, ha descubierto que gran parte de los residuos que llegaban a la orilla eran embalajes. Los programas de acercamiento y los esfuerzos en la educación sobre la advertencia ambiental han llegado a 25,000 estudiantes es escuelas locales, pero Read confesaba que todavía les quedaba mucho camino por recorrer.

"Siempre hay basura que se genera en el mismo Hong Kong", dijo Read. Sólo en una limpieza de una de las islas del sur de Hong Kong, Aberdeen Harbor, Plastic Free Seas llenó dos camiones de residuos. "La gente no se da cuenta, no entienden que sus hábitos hacen que el problema persista".

Después de numerosas quejas por parte de los vecinos, desodorizantes móviles como el que se muestra en la imagen fueron desplegados en SENT en 2016. Las máquinas ayudan a camuflar el intenso olor de la basura que emana del vertedero de basuras. Imagen: Justin Heifetz
Después de numerosas quejas por parte de los vecinos, desodorizantes móviles como el que se muestra en la imagen fueron desplegados en SENT en 2016. Las máquinas ayudan a camuflar el intenso olor de la basura que emana del vertedero de basuras. Imagen: Justin Heifetz

El gobierno de Hong Kong planea implementar pronto un programa por el cual se sancionará a la gente por deshacerse de sus desperdicios, como una forma para intentar que los ciudadanos reduzcan la cantidad de residuos que producen. Read dijo que no acaba de ver el fin de ese plan, pues sin una infraestructura de reciclaje, se sanciona a la gente por generar desperdicios que siguen acabando en los vertederos de basura y, además, están pagando dos veces por los plásticos.

Lau dijo que, a causa de la lentitud del gobierno a la hora de abordar este problema, las empresas tienen que quejarse. Asimismo dijo que es fácil llegar a un acuerdo entre el gobierno y el sector comercial para solventar rápidamente el problema de los desperdicios. Y es mucho más sencillo, según Lau, que en el sector corporativo encuentren una solución por su cuenta, como reducir la venta de plásticos de un solo uso.

Por ahora hay poca evidencia que indique que esos acuerdos y esfuerzos por parte del sector privado para la mitigación de los desperdicios vayan a producirse pronto.

De vuelta al vertedero de basuras Southeast New Territories, un desodorizante móvil despide gruesas nubes de jabón blanco que lentamente se evaporan en el aire. Pero, como la mayoría de soluciones del gobierno a la gestión de los desperdicios en Hong Kong, estas espléndidas máquinas no son más que una solución temporal y apresurada a un profundo e inoportuno problema: la falta de espacio de una de las mayores ciudades del mundo para poner su propia basura.

Publicado originalmente en VICE.com