Son hombres, blancos, tienen más de 40, están frustrados y se convirtieron en votantes clave

Son el principal sostén de fenómenos como Donald Trump en Estados Unidos o el Brexit en el Reino Unido. Están enojados, quieren volver al pasado y detestan la inmigración

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Trump en EEUU, Le Pen en Francia, Brexit en Reino Unido: mucho en común (Reuters)
Trump en EEUU, Le Pen en Francia, Brexit en Reino Unido: mucho en común (Reuters)

Las grandes ciudades de Europa y Estados Unidos destacan por su diversidad y su devoción por el cambio, por lo nuevo. Son vitales y miran hacia adelante. Viendo sólo ese segmento social es imposible entender el impensado avance de Donald Trump, que hoy pelea cabeza a cabeza por la presidencia de Estados Unidos. Tampoco se podría comprender que Reino Unido rechace a Europa y opte por volver al aislacionismo del pasado. O que un partido como el Frente Nacional crezca año a año en Francia.

Esos fenómenos políticos, que tienen algún correlato en casi todos los países desarrollados, expresan el malestar con la vida posmoderna de una parte muy importante de la sociedad. Viven en los suburbios de las ciudades o en el interior profundo, tienen bajas calificaciones educativas y son mayoritariamente hombres de más de 40 años. Son los que más sufrieron el resquebrajamiento del Estado de Bienestar, que con poco les garantizaba un trabajo estable para toda la vida.

En un mundo que demanda más esfuerzos y capacidades de cada individuo, se sienten desprotegidos. Y manifiestan un profundo rechazo por las minorías, que al partir de más abajo mejoraron sus condiciones relativas de existencia en las últimas décadas. Su creencia es que esa mejoría la obtuvieron a costa suya.

"Hay un innegable impulso popular común en Estados Unidos, Reino Unido y Francia, que se opone a la clase política porque la percibe arrogante, estática y poco representativa de la opinión de la gente. Es un nacionalismo muy arraigado, que supone un rechazo a la globalización, al libre comercio y a la inmigración. Y en todos los países ese impulso populista no está confinado a la derecha, sino que aparece también por izquierda. El enojo y el resentimiento que está presente en ambos polos del espectro político representan un desafío existencial para el statu quo", explicó Zachary Courser, profesor de gobierno en la Universidad Claremont McKenna, California, consultado por Infobae.

 

Estados Unidos y el huracán Trump

La tasa de empleo full time de los hombres sin título universitario en Estados Unidos pasó del 76% en 1990 al 68% en 2013, según datos de The Hamilton Project. En el mismo período, sus salarios cayeron, mientras que los de las personas diplomadas aumentaron. Más dramático aún es que en estados como West Virginia, la esperanza de vida para los hombres de edad mediana cayó desde 1980.

Éste sector es al que Trump llama "la mayoría silenciosa", porque han sido abandonados por los principales partidos políticos, que no incluyen propuestas concretas para ellos. El magnate inmobiliario les promete recuperar la gloria perdida, "volver a hacer grande a Estados Unidos".

"Desde siempre a los republicanos les va bien entre los votantes sin educación universitaria. Pero este año a Trump le está yendo significativamente mejor de lo habitual. Los electores más grandes han visto cambiar mucho al mundo alrededor suyo en términos de tecnología y de diversidad, y están muy disconformes con esos cambios", contó Patrick Murray, director del Instituto de Votación de la Universidad Monmouth, Nueva Jersey, en diálogo con Infobae.

Una encuesta de Gallup revela hasta qué punto hay una correlación entre sexo, edad, grupo étnico y simpatías políticas en la presente campaña presidencial. Entre los hombre blancos, la valoración positiva de Trump asciende a 49%, contra un 25% de su principal rival, Hillary Clinton. Entre los varones mayores de 50 (sin distinción étnica), el apoyo al republicano está en el mismo nivel, pero el de su adversaria crece a 36 por ciento. En cambio, si se mira a los hombres de 18 a 49, la paridad es absoluta. Entre las mujeres, los universitarios, los hispanos y los negros, el rechazo a la ex estrella televisiva es casi total, mientras que la valoración de Hillary oscila entre 45 y 69 por ciento.

"Trump lanzó su campaña con un discurso muy divisivo y una retórica nacionalista sobre el declive de Estados Unidos —dijo Courser—. Dice que el país está perdiendo con China, con Japón y, más memorable, con México. Se enfocó en los inmigrantes, llegando al punto de pedir la prohibición del ingreso de los musulmanes. A hacerlo ganó mucha popularidad entre los votantes blancos menos educados, capitalizando sus inseguridades económicas y su sensación de estar excluidos de la política estadounidense".

 

El caso del Brexit

El análisis de los resultados del referéndum en el que los británicos decidieron salir de la Unión Europea por 52 a 48% muestra una tendencia muy similar a la que está marcando el pulso de las elecciones en Estados Unidos. La UE es una negación del nacionalismo y una apuesta por la integración y por la diversidad, es decir, lo contrario de lo que propone Trump. Por eso no llama la atención que haya muchos puntos de contacto entre sus simpatizantes y los del Brexit.

