Dejó Venezuela hace seis meses y no piensa volver hasta que se vaya Maduro

Escritor y académico de la Universidad Andrés Bello, el venezolano Alexis Romero dejó su país y se vino a vivir a la Argentina. "En mi país hay un plan de barbarie", aseguró en el piso de InfobaeTV

Compartir
Compartir articulo

El escritor y docente Alexis Romero decidió en noviembre venirse a vivir a Buenos Aires con su mujer y su hijo de dos años. Aquí, parte del diálogo que tuvo con InfobaeTV.

– Desde noviembre está viviendo en la Argentina, entiendo que no ha sido sencillo su ¿exilio? ¿Cómo califica su viaje a este país?

– Decidimos venirnos para tener una vida tranquila, algo que es imposible en Venezuela. El venezolano que quiera tener una vida donde sienta el resguardo mínimo que debe caracterizar a una democracia, tiene que dejar su país. Toda la gente inteligente se está marchando de ahí, es algo único en la historia de Venezuela.

– ¿Por qué en Venezuela no hay vida normal? ¿Cómo es la vida hoy?

– La vida en Venezuela está caracterizada por el miedo, una cultura planificada desde las instituciones que antes eran democráticas. En estos momentos, Venezuela está gobernada por un plan de barbarie. Ya veníamos desde Rafael Caldera con una situación de orfandad social, pero el chavismo, lejos de disminuir el miedo, lo que hizo es aumentarlo. Desaparece Chávez, viene Maduro, que no era militar y que hizo un excelente papel como canciller y parecía civilista, se pensó que los partidos podían funcionar normalmente y se retorne a un hilo de vida civilizada. Pero lo que sucedió fue lo contrario, se disparó geométricamente la violencia y la inflación es mayor que en África. En Venezuela está prohibida la infancia, la adolescencia. Casi todos los muertos son adolescentes, son todos muchachos de secundaria que nacieron durante el gobierno de Chávez. Yo pude ver cómo era la democracia, con sus virtudes y defectos, pero estos chicos, que muchos eran mis alumnos, no saben qué es la democracia, no les dan pistas culturales de qué significa una sociedad democrática. Los padres y los abuelos les piden que se marchen, porque no hay camino posible para ellos. A menos que haya un quiebre, que no sabemos cuál será.

– ¿Le costó la decisión de irse de Venezuela?

– Me costó mucho, muchísimo. De los escritores y profesores era uno de los pocos que decía que no había que irse. Yo tenía un discurso de que había que conversar, escuchar. Pero de repente me dí cuenta que no había posibilidad de conversar, ni hacer vida en esa sociedad, porque todos los caminos que la cultura occidental nos mostró tenían como elemento primordial que sucediesen conatos de violencia, un enfrentamiento con el gobierno. Y los civiles no tenemos armas, solo aspiraciones de vivir en paz. Venezuela no fue un país de guerra o enfrentamientos. Y terminamos muchos frustrados ante lo que se dio.  Yo tengo un nene de 2 años y no podíamos salir a ningún lugar. Descubrimos que los parques no eran visitados. Un país donde la infancia no es la columna vertebral, es un país que arrebata presente y futuro.  Hoy tengo la convicción de que no volveré hasta que las instituciones democráticas no estén nuevamente establecidas.

– ¿Y cómo cree que van a restablecerse las instituciones democráticas? Parece que Venezuela se hunde todos los días un poco más.

– Los jóvenes, los ancianos y las mujeres pasan todo el día en la autopista Fajardo y vuelven a la noche convencidos de que hicieron algo por el país y todavía no lograron nada, pero vuelven al otro día y siguen en la lucha. La Mesa de la Unidad va a tener que poner en balance si va a llegar a un acuerdo entre todos o va a seguir en su proyecto personal. El proyecto de barbarie que está viviendo el país tiene que terminar. Con Chávez se podía conversar, aunque yo nunca lo voté, pero había debate. Era un personaje que delataba la pasión subterránea militarista del venezolano, pero ahora no es posible el debate.

– Denos algún ejemplo de ese plan de barbarie del que usted habla.

– En este momento hay unas elecciones constitucionales que, de acuerdo a Maduro, se harán así tengan que matar a quien sea. La Asamblea Nacional fue elegida con el 90 por ciento de los votos, y Maduro y Diosdado Cabello tenían que consultarla, limitando su nepotismo y autoritarismo, pero no lo hicieron. Se apoyan en una interpretación extraña, que hizo un grupo de juristas del horror, que le atribuyen al poder judicial la facultad de eliminar a la Asamblea Nacional. Maduro necesita eliminar los partidos políticos, mantener preso a Leopoldo López, que estén todos callados violando todos los derechos humanos, sociales y políticos. Se usan balas como si hubiera una guerra, no hay piedad. No respetan ni la constitución que hizo aprobar Chávez.

– ¿Siente que los países latinoamericanos respaldan al pueblo venezolano como lo necesita?

– De ningún modo. Hay aguas tibias, aguas muy suaves. Veo mucha hipocresía de parte de la OEA y ONU al pedir que Venezuela resuelva a través del diálogo. Para haber diálogo tiene que haber dos partes que quieran conversar. Maduro convoca al diálogo, pero las reglas del juego las impone él. Su conversación significa, siéntate conmigo a la mesa y yo te voy a notificar lo que hay que hacer. Pero en democracia hay consulta, no órdenes.

LEA MÁS: