"He tocado la sangre enemiga, pero no para matar sino para curar heridas"

Alejandro Roisentul es un médico argentino que cura a heridos provenientes de Siria desde un hospital en la frontera israelí. Contó su increíble historia en los estudios de Infobae

Compartir
Compartir articulo

Entre el horror, la sangre y la muerte, las guerras también abren paso a historias de vida conmovedoras. Ésta tiene como protagonista a un argentino, que hace ya 28 años emigró a Israel. Alejandro Roisentul es médico cirujano, se recibió de odontólogo en la Universidad de Buenos Aires y hace 18 años que trabaja en el hospital de Safed, en el noreste israelí. Allí atiende a víctimas de la guerra civil de Siria, uno de los países históricamente enemigos del Estado judío.

De visita en Buenos Aires para participar de un congreso sobre su especialidad, la cirugía maxilofacial, Roisentul –de 52 años y con tres hijos nacidos en Israel- visitó los estudios de Infobae y relató cómo es convivir con una realidad que golpea pero que al mismo tiempo abre un camino esperanzador en la relación entre judíos y árabes.

"Mi esperanza es que algún día estos chicos y adolescentes que atendemos sean líderes en sus países y puedan transmitir a su gente que han sido atendidos en Israel. Nuestros pacientes miran por la ventaja y ven su país atrevesado por la guerra y muchos no pueden creer el trato que reciben de parte nuestra", explica Roisentul, quien resalta que desde 2013 ya han sido atendidos más de 4.000 sirios en hospitales israelíes. "La decisión del Gobierno y del ejército es no dejar que la gente se muera en la frontera. Llegan luego de largas caminatas o de viaje en mulas y el gobierno israelí les otorga una autorización especial porque la frontera entre ambos países es hermética".

La voz de Alejandro se quiebra cuando relata la relación que se termina forjando entre médicos israelíeas y pacientes sirios. "La mayoría requiere largos tratamientos para recuperarse, recibir la terapia o la cirujía reparadora, por lo que viven mucho tiempo en el hospital. Al final nos terminamos dando la mano o directamente abrazados. Vienen con temor porque nos ven como sus enemigos, pero después todo cambia. No es fácil, porque vienen de un país donde es habitual quemar banderas israelíes".

“Luego de prolongados tratamientos médicos, terminamos dándonos la mano o directamente abrazados”

Safed, donde se encuentra este hospital con 1.300 médicos de alta especialización, es una historia aparte. Fue fundada en el año 70 después de Cristo y es una de las cuatro ciudades sagradas de Israel. Allí encontraron un lugar para vivir los judíos ortodoxos expulsados de Europa durante la Inquisición en el siglo XVI. Y es allí donde se desarrolló la Cabalá, la ciencia que sustenta el misticismo judío. Hoy es una ciudad turística en medio de la montaña, con increíbles vistas, galerías de arte visitadas por cientos de personas todos los días y también por quienes quieren profundizar sus estudios de Cabalá.

Israel ya recibió a más de 4.000 refugiados sirios, a los que asiste con atención médica y alimentos.

Pero en medio de la belleza de un lugar que parece escondido en medio de las montañas, también hay historias fuertes vinculadas a una frontera caliente. Roisentul cuenta que antes de la guerra con Siria, el hospital de Safed sufrió bombardeos desde el Líbano durante los enfrentamientos del 2006. "Disparaban 30 ó 40 cohetes por día durante un mes y medio. Muchos explotaron en el hospital mientras nosotros realizábamos nuestro trabajo".

-¿Por qué tomó la decisión de divulgar esta historia y la relación tan particular que lo une con los sirios?

-Me casé con Juliana, mi mujer, tuvimos tres hijos en Israel y cuando tomé la decisión de emigrar no sabía por qué lo había hecho. Son 28 años de una vida dura, con guerras, mucho calor y en Medio Oriente. Pero creo que fue la mano de Dios la que me puse en este hospital de frontera, donde trabajo hace 18 años y poder transmitir esta experiencia.

En su consultorio, Alejandro colgó un pequeño letrero que resume lo que siente cada día que llega al trabajo: "Mis manos han tocado la sangre del enemigo. No por desgarrar su piel sino para curar sus heridas". El objetivo es, como a él le gusta explicar en sus conferencias, que la medicina sea un vehículo para transmitir un mensaje de paz. "Hay tantas noticias malas en el mundo, que me parece que la gente también se tiene que enterar cuando también suceden cosas buenas, que dan esperanza, es un poco de luz en medio de tanta oscuridad".

La entrevista completa