Mientras que en el Gran Londres la permanencia arrasó con el 60% de los votos, en todo el interior de Inglaterra ganó la voluntad de abandonar el bloque. Hay un gráfico muy ilustrativo que explica la diferencia. Los puntos son todos los distritos electorales del Reino Unido. De la mitad hacia la izquierda están aquellos en los que ganó la permanencia, y de la mitad hacia la derecha aquellos en los que triunfó la salida. En el eje vertical se ve el porcentaje medio de votantes con título universitario del distrito en cuestión. El corte es muy claro: a medida que baja el nivel educativo promedio de la población, crece la proporción de votos a favor de abandonar.

"Los votantes de clase obrera tienen menos probabilidades de tener puntos de vista liberales, y el liberalismo social estaba estrechamente asociado con el voto por la permanencia. Esto tiene que ver con el creciente vínculo entre UE e inmigración. Estos grupos sienten que los inmigrantes están erosionando su cultura y compitiendo económicamente contra ellos", dijo a Infobae Jonathan Mellon, investigador de sociología política en el Nuffield College de la Universidad de Oxford.

Si se estiman los resultados según la edad de los votantes se descubre una división semejante. En el grupo de electores de entre 18 y 24 años ganó permanecer por 73 a 27 por ciento. La diferencia se va acortando a medida que crece la edad, hasta que en el segmento que va de 45 a 54 se revierte, y pasa a ser 56 a 44% por el abandono. Entre los mayores de 65 años se extiende a 60 contra 40 por ciento.

"Son los que Ford y Goodwin identifican como los que fueron 'dejados atrás' —dijo Mellon—, porque no salieron beneficiados de los cambios producidos en las últimas décadas, y se sienten de lado cultural y económicamente".

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El Frente Nacional de Le Pen en Francia

La eurofobia no es privativa del Reino Unido. Una de las críticas más fuertes de la UE es la francesa Marine Le Pen, del Frente Nacional (FN), que festejó la salida británica como un triunfo propio. Su proyecto político plantea un regreso a los viejos estados nacionales, la restricción radical de la inmigración y una "recuperación de los valores franceses", sin precisar demasiado qué significa eso.

"Desde su emergencia electoral, el FN promete el retorno a una edad dorada. Más específicamente, rechaza una modernización que asumió el rostro de la globalización y de la integración europea. Esto es presentado como una triple amenaza: económica, porque los inmigrantes vienen a robarnos el trabajo y los beneficios sociales; cultural, porque rechazan nuestros valores y amenazan nuestra identidad; y política, por el fin de los estados nacionales", dijo Nonna Mayer, investigadora del Centro de Estudios Europeos de Sciences Po (Instituto de Estudios Políticos de París), consultada por Infobae.

El eje que vertebra el discurso y la propuesta del FN es el rechazo a la inmigración. "Se presenta como la fuerza defensora de los 'perdedores de la globalización', y llama a cerrar las fronteras y el país —continuó Mayer—. La idea es que sin inmigrantes la vida sería mejor, como era antes. Este es un mito, obviamente. Francia es un país de inmigración desde el siglo XIX".

En la primera vuelta de las elecciones regionales de 2015 el FN obtuvo su mejor resultado histórico, al ser la fuerza más votada a nivel nacional con el 27,7% de los sufragios. Es cierto que todo terminó en una gran decepción para Le Pen, dado que en la segunda vuelta perdió en todas las regiones, pero el triunfo inicial fue muy significativo.

Un estudio de la Enquête électorale française 2017 reveló con mucha claridad cómo estuvo compuesto ese voto desde el punto de vista demográfico. La mejor performance la obtuvo entre las personas de 35 a 49 años de nivel de vida bajo, donde alcanzó 34% de votos frente a un 20% de la alianza de los partidos UDI y Les Républicains, del ex presidente Nicolas Sarkozy. El segundo mejor rendimiento (32%) lo consiguió entre los electores de 50 a 64 años, también de condiciones de vida bajas. El resultado es prácticamente igual entre los otros grupos de edad que pertenecen al mismo espacio socioeconómico.

"Los estudios electorales muestran claramente que hay una correlación estadística entre un bajo nivel educativo y el voto por el FN. Pero, y este es un punto central, sin importar la edad. En otras palabras, el nivel educativo y el estándar de vida son mucho más importantes que la edad", dijo a Infobae Luc Rouban, director de investigaciones del Centro de Investigaciones Políticas de Sciences Po.

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Esto marca una diferencia muy importante con lo que se veía antes en Estados Unidos y Reino Unido, donde la edad establecía profundas diferencias en la forma de votar. De todos modos, esto no significa que no hay muchos franceses mayores que rechazan el mundo contemporáneo y se inclinan por el FN.

"Las personas de más de 65 años vivieron en una época de alto crecimiento económico, y tuvieron la oportunidad de tener un capital propio, de comprar rápidamente su hogar y de invertir en propiedades. Este no es el caso de sus hijos y aún menos de sus nietos, que enfrentan muchos más problemas para conseguir o mantener un trabajo, que generalmente es más precario sin importar su nivel educativo. Por eso ven a la diversidad social como una amenaza para su familia y para su estatus social", concluyó Rouban.

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