Kabul se vistió de luto para enterrar a los muertos de su peor atentando en 15 años

La capital de Afganistán tuvo el domingo una jornada de duelo un día después del ataque suicida que dejó 80 muertos y 230 heridas en un barrio de la comunidad hazara. Se trata de la peor masacre desde la intervención estaodunidense de 2001 que expulsó a los talibanes

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Kabul vivió el domingo una jornada de duelo y enterró a los muertos del peor atentado en 15 años, un ataque reivindicado por el grupo Estado Islámico (ISIS, en inglés), que golpeó el sábado una marcha de la minoría chiita hazara y dejó 80 muertos.

Numerosas personas pasaron la noche en vela, en medio de charcos de sangre, en la plaza DehMazang, rebautizada "plaza de los Mártires" por el presidente Ashraf Ghani en homenaje a las víctimas del doble atentado suicida, que dejó también más de 230 heridos.

Familiares de sobrevivientes se agolpaban frente al hospital Istiqlal, el más cercano al lugar de la matanza, en espera de noticias sobre sus allegados.

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En la mezquita Mazari, en la misma zona, las autoridades extendieron una inmensa bandera afgana llevada por los manifestantes, sobre la que colocaron pertenencias de los fallecidos: zapatos, ropa, chales ensangrentados, frente a los cuales las personas estallaban en llanto y expresaban su desesperación.

En una colina cercana, en el cementerio adyacente las tumbas fueron excavadas con pala y también con retroexcavadoras para poder recibir a las víctimas envueltas en la mortaja tradicional.

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"Las filas de hombres y mujeres afganas que se ofrecen para donar sangre para sus compatriotas heridos es un signo conmovedor de la resiliencia y la solidaridad del pueblo afgano frente a esta violencia espantosa", dijo la ONU.

El organismo calificó la matanza como "un crimen de guerra", mientras que el Casa Blanca condenó el ataque como un atentado cruel, "todavía más despreciable aún por el hecho de que golpeó una manifestación pacífica".

Los manifestantes reclamaban que una línea de alta tensión en construcción abasteciese de electricidad a la provincia de Bamiyán, en el centro, la más atrasada económicamente del país, donde vive gran parte de la comunidad hazara.

Se trata de la peor masacre cometida en Kabul desde la intervención estadounidense de 2001, que expulsó del poder a los talibanes, y del atentado de mayor envergadura llevado a cabo por el ISIS en esta ciudad de 5 millones de habitantes.

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Muchos afganos cuestionaban el domingo la falta de previsión en materia de seguridad tanto de los organizadores de la marcha como de las fuerzas afganas.

"Las fuerzas del orden fueron negligentes. Exigimos una verdadera investigación y que se juzgue a quienes hayan tenido fallas", afirmó un pasante, Subhan Ali.

El presidente Ghani ordenó crear una comisión para llevar a cabo una "investigación exhaustiva" y prometió "vengar a las víctimas" y castigar a todos los implicados en el atentado, "dondequiera que se encuentren".

El gobierno prohibió concentraciones y desfiles durante diez días.

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Para muchos afganos, subyace la sospecha de que el gobierno no desplegó todos los medios necesarios para proteger la marcha de los hazara. Esa comunidad, de tres millones de miembros, padeció décadas de persecuciones y miles de ellos fueron exterminados a fines de los años 90 por la red Al Qaeda y por los talibanes, en su gran mayoría pastunes sunitas.

El ISIS, que se implantó hacia fines de 2014 en el este del país, los escogió en todo caso como blanco de su primer ataque de gran envergadura en Kabul, desmintiendo de paso las tentativas del poder de minimizar su nivel de presencia y de amenaza en la capital.

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El ejército afgano, apoyado por la OTAN, mantiene por otro lado sus operaciones para tratar de impedir el avance de los talibanes en varias provincias.

Pero Ghani había proclamado en marzo la victoria en los frentes abiertos contra el ISIS.

El general estadounidense John Nicholson, comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, aseguró igualmente que los combatientes del ISIS "están cercados y acantonados en dos o tres distritos, frente a nueve en enero".

Según el analista Hamad Saeedi, la rivalidad entre los talibanes y el EI lleva a este último grupo yihadista a perpetrar ataques en Kabul, pese a que enfrenta una ofensiva en el este.

Con información de AFP