Un total de 215.00o torres celulares con alturas de hasta 600 metros se extienden a lo largo y ancho de los Estados Unidos brindando cobertura 4G LTE a millones de usuarios de telefonía móvil. Lo que pocos saben es que dichas estructuras de intimidante aspecto requieren de un mantenimiento constante para permitir que los distintos carriers ofrezcan un servicio consistente 24 horas al día, siete días a la semana.
Allí es donde entran en acción un total de 15.000 trabajadores, distribuidos a nivel nacional y encargados de llevar adelante el oficio más peligroso de todo el país, según un reporte de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional de los Estados Unidos.
Aparentemente la revolución de los smartphones tiene un costo desconocido por muchos. Estos hombres y, en menor medida, mujeres arriesgan su vida a diario por un promedio de 18 dólares la hora, al escalar las aparentemente interminables torres enfrentando en el proceso tormentas de nieve, copiosas lluvias, temperaturas bajo cero y vientos huracanados.
"El servicio en una torre se cae, las compañías de telefonía celular comienzan a perder miles de dólares por segundo y alguien debe encargarse de restablecer el servicio", aseguró Douglas Scott Delaney en entrevista con el New York Post en el marco de la publicación de su libro Tower Dogs, que aborda la vida de trabajadores de torres celulares como él y los riesgos a los que se exponen.
El autor del libro que detalla todos los secretos detrás de la ocupación más peligrosa de los EEUU comenzó a trabajar en las alturas en el año 1997, luego de varios intentos fallidos de triunfar en Hollywood como guionista de cine.
"No existen las esperas a que el clima mejore y que las condiciones de trabajo sean más seguras. El costo de tener una señal celular fuerte muchas veces se paga con sangre y vidas", explicó Delaney, quien afirmó haber tenido un "ataque al corazón de dos segundos" la primera vez que debió subirse a una torre, al sentir que su arnés de seguridad se había corrido de su sitio.
El carrier confesó que la experiencia más aterradora de su carrera como reparador de torres celulares la vivió durante un proyecto que involucró la construcción de una nueva estructura. "Nos encontrábamos colocando casi una tonelada de acero, una pieza circular a la vez. Yo me encontraba atado con mi arnés a la torre que crecía lentamente, cuando una de estas piezas de casi 1.000 kilogramos me golpeó y yo quedé dado vuelta. Me sentí como una tortuga sobre mi espalda. Luego de luchar por retomar mi posición normal, continué trabajando. No podía hacer otra cosa".
El escritor devenido en escalador de torres indicó que el 96% de las muertes vinculadas a su oficio son prevenibles —en 2016 siete escaladores perdieron la vida haciendo su trabajo— y en su mayoría se deben a equipamiento mal utilizado o defectuoso y a los atajos utilizados por los trabajadores para ahorrar tiempo.
Uno de los episodios fatales estuvo protagonizado por un trabajador que cayó cincuenta metros hasta su muerte, debido a que decidió acelerar su descenso en rápel en vez de ir peldaño a peldaño con su arnés colocado en todo momento para evitar una tragedia.
Desde el año 2013, treinta y cinco trabajadores de torres celulares han perdido la vida durante operativos de reparación, en distintos episodios que involucraron caídas al vacío, golpes de escombros en situaciones de fuertes vientos o impactos de rayo.
